Soy de los que en la filmografía reciente de Ozon echo de menos el punto de locura de sus primeras películas, cuando se dejaba llevar por el surrealismo buñueliano. Y de eso hay en «Une nouvelle amie», porque es una película que da rienda suelta al simbolismo fetichista. El autor de «Les amants criminels» dice haberse basado de forma libérrima en una novela de Ruth Rendell, novelista por la que siente una especial debilidad Almodóvar, así que no van a faltar quienes establezcan las oportunas conexiones con la etapa del manchego más inspirada.

Con todo, la verdadera influencia de «Une nouvelle amie» habría que situarla en el propio mercado francófono, dentro de la tradición de comedias de equívocos, tan popular como lo fue en su momento «La cage aux folles», realizada por Édouard Molinaro en 1978. Y sí, la estética setentera está muy presente en lo relacionado con el transformismo. Un travesti, no por casualidad, canta el tema de aquellos años «Une femme avec toi», que hiciera popular Nicole Croisille, convirtiéndose en el tema principal de la película, con permiso del «Follow Me» de Amanda Lear, que fue la verdadera reina de la ambigüedad sobre los escenarios.

Ese es el ambiente propicio para que Romain Duris, que está sensacional, se luzca en su transformación con ayuda del vestuario y del maquillaje. Aunque ya se sabe que el hábito no hace al monje, y tampoco un hombre que se viste de mujer sufre un cambio interno si no pasa del disfraz carnavalesco. En cambio, Romain Duris se siente mujer hasta cuando coge a su niña en brazos, tanto que la mejor amiga de su difunta esposa cree ver en él una prolongación de la mujer junto a la cual compartió su vida desde los días escolares.

Precisamente, Ozon confirma el consumado narrador que es en la introducción que dedica a resumir sin palabras la historia de amistad entre ellas. Es un comienzo lleno de maliciosa ironía, que recuerda a las telenovelas, y que prepara al público para ver una comedia loca y seductora como pocas.