Alberto PRADILLA MADRID
NUEVO JUICIO POLÍTICO CONTRA JÓVENES INDEPENDENTISTAS

La sesión evidencia que sin denuncias de tortura no hay autoinculpaciones

Ninguno de los jóvenes que no ha denunciado haber padecido torturas en comisaría firmó declaraciones inculpatorias ante la policía ni ante el juez. La tercera sesión del macrojuicio político, que cerró los testimonios de los imputados, puso de manifiesto que aquellos que fueron arrestados en Ipar Euskal Herria no han referido maltrato ni tampoco se vieron obligados a acusarse. El proceso se reanudará el 6 de octubre con el turno de los policías.

Los 28 jóvenes independentistas juzgados en la Audiencia Nacional española ya han declarado ante el tribunal. Por tercera jornada consecutiva, la sala escuchó los estremecedores relatos de tortura de cinco de los acusados (Julen Zuaznabar, Igarki Robles, Marina Sagastizabal, Ainhoa Villaverde) y los golpes recibidos por un sexto, Imanol Salinas. En este último caso el maltrato se limitó a los primeros momentos, pero no se utilizó para obligarle a firmar inculpaciones, por lo que negó la acusación tanto en comisaría como ante el instructor, Fernando Grande Marlaska. Los otros cuatro, Jazint Ramírez, Xalbador Ramírez, Aiala Zaldibar y Bergoi Marderaz, fueron arrestados en Ipar Euskal Herria y no sufrieron tormento. Esta circunstancia deja en evidencia el empleo de la tortura para obtener inculpaciones, ya que ninguno de los jóvenes que no denunció malos tratos ha firmado confesión alguna. La tercera jornada no varió la dinámica de los días previos: duros relatos de tormentos y una estrategia de acusación basada en las inculpaciones obtenidas en comisaría y las elucubraciones policiales elaboradas a través de los seguimientos y el material incautado en los arrestos. Con las últimas diez declaraciones se cerró la primera fase del juicio. El próximo 6 de octubre se reanudará con el testimonio de los policías que participaron en los arrestos.

«No quería pasar por las torturas que habían denunciado otros compañeros». Alaia Zaldibar explicó así el motivo que le llevó a presentarse en Ipar Euskal Herria y eludir la detención incomunicada. Allí, como Jazint Ramírez, Xalbador Ramírez y Bergoi Marderaz, hicieron vida pública y se alojaron en domicilios de cargos públicos de diferentes tendencias. Denunciaron la posibilidad de ser entregados a través de un encierro en Izpura, pero fueron progresivamente detenidos por la Gendarmería. Tal y como explicaron ayer a preguntas de sus abogados, ninguno de ellos ha denunciado torturas ni se autoinculpó en comisaría. Todos ellos explicaron que, una vez entregados a las autoridades españolas y trasladados al despacho del juez negaron todas las acusaciones.

Fiscalización política

El caso de Imanol Salinas también sirve para apoyar esta evidencia. Él sí que fue arrestado en la redada de octubre de 2010 y permaneció incomunicado durante cinco días. Sin embargo, relató que los golpes solo se produjeron durante las primeras horas del arresto. Explicó que llegó a recibir «una patada en los testículos» en comisaría, pero tras ser conducido a Madrid, el maltrato cesó. De hecho, no sufrió interrogatorios ilegales, por lo que tanto en comisaría como ante el juez negó las imputaciones policiales. Sin información obtenida en comisaría, la acusación se basa en vigilancias que ponen de manifiesto la fiscalización a la que la Policía española somete a los movimientos populares vascos. En el caso de Salinas, por ejemplo, una plataforma de defensa del derecho a la vivienda o la comisión de fiestas de Burlata, sobre cuyas actividades tuvo que dar cuenta ante la sala.

Un relato completamente distinto a los anteriores fue el que detallaron el resto de imputados. Comenzó Julen Zuaznabar. Al igual que otros imputados, dos años antes del operativo había tenido conocimiento de su inclusión en las «listas negras» tras un operativo en Hernani. A través de su abogado ofreció testificar ante el juez encargado de aquella redada, Baltasar Garzón. Este respondió que «no había nada contra él». Hasta 2010, cuando, según su relato, fue detenido y torturado hasta que firmó lo que la policía le indicó. «La primera declaración la acordamos en el trayecto a Madrid. Llevaba 24 horas de pie, sin dormir, mientras me golpeaban», explicó. El joven detalló que las amenazas («los interrogatorios eran terroríficos», dijo) alcanzaron tal punto que llegaron a darle a elegir: o le responsabilizaban de muertes causadas por acciones de ETA como la de Isaías Carrasco o Inaxio Uria o asumía la autoría de diversos sabotajes. Zuaznabar rememoró que un policía llegó a advertirle: «te vas a comer los muertos». «Yo los veía capaces de todo», dijo.

