R.S. DONOSTIA
CRISIS DE GOBIERNO EN PARÍS

Valls se la juega con otro equipo en plena crisis interna y de popularidad

El «gobierno de combate» que anunció el presidente de la República francesa al encargar el Ejecutivo a Manuel Valls ha tirado la toalla en apenas tres meses. Acosado por la creciente oposición de su equipo a las políticas de recortes, pero decidido no solo a mantener la apuesta sino a doblarla, el primer ministro da por concluido este ciclo y busca un nuevo gabinete. Pero se mueve en un equilibro extremadamente precario por la oposición interna y la ciudadana.

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Se vaticinaba un arranque de curso muy complicado para el presidente francés, François Hollande, y su parapeto, el jefe de Gobierno, Manuel Valls. El creciente rechazo interno a las políticas de austeridad y la acumulación de malos indicadores macroeconómicos lo anticipaban. Sin embargo, ha resultado todavía peor de lo previsto.

La andanada pública lanzada por el hasta ahora ministro de Economía, Arnaud Montebourg, en un fin de semana coincidente con la gran cumbre estival del PS ha servido de catalizador de la catarsis. Valls anunció en la mañana de ayer la disolución de su gobierno. Pero, por si hubiera dudas, en el mismo acto recibió el encargo de Hollande de «conformar un equipo acorde con las orientaciones definidas para el país». Es decir, con el recorte de gasto público presentado bajo la pomposa y polémica etiqueta de Pacto de Responsabilidad y Solidaridad.

El primer ministro multiplicó ayer los contactos para cerrar un nuevo equipo, con la intención de presentarlo hoy. Pero se atisba casi imposible encontrar un grupo, y sobre todo unas políticas, que satisfagan a un partido que está alerta. De evidenciarlo se encargaron primero referentes como la senadora Marie-Noëlle Lienemann, el eurodiputado Emmanuel Maurel y el miembro de la Ejecutiva Gérard Filoche, y después, en las últimas horas, varios ministros.

El Gobierno se le desmoronó a Valls, el exministro de Interior que hasta ahora aparecía como un líder firme e incuestionable, por todos los lados. La vía de agua más aparatosa era la abierta por el titular de Economía. El domingo Montebourg llamó expresamente a dejar de priorizar el control del gasto público y alejarse de la doctrina marcada por Angela Merkel.

Desde otro flanco muy distinto del Ejecutivo, el de Educación, el ministro Benoît Hamon se alineó con él: «Merkel no puede seguir siendo la que lleva la batuta de la orientación europea», subrayó en una entrevista en ``Le Parisien'' donde planteó que con estas políticas es imposible alimentar una demanda que a su vez traiga crecimiento: «No se les puede vender nada a los franceses si no tienen ingresos suficientes».

En paralelo, la exministra ecologista de Vivienda Cécile Duflot ha publicado esta semana un libro que constituye una carga en profundidad contra el jefe del Estado y también contra Valls. Los verdes salieron del Gobierno en abril.

Montebourg no se calla

Todas estas posiciones dan fe del revuelo existente en la izquierda francesa por la línea emprendida por el tándem Hollande-Valls, pero especialmente peligrosa para ambos es la referencialidad adquirida por Montebourg. No es un don nadie. Quedó en tercera posición en las primarias socialistas para las presidenciales de 2012, con un 17% de los votos, lo que le valió una primera cartera, la Reconstrucción Productiva, en el Gobierno de Hollande, entonces con Jean-Marc Ayrault como primer ministro.

Todavía como ministro de Economía en funciones, Arnaud Montebourg quemó las últimas naves ayer con una comparecencia de prensa muy tajante. Dijo entre otras cosas que las políticas de austeridad «son absurdas» y que «los resultados están ahí. Francia está parada y el desempleo continúa su progresión». «Se sabe que esas políticas son ahora las causas de la prolongación y el agravamiento inútil de la crisis en Europa», recordó. Y añadió en un mensaje muy enérgico que «el mundo nos suplica, incluso, que cesemos en estas políticas absurdas que siguen hundiendo la zona euro en la recesión y pronto en la deflación».

La caída de Manuel Valls en los sondeos es terrible, con una celeridad que bate marcas y situándose cada vez más cerca de Hollande, conocido por ser el presidente más impopular de la V República.

