«Phoenix» Alemania frente a un espejo deformante
En condiciones normales resulta muy difícil de creer que un marido no reconozca a su esposa, tras someterse a una operación de cirugía facial, a través de otros rasgos de su personalidad: la voz, la forma de moverse y de caminar, los gestos, la piel, el cabello, los tics sicológicos y de comportamiento... Y, sin embargo, en “Phoenix” se produce dicha anomalía, sin que el conjunto del relato se resienta por ello.
En circunstancias históricas extraordinarias todo es posible, y Christian Petzold escoge un periodo crítico en el que los supervivientes de la II Guerra Mundial habían perdido su identidad, obligados a reinventarse si querían seguir adelante como el ave del título que resurge de sus cenizas.
En medio del caos de la posguerra cabe cualquier intriga de las de Hitchcok, y «Vértigo» mejor que ninguna otra. La protagonista regresa de entre los muertos, para interpretarse a sí misma en una paradoja existencial, basada en cierto parecido con la que fuera antes de ser enviada a un campo de concentración. Simboliza a la Alemania que ya no se reconoce ante un espejo deformante, y que únicamente encuentra su esencia perdida en las canciones de Kurt Weill, en cuanto definición de lo que fue el cabaret alemán en los años del expresionismo, dejando sombras y fantasmas del pasado tras de sí.
Otro tema importante en «Phoenix» es el de la traición, porque la sombra de la duda, y volvemos al maestro Hitchcock, aquí planea a la largo de la narración. Todo indica que el marido fue quien la traicionó, quien la delató. Su posterior actitud es la de un reincidente, puesto que está dispuesto a servirse de una teórica impostora para hacerse con la herencia de la familia judía de ella. El dinero es el que mueve el mundo, y la película hace referencia a las fortunas incautadas por los nazis, así como a la recuperación de dicho patrimonio hebreo tras la contienda para consolidar el Estado de Israel. La conclusión inevitable, una vez más, es la del triunfo del materialismo, de lo tangible.

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