Aritz INTXUSTA IRUÑEA
Elkarrizketa
Ander Larunbe Anderson
Iruindarra de ascendencia escocesa

«Hace seis u ocho años ningún escocés se imaginaba votando el referéndum»

Ander Larunbe se marchó a estudiar ciencias políticas a la tierra natal de su madre, Escocia. Cursó ciencias políticas entre los años 1995 y 1999, con lo cual vivió desde dentro de la universidad de Dundee la reinstauración, 291 años después, del Parlamento escocés (que había aplazado unas sesión tras la firma Acta de la Unión). Desde entonces mantiene vínculos laborales y familiares con Escocia.

Larunbe coge hoy un avión para estar presente en el referéndum de Escocia. Tiene allá sus amigos y sus familiares. Unos optarán por el sí, otros por el no. Él ha vivido entre Iruñea y Edimburgo y, por ello, puede explicar varias claves para que pueda entenderse con más claridad cómo se llega a un referéndum.

¿Cómo vivió la creación del parlamento escocés?

Recuerdo mucha ilusión tras la sensación que dejó el referéndum de autonomía de 1979. Entonces fue una pregunta complicadísima. «¿Está usted de acuerdo en la entrada en vigor de las disposiciones de la ley no se cuál?». Algo larguísimo. Ganó el «sí», pero a última hora Westminster había introducido la condición trampa de que votara a favor el 40% del censo. Un imposible. Eso conllevó la caída de los laboristas y la llegada de Margaret Thatcher, porque los laboristas necesitaban al Partido Nacional Escocés (SNP) y lo perdieron. La etapa de Thatcher y Major fue traumática para Escocia, de mayoría laborista.

Pero llegó Tony Blair.

Blair trajo una relativa descentralización con asambleas legislativas en Escocia, Gales y los condados del Norte de Irlanda. Escocia lo acogió, como digo, ilusionada. Fueron dos preguntas. La primera era si había que reabrir el Parlamento y, la segunda, si la Cámara debía tener competencias para variar impuestos. Poca cosa, fundamentalmente la renta. Pero tuvo mucho simbolismo. La portavoz de la Mesa dijo aquello de que «después de casi 300 años, este Parlamento reabre su sesión».

¿Tiene mucho componente historicista el independentismo actual? Escocia enseguida trae a la mente a Braveheart...

El debate de hoy mira más bien a las últimas décadas: a 1979, a los conservadores y los recortes... no tan atrás. Hay una diferencia fundamental con Euskal Herria: Escocia no fue conquistada. Con muchas comillas, pero Escocia entró voluntariamente en el Reino Unido. Aunque en 1707 solo votaban los nobles, el clero y tal, su entrada fue voluntaria y se asume que su salida también. En cuanto a la película, ese es el cliché y no les gusta nada. Sobre todo, cuando hablan del referéndum.

Pero Wallace tiene su estatua.

Y es horrorosa. Eso sí, se levantó en el XIX por suscripción popular. El monumento solo merece la pena por los paneles explicativos. El cliché les cansa, porque hay muchos turistas.

Llama la atención que todo se haya acelerado tanto desde la reinstauración del Parlamento. ¿Por qué en 300 años no pasó apenas nada y de repente hay un referéndum a la vista?

La clave es la mayoría absoluta del SNP de 2011. Y eso que el sistema electoral se diseñó precisamente para que no se dieran mayorías absolutas, particularmente la del SNP, que siempre ha sido independentista. Empezaron a gobernar en 2007 y se ganaron esta mayoría llevando a cabo políticas sociales. Hace seis u ocho años, nadie se imaginaría que hoy estaríamos aquí.

La impresión es que se ha llegado fácil, sin mucha crispación. ¿Hasta qué punto el debate ha sido más sereno?

En Escocia se publican 35 periódicos y ninguno se pronuncia por el «sí». Lo cierto es que hasta que los sondeos no empezaron a dar posibilidades a la independencia el tema pasaba desapercibido. Luego empezaron a decir que crea división. Hasta la iglesia presbiteriana ha prometido una misa de reconciliación tras el referéndum. Los que dicen que genera división son los que defienden el «no». Supongo que si no quieres cambio, te viene mal, el debate te cansa, etc.

Otro cliché que cae, su fama de pendencieros.

Todo ha sido muy de guante blanco, pero también muy apasionado. Hay insultos en Twitter, pero porque la gente se insulta en Twitter por cualquier tema a diario. Se lanzó un huevo a un unionista y se armó un revuelo terrible. Las fotos del tipo que lo tiró fueron difundidas por redes sociales por la gente del «sí».

¿Los críticos cuestionan el momento elegido o la legitimidad de Escocia de independizarse?

Hace dos años escuché alguna vez, muy pocas, críticas a la legitimidad. Ya no. El rechazo es más bien sicológico. Para mucha gente resulta traumático tener que elegir entre solo dos opciones, que se siente escocesa, pero también británica. También hay gente a la que le pesa mucho la responsabilidad de elegir bien.

¿Nos jugamos la fiabilidad de esta entrevista a un cara o cruz? ¿Qué opción vencerá?

No debería, las encuestas no son... Pero, el «sí».

Anotado.

Pero... ¿Puedo matizar?

Claro.

Los datos no dan para decir eso, pero alguien lo tiene que decir. Tengo la sensación de que cuanto más se lo cree la gente: el que pueden y el que deben, más se acerca el «sí». Allá también hablan del factor «que le jodan», en Escocia hay bolsas de pobreza y muchos lo pasan mal. Algunos entrarán a la cabina de voto, sentirán esa presión, marcarán el «sí» y «que le jodan».

«El SNP abrió la puerta, grupos por el "sí" brotan como setas»

La movilidad de las personas es mayor en Reino Unido que en el Estado español. Hay escoceses en Londres e ingleses en Edimburgo. ¿Afecta eso al referéndum?
La circunscripción electoral es la misma que en unas elecciones ordinarias. Yo tengo parientes, que son escoceses, en Gales y en Londres. Y no pueden votar, aunque les gustaría. Es un argumento de bar, «yo que soy escocés no puedo y esos ingleses...», pero no va más allá. Otro criterio es difícil. ¿Dónde paras? ¿En un escocés de tercera generación que vive en Australia?

¿Y qué significa, a día de hoy, ser un escocés?
Dentro de la campaña del «sí» hay multitud de grupos, como el Scottish Asians For Yes, que son gente venida de Pakistán, Bangladesh y sus descendientes. También está el English Scottish For Yes, que son ingleses que residen en Escocia. Los últimos en llegar han sido los polacos y se ven muchos carteles donde pone "Tak", que significa sí en polaco. Se dice que algunos de la campaña del «no» han dicho a la comunidad polaca que serían deportados de salir el «sí». Está claro que existe una idea de identidad escocesa, la gaita, la falda... pero el día a día tiene poco que ver con eso. Ahora se habla de una nueva conciencia cívica escocesa, en una mayoría que cree en el estado del bienestar con más intensidad que el resto de los británicos.

Otro rasgo llamativo es que parece que políticamente tira del carro un solo partido.
Creo que el SNP lo que ha hecho es abrir la puerta. La campaña por el «sí», el Yes Scotland, es compartida por grupos que han brotado como setas. Ahí están los verdes, el Partido Socialista Escocés, figuras históricas del laborismo, estos grupos asiáticos y demás, feministas. Hay una movilización social sin precedentes. Se ha inscrito para votar el 97% de la población y eso no se ha dado jamás. Que los medios solo recojan a Alex Salmond es una distorsión fuerte de lo que está ocurriendo.