En coherencia con el encargo hecho por Hollande, el nuevo equipo de Valls tendría que sacar adelante e implantar el criticado plan de recorte de gasto público de 50.000 millones de euros en tres años. Un plan que prevé congelar pensiones, salarios de funcionarios y ciertos servicios públicos, financiar 30.000 millones de euros de reducción de cotizaciones patronales y cumplir con el compromiso de déficit con la Comisión Europea del 3% del producto interior bruto en 2015.

UMP y Frente Nacional

Pese a la crisis que afecta también terriblemente a UMP, la formación de la derecha con problemas de liderazgo y algunos escándalos de corrupción, la percepción creciente de sus líderes es que el PS terminará perdiendo la mayoría en la Cámara y se verá abocado a adelantar las elecciones.

Otra que se frota las manos es Marine Le Pen, presidenta del Frente Nacional ultraderechista, para quien este precipitado cambio de gobierno aparece como la última bala que le queda a Hollande en la recámara antes de dar por acabada la legislatura.

En plena erupción gubernamental, el presidente de la República mantuvo ayer su agenda del día, que estaba centrada en la conmemoración del 70 aniversario de Liberación de los nazis en la II Guerra Mundial, en la isla de Sein (Bretaña). Anoche pronunciaba un discurso en París, capital liberada un día como ayer, el 25 de agosto de 1944.

Los socialistas vascos ven el resultado de una gran crisis

El terremoto gubernamental también se ha dejado sentir en los territorios vascos, sobre todo en las filas del PS. La diputada de Baiona Colette Capdevielle convocó una rueda de prensa para hacer pública su opinión sobre la dimisión del Gobierno. En ella declaró que cree que se trata de una crisis estructural, por lo que según ella habría que dejar atrás la V República y pasar a la VI, ya que el régimen actual es demasiado «jacobino y centralizado».

Capdevielle afirmó que el Gobierno que se va a crear tiene tantas posibilidades de fracasar como de seguir adelante.

El vicepresidente del Consejo de Aquitania y consejero general, Frantxoa Maitia, también admite que existe un gran riesgo de fracaso: «Se trata de una crisis política enorme. Ahora Valls tendrá que lograr la confianza de los parlamentarios, y si no lo consigue tendrá que disolver la Cámara». La posibilidad de unas nuevas elecciones fue un tema recurrente durante todo el día.

Tanto la diputada del norte de Lapurdi como su homóloga del sur Sylviane Alaux y Frantxoa Maitia declararon que las críticas de los ministros Montebourg y Hamon pueden ser legítimas, pero que hay que hacerlas a nivel interno y sin cuestionar al Ejecutivo. «Un Gobierno, para mantenerse fuerte, debe de tener una lealtad interna muy grande, y si se quiere formar parte de él hay que ser leal», aseguró Maitia.

Por el contrario, Marie-Christine Aragon, consejera general de Baiona por el PS, declaró que las críticas de los ya exministros son «una petición de cambio de política» que según ella «no justifica la dimisión del Gobierno».

Capdevielle opinó que lo ocurrido «no es una sorpresa» ya que la crisis era evidente. En cambio Aragon aseguró estar «sorprendida» con la decisión de Manuel Valls y François Hollande. En declaraciones hechas en la emisora France Bleu, Aragon afirmó que se trata de «una nueva decepción».

Por otro lado, Sylvie Durruty, candidata de centro-derecha en las elecciones municipales de Baiona, aprovechó la coyuntura para publicar en Twitter: «¿Nuevo Gobierno en 24 horas?¿Cuándo se acabará este circo?»

Merkel y Bruselas marcan rumbo fijo a París

En apenas un año, El Eliseo y Matignon han pasado de abanderar las expectativas de abrir otro tipo de políticas en Europa, alejadas del llamado austericidio, a aparecer estrechamente alineados con los mandatos de la Troika. Tanto la Comisión Europea como la canciller alemana, Angela Merkel, con la lógica prudencia para no entrar en cuestiones internas francesas, lanzaron ayer claros mensajes a París para que mantenga la línea de la reducción del gasto público. La portavoz comunitaria, Chantal Hughes, no se mostró preocupada por las críticas internas en el PS francés dado que «en el pasado el presidente y su primer ministro han indicado claramente que van a mantener las reformas. Hemos tomado nota de hecho y hemos hecho nuestras recomendaciones sobre las reformas a acometer, las cuales son conocidas y permanecen válidas». Merkel añadió desde Santiago [más información en página 21] que la agenda de recortes del primer ministro francés se está ejecutando con «pasos muy valientes» y que cree que seguirá así.

GARA