Eñaut Barandiaran
RUGIDOS ROJIBLANCOS

Cigarras y hormigas

El Athletic tiene un dilema imposible de resolver. Su clasificación para la Champions, un hito tanto para la institución como para sus aficionados, le exige un fondo de armario que su ropero no es capaz de abastecer. A las dificultades que encuentran los equipos no habituados a jugar esta competición se une, en el caso rojiblanco, lo exiguo del mercado de los bilbainos. Mientras el resto puede pescar con redes pelágicas, aunque estas estén a veces agujereadas y remendadas, y las embarcaciones no paguen sus deudas ni a sus empleados, el Athletic tiene que preparar cada anzuelo con mimo, tirar la caña y esperar, a veces hasta el desespero.

Todo esto ya se sabía, cierto. Aunque no por conocido deja de tener su importancia, como simple recordatorio de una temporada en la que lo mejor será abonarse al carpe diem, al crece pelo de Simeone y su conocido mantra del partido a partido. Cualquier plan a largo plazo queda mediatizado por una competición en la que el futuro es incierto. Al equipo se le pide tener la previsión de la cigarra, y la frescura y alegría de la hormiga, pero por lo visto hasta ahora, es una balanza imposible de equilibrar. Valverde no tiene dos onces, ni siquiera parece que tenga once y medio. Hay quien ha criticado hacer rotaciones en la jornada 4, y tiene cierta lógica. Con 3 sobre 12, el equipo está empezando a perder en setiembre los puntos que quiere evitar perder en abril. Pero curiosamente, solo ante el Granada se puede hablar de rotaciones como tal. Mal rival, por cierto, para experimentos: Caparrós es un maestro de las películas de serie B, a la mayoría no le gustan, pero tiene su público, fiel, entregado, y es tremendamente efectivo. En los tres anteriores choques el equipo ha sido reconocible en su alineación, y también se ha criticado el hecho de que el entrenador solo cuente con 12 o 13 jugadores.

Echando la vista atrás, a Marcelo Bielsa se le acusó una y otra vez de infravalorar a su plantilla por contar con tan reducido número de jugadores para tres competiciones. Incluso hubo quien achacó el pobre rendimiento del equipo en las finales a una supuesta fatiga física. En un deporte en el que la coherencia tiene tan poca importancia, haga lo que haga, y siempre que el resultado no acompañe, el entrenador estará jodido.