Los directores Erik Toledano y Olivier Nakache han vuelto a confiar en su actor talismán, Omar Sy, para «Samba», film en el que el protagonista de «Intocable» se adentra en una historia de amor y denuncia social, con una importante dosis de comedia. La película clausuró ayer la 62 edición de Zinemaldia después de que el filme «El protector», protagonizado por Denzel Washington, diera el pistoletazo de salida a nueve intensos días de cine.

Hasta ahí las similitudes entre las dos películas, porque «Samba» es absolutamente lejana a la violencia del justiciero que encarna Washington y pone el foco en los pesares de un inmigrante sin papeles procedente de Senegal, Samba, que lleva 10 años viviendo en París y se busca la vida en infinidad de trabajos mientras trata de conseguir un permiso de residencia.

En este periplo se suceden las situaciones cómicas, aunque en la película subyace la dureza de las condiciones que padecen personas como Samba que tampoco quieren volver «como unos perdedores» a sus países y tratan por todos los medios conseguir los permisos legales.

El contrapunto lo pone Alice (Charlotte Gainsbourg), una ejecutiva de una empresa que padece el síndrome bournout -o de agotamiento profesional- que trata de paliar con medicación y que busca en una asociación de ayuda a inmigrantes una forma de volver a sentir interés por el resto de las personas.

Toledado y Nakache señalaron en la rueda de prensa previa a la proyección de la noche que la idea de «Samba» es incluso anterior a «Intocable», el filme protagonizado por Sy que pulverizó las taquillas y se convirtió en un fenómeno cultural en el Estado francés.

Conscientes de que es «imposible» volver a cosechar semejantes cotas de éxito, el tándem de directores trató de «minimizar» la presión y se empleó a fondo en «hacer la película que querían hacer» sin tener en cuenta las «etiquetas de género». El resultado, en palabras de Toledano, es «una mezcla» entre costumbrismo y denuncia social, aderezado con «mucho humor» porque la comedia «permite abordar temas tabú y dotarlos de ligereza. Hemos querido retratar la vida de esas personas que se ven en las traseras de los hoteles, que salen a fumar un cigarrillo para descansar de sus trabajos, los más duros», explicaron. Para ello, los realizadores y también los actores han llevado a cabo una tarea de documentación y han visitado centros de internamiento de inmigrantes, comedores sociales, asociaciones que trabajan con ellos e incluso clínicas en las que se trata el bournout para retratar una historia «lo más real posible».

Sin embargo, no tuvieron que indagar demasiado para la elección de los actores porque desde un comienzo tenían claro que serían Omar Sy y Charllote Gainsbourg. «Omar es un talismán. Se lo aconsejo a todos los directores como amuleto», bromeó Toledano, que no escondió su intención de repetir con el actor de origen senegalés «si los americanos lo permiten, porque nos lo quieren robar».

En torno al trabajo

En el lado opuesto del escalafón social de Samba se sitúa Alice, la ejecutiva que se mueve en las capas más altas de la sociedad y que «parece que lo tiene todo» pero padece las secuelas de un trabajo estresante que le hace «estallar» en un momento dado. «Las vidas de los dos protagonistas giran en torno al trabajo», explicaron los directores, ya que Samba busca incesantemente trabajo y a Alice el estrés de un puesto de responsabilidad le inhabilita para continuar con su rutina.

El personaje de Alice no aparece, sin embargo, en la novela «Samba pour la France», de Delphine Coulan, en la que se inspira la película. Una novela «menos cómica» que el filme, según señalaron Toledado y Nakache, que ahonda en la pérdida de identidad de las personas que se ven obligadas a olvidarse de sus raíces.