Nagore BELASTEGI
Gestión de residuos

Posibles salidas para la fracción «rechazo» de los residuos

Los vertederos están llenos y la sociedad cada vez está más comprometida con cuidar el medio ambiente. Sin embargo, la cultura del «usar y tirar» hace que la cantidad de residuos sea enorme. Una parte de ellos no pueden ser reciclados por el momento.

La base principal para la gestión adecuada de los residuos que producimos es la concienciación, según dijo Armengol Grau, representante de LKS Energy Services, en el curso de verano de la UPV-EHU «El residuo como recurso» en el que cada experto dio su opinión sobre cómo se deberían tratar los residuos no reciclables. Además de la concienciación, otros puntos importantes son la recogida selectiva, el tratamiento de cada clase de residuo y la valorización material. Por último, mencionó la gestión del «rechazo», como llamó a la fracción resto que se crea en las plantas de reciclaje.

Según él, aunque se separen selectivamente los residuos, a la hora de tratarlos muchos de ellos terminan siendo rechazados. Como ejemplo, puso el caso de una fábrica con la que se topó: «tenían unos montónes enormes de serrín que se estaban mojando con la lluvia. Les pregunté qué hacían con ello y dijeron que otra empresa solía hacer chapas pero ante la falta de demanda esos montónes seguían allí fuera mojandose, y ya eran inservibles. Eran fracción rechazo».

En palabras del experto, el grado de concienciación de la ciudadanía es bajo, «y el ciudadano piensa que los residuos desaparecen mágicamente. A veces nos guiamos por percepciones porque un conocido nos ha dicho que algo es cancerígeno... Si habláramos de pediatría aquí habría pediatras, pero parece que sobre el medio ambiente todos sabemos mucho», mencionó a modo de crítica.

Bajo su punto de vista, habría que diferenciar entre lo que se recoge y lo que se aprovecha: «En Bizkaia el índice de aprovechamiento es muy bajo, del 6%, lo que significa que más de un 90% de lo que se recoge selectivamente no se recicla. En cuanto al compost, por cada kilo de materia orgánica se obtienen 250 gramos de compost». Por otro lado, aplaudió el papel de los guipuzcoanos en este aspecto porque mientras que el límite de impropios para hacer compost es del 5%, en Gipuzkoa ronda el 2%, por lo que se obtiene un compost de muy buena calidad. «¿Qué ocurre cuando un camión tiene más del 10% de impropios? hay que pensar un plan B», afirmó sin dar una respuesta concreta. Sin embargo, mencionó que el construir directamente una TMB no es la solución, que habría que «exprimir» el rechazo al máximo antes de construir una. También explicó que acaban de iniciar una colaboración con Eroski para gestionar los residuos que no pueden ser llevados al banco de alimentos; tratarán de valorizarlos y obtener biogas que pretenden utilizar en la automoción. Aunque muy levemente, enumeró también la incineración y las cementeras como posibles soluciones.

Cemento con residuos

En representación del ámbito de las cementeras, Antonio Nolasco el director de la planta del barrio de Añorga de Donostia Cementos Rezola impartió su ponencia «Aprovechamiento y valorización de residuos en la industria cementera», en el que explicó cómo se hace el cemento y de qué forma podría ayudar al medio ambiente la utilización de los residuos a ello.

«Cogemos la piedra del monte y le damos otra forma. El 80% es caliza y el 20% arcilla u otras aportaciones de óxido. Así se consigue el crudo, que al calentarlo en el horno se consigue la piedra artificial llamada cliker y esta se muele para conseguir el cemento. Las concesiones mineras se piden por 30 años y se pueden pedir prórrogas. Estamos preocupados porque estamos ya en la segunda prorroga en la cantera de Andoain», admitió. Según sostuvo Nolasco, se podría reducir el impacto medioambiental que tienen las canteras sustituyendo parte de la materia prima utilizada por residuos que se fusionarían a altas temperaturas.

Por ejemplo, pueden utilizarse cenizas, escamas de laminación, escorias industriales, madera e incluso escombros de demolición. «El residuo nunca se destruye, se transforma», y eso es lo que pretenden para que «la cantera dure más». En sus propias palabras, de este modo se separan los componentes volátiles de los residuos y se consigue «un clinker más sostenible». «El criterio a la hora de seleccionar los materiales es que las emisiones deben ser las mismas con y sin el residuo», aseguró dando a entender que tanto la industria cementera como el medio ambiente salen ganando.