Paz Francés, Jon Igartua, June San Millan (*)
Salhaketa de Nafarroa
KOLABORAZIOA

Represión, cacareos y pinchazos

La historia demuestra que los cambios estructurales y de mentalidad se producen cuando se tiene altitud de miras y se arriesga, no cuando se gestiona la política desde el posibilismo y el cortoplazismo La forma con la que en el Estado español se interpreta la Ley de manifestación y asociación desde hace ya más de una década evidencia una manifiesta carencia de cultura de las libertades

El pasado año tuvimos que denunciar en los medios de comunicación que el acto había sido violentamente reprimido, y este año volvió a suceder lo mismo. Se podría decir que, al menos este año, hemos tenido la «suerte» de que no nos sacudieron a porrazos, pero sucedieron otra serie de cosas que debemos denunciar.

Para empezar el contenido de déficit democrático que está implícito en la disolución de un acto pacífico en un camino público rural sin entorpecer absolutamente nada ni a nadie -puesto que nos situamos un una zona de monte en uno de los laterales de la cárcel, aunque visible para los internos- es repugnante. La forma con la que en el Estado español se interpreta la Ley de manifestación y asociación desde hace ya más de una década evidencia una manifiesta carencia de cultura de las libertades que, acompañada por una Ley de Seguridad Ciudadana absolutamente fascista, da lugar a que la represión de actos pacíficos, como el que el día 6 se celebró cerca de la cárcel de Pamplona, pueda ser reprimido. O al menos pueda ser reprimido materialmente -como así sucedió- porque en realidad no se debería limitar el ejercicio de ese derecho fundamental en las condiciones que se estaba llevando a cabo, y aun sin pedir ninguna autorización (porque la ley no lo exige).

Por lo demás, cuando nos marchábamos obligadas del lugar después de ser todas identificadas y cacheadas tratando de que todo fuera lo más tranquilo posible, uno de los policías, de manera provocativa -parece que se había quedado con ganas de sacar la porra- se puso a imitar el sonido de las gallinas teniéndolo que calmar sus propios compañeros cuando todas nos dimos la vuelta perplejas con lo que acabábamos de oír. Pero ¿qué se puede decir ante un comportamiento tan lamentable como este? Desde lo humano, poco más que el que una reacción tan lastimera como esa -que evidencia las consecuencias de una educación y una formación en la violencia- simplemente que da pena. Pero desde la perspectiva de la responsabilidad profesional se debería hacer mucho más, así que como ciudadanos queremos hacer público el incidente porque esa conducta, como mínimo, debería dar lugar a que de manera temporal se apartase a esta persona de su puesto de trabajo.

Para terminar, como guinda del pastel, resultó que cuando llegamos al lugar donde habíamos dejado los coches nos encontramos con que una rueda de un coche de los participantes en el chupinazo estaba pinchada con una navaja. No tenemos ninguna duda de que en un día como ese los únicos que pasaron en las tres horas que estuvimos en la zona por el camino donde se situaban los coches fueron las dotaciones de antidisturbios, por lo que parece claro quién lo hizo.

Desde luego estas dificultades y atropellos no van a conseguir que dejemos de practicar la solidaridad con las personas presas. El próximo año sin duda volveremos a estar allí el día 6, de forma pacífica (como no podría ser de otra manera) y con el fin de denunciar la existencia de las cárceles como forma de resolver los conflictos sociales y que no es respetuosa con la dignidad del ser humano.

(*) Firman en nombre de Salhaketa Nafarroa: Paz Francés, Jon Igartua, Rubén Sanz, Libertad Francés, June San Millán, Manuel ledesma, Blanca Garcia de Eulate, Iranzu Baltasar, Ruth Martínez y Sofía Antón.