Veto a las camisetas naranjas

«Los interrogatorios eran con policías encapuchados. No sé cuántos fueron, entre tres y cuatro». Igarki Robles, con camiseta blanca ya que los responsables de Soto del Real prohibieron a los cinco de Loiola desplazarse a la audiencia con las naranjas. El joven relató haber sido «golpeado y humillado», pese a lo cual no puso denuncia «porque las demandas no prosperan», según explicó. Cuando quiso dar más detalles, argumentando que «los poderes del Estado amparan las torturas, incluyendo el judicial», Murillo le cortó. «Aquí no se puede decir cualquier cosa», espetó, insinuando que podría deducir testimonio por esas palabras. No fue la única ocasión en la que la magistrada , cuya parcialidad ya ha sido puesto en duda por otros togados en casos como el de «Bateragune» interrumpió a los jóvenes o a sus letrados. De hecho, llegó a preguntarse porqué el instructor tenía que interesarse por un detenido que había denunciado malos tratos si este estaba en prisión, obviando que en el momento del arresto es responsabilidad de este juez garantizar la seguridad de la persona bajo custodia policial.

Pese a esta circunstancia, los jóvenes siguieron denunciando el maltrato en comisaría. Ainhoa Villaverde, además de los golpes, relató que los policías le aseguraron que su padre había sufrido un infarto. Según su testimonio, fue chantajeada para firmar una autoinculpación que le permitiría «despedirse». «Me obligaron a aprenderme de memoria las respuestas», afirmó.

También Marina Sagastizabal y Xabier Arina denunciaron malos tratos. La primera declaró haberse sentido «aterrorizada» y dio detalles sobre las amenazas de agresión sexual que acompañaron a las sesiones de tortura. Al segundo, la exploración del forense en Madrid le detectó marcas «recientes»producto de los golpes que en el informe de Iruñea no aparecían.

Villaverde relata el hostigamiento de los policías que le maltrataron

«Esto no termina en la Audiencia Nacional ni cuando salgas de la cárcel». La advertencia la lanzó, durante la incomunicación, uno de los policías que torturó a Ainhoa Villaverde, según relató ella misma ante la sala. No se trataba de una más de las amenazas que ella y el resto de los jóvenes han detallado durante estos tres días. En este caso, se cumplió, ya que, tal y como explicó, tras abandonar la prisión ha sido hostigada por los agentes presentes durante su arresto. En una ocasión, uno de ellos se presentó en su puesto de trabajo, mientras que en otras dos, otro policía le ha perseguido por las calles de Gasteiz. Este testimonio no es una excepción. Otros de los jóvenes que han testificado estos días también han referido haber sido amenazados de que en caso de que denunciasen el tormento padecido en comisaría serían nuevamente perseguidos por sus torturadores. En ocasiones, los mismos agentes se quitaron la capucha para que los jóvenes viesen su rostro y han hecho acto de presencia, amenazante, después de que fuesen liberados . A.P.

Aplazan el juicio contra cinco imputados por participar en el muro de Ondarroa

El juicio contra cinco vecinos de Ondarroa, imputados por participar en un muro popular convocado en mayo de 2013 para evitar la detención de Urtza Alkorta, ha sido pospuesto al 13 de octubre por la ausencia de dos ertzainas que debían participar en la vista oral. A cuatro de los acusados se les imputa un delito de «atentado contra la autoridad», lo que se traduce en peticiones de dos años de cárcel y de inhabilitación para cargo público. El quinto de los imputados podría ser condenado por un delito contra el orden público. En su declaración ante el tribunal, los cinco han negado los delitos que se les imputan, que podrían conllevar asimismo multas por valor de 8.850 euros.

Según informó Eleak, que organizó una concentración frente a los juzgados de Bilbo para mostrar su apoyo a los acusados, no ha habido una sola agresión contra los agentes de la Ertzaintza en los muros populares construidos en Donostia, Iruñea, Loiola y Ondarroa. «Ello, a pesar de los innumerables puñetazos y porrazos, insultos y amenazas sufridos por parte de las distintas policías», destacó el movimiento en defensa de los derechos políticos y civiles, que criticó a la policía autonómica por ejecutar las ordenes de la Audiencia Nacional. «Los responsables del PNV y de la Ertzaintza han reconocido lo injusto de estos procedimientos -en alusión a los juicios políticos contra la juventud vasca-, pero han argumentado que no tienen más opción de hacer cumplir la ley», añadió.

En este sentido, subrayó que la Ertzaintza no se ha limitado a cumplir las ordenes de Madrid a la hora de derribar los muros populares. «Ha actuado activamente y por voluntad propia en favor de las políticas de excepción. [...] A la hora de detener a las personas imputadas, ha ejercido un nivel de violencia muy superior a la `necesaria'. Y, no suficiente con ello, ha impulsado a posteriori procedimientos judiciales contra varias personas. Procedimientos basados en mentiras, que afectan a personas señaladas de antemano o a quienes la propia Ertzaintza ha herido con mayor gravedad», denunció.

Por su parte, EH Bildu, que reclamó la libertad de los cinco encausados, señaló que el muro popular de Ondarroa, se planteó como una iniciativa en contra de las medidas de excepción y en favor de la libertad. A su parecer, fue un ejercicio de «resistencia pacífica», similar al que tuvo lugar el lunes en Loiola, donde la Ertzaintza llevó a cabo una actuación que «no fue en absoluto legitima».

A este respecto, la coalición soberanista recordó que el Ejecutivo jeltzale debe acometer un debate en torno al modelo policial y a los métodos que deben caracterizar las actuaciones de la Ertzaintza. «Debe acometer una reflexión al respecto y debe analizar si debe activar medio para hacer cumplir leyes injustas», concluyó. I. SALGADO