Nagore BELASTEGI DONOSTIA
Elkarrizketa
Roberto Castón
Director de «los tontos y los estúpidos»

«Dos amigos pueden formar lazos de unión más fuertes que la familia»

Gallego de nacimiento, lleva muchos años en Bilbo. Allí, impulsó la creación del festival de cine LGBT Zinegoak en 2004, en el que está implicado desde entonces. Tras dirigir varios cortometrajes que se exhibieron en festivales de cine gay-lésbico, se consagró con la película «Ander» en 2009. Ahora presenta su segundo film largo en la sección Nuev@s Director@s de Zinemaldia durante estos días.

Una voz en off nos presenta a los personajes que, sin apenas escenarios y ni elementos de atrezzo se ponen en la piel de personajes muy humanos. Roberto Castón vuelve a contar con el actor Josean Bengoetxea en su segundo largometraje, «Los tontos y los estúpidos» (hoy en el Kursaal a las 19.00, aunque habrá otras sesiones mañana y el lunes).

La película no tiene artificios. Es como un ensayo, ¿por qué?

Para mi es muy importante que haya una coherencia entre la forma y el fondo; entre lo que se cuenta y cómo es contado. Me di cuenta de que estaba hablando de varias deconstrucciones a todos los niveles: deconstrucción genérica, de roles familiares e incluso de las orientación sexuales. Decidí que lo mejor para hablar de esto era deconstruir también el propio cine. Eso se puede hacer de muchas maneras, pero esta nos pareció que era coherente y agradecida, porque se podía jugar con muchas cosas como la luz, el sonido y apelar mucho a la imaginación del espectador.

¿Cuál cree que será la reacción del público?

Sé que va a sorprender los primero 15 minutos pero que espero que la historia sea los suficientemente emocionante e interesante como para que a partir de ese momento se asuma que las reglas del juego son diferentes y se disfrute. Es una historia dentro de otra historia, es un film metafílmico, pero no deja de ser primordial la historia que se está contando, que es la de los tontos y los estúpidos. Los actores se convierten en personajes que intentan empatizar con el público. Eso es lo que se busca, también lo buscaba en «Ander», no ver personajes sino ver personas.

Es una película arriesgada en todos los sentidos, pero como sentíamos que nunca seríamos tan libres al hacer una película pusimos toda la carne en el asador. Si funciona bien y si no, por lo menos lo hemos intentado. Yo creo que va a gustar, como poco no va a dejar a nadie indiferente y eso hoy por hoy ya es mucho en el cine.

¿Qué diferencia a los tontos de los estúpidos?

Para mí la diferencia entre ser tonto y ser estúpido es que ser tonto es una cosa inocente, sin intención de hacer daño a nadie. Al cometer una estupidez, muchas veces somos conscientes, pero sentimos que tenemos que hacerla. Sabes que seguramente te vaya mal y que puedes hacer daño a otra persona, pero lo haces igual.

Quería marcar que hay dos grupos que se toman la vida de forma diferente. Todos son infelices y toman decisiones para intentar mejorar. Algunos las toman sin saber si funcionarán y otros las toman sabiendo que son equivocadas. Todos podemos ser o tontos o estúpidos en algún momento.

Hay un personaje que es muy importante en la familia

André desestructura la familia al sentirse todos atraídos por él. [Mide sus palabras para no desencantar al personaje] Está tratado de una manera que despertará la imaginación de los espectadores, y cada uno pensará en su André perfecto.

Habla usted del sexo y de la enfermedad...

El sexo es el origen de la vida. El sexo mueve el mundo y por sexo se cambian muchas cosas en una vida. El sexo como «hacedor de niños» conlleva muchas decisiones, el sexo también puede traer enfermedades que pueden llevar a la muerte. Que algo que nos da tanto placer pueda desembocar en algo que nos puede traer la muerte no deja de ser tragicómico.

Describe a una familia que se quiere menos que unos amigos que se acaban de conocer.

El amor es así de caprichoso. Uno elige a sus amigos pero no elige a su familia. Dos amigos pueden formar, a veces, lazos de unión mucho más fuertes que la familia. No estoy en contra del modelo de familia tradicional, pero sí estoy en contra de que solo haya ese modelo de familia.

Esta película es un canto al amor entre las personas. Hay dos personas que conectan y deciden estar juntos. En cambio, lo otro es un amor impuesto, en una sociedad impuesta, patriarcal, que no funciona y no hacen nada. Si dos amigos dejan de quererse y de respetarse dejan de ser amigos, pero la unión familiar les tiene atrapados.

Encontramos actores con trayectoria como Josean Bengoetxea y actrices nóveles como Oihane P. Etxebarria. ¿Cómo ha sido esa fusión?

Todos han trabajado de tú a tú, al mismo nivel, ayudándose mutuamente. Ya me pasó con «Ander». No sé si tengo suerte o maña, pero al final los actores siempre están muy bien. A nivel técnico ha sido igual, el director de fotografía [Juan Miguel Azpiroz] ha hecho un montón de películas y esta vez ha trabajado con gente de fotografía y sonido que no era tan profesional. Lo más difícil fue trabajar con mi madre, que tiene un papelito. Todo se lo tomaba a broma. En fin, fue todo muy gratificante.