Jon ORMAZABAL
Pelota Despedida de un pelotari especial

Titín III da paso a Augusto Ibáñez

Emotivo -el de Tricio no pudo reprimir las lágrimas- y singular adiós del pelotari de Tricio en un Adarraga abarrotado y entregado.

Un zurdazo a una pelota pasada en torno al ocho, a la que el de Tricio acudió como si fuera zaguero, resistiéndose a que estos maravillosos 22 años terminaran, y que no llegó a buena, fue la última que Titín III pegó como profesional, poniendo fin a una trayectoria en la que ha sido actor principal de la mayor evolución de la pelota.

Aunque costará acostumbrarse, Titín III ya ha pasado a la categoría de leyenda de la mano en frontón, dando paso a Augusto Ibáñez, caracolero de 45 años que, no obstante, seguirá vinculado a esta pasión que ha sido la pelota. Para empezar, según desveló su mentor, entrenador y preparador Joaquín Plaza, hoy mismo está citado a entrenar con el grupo con el que tantas horas ha compartido en el Adarraga y, en declaraciones a ETB, Fernando Vidarte dejó abiertas las puertas a una futura colaboración entre ambos, por mucho que la coyuntura económica no sea nada boyante.

Seguro que cuando Augusto Ibáñez acceda hoy, con su bolsa, al recinto logroñés, en el frontón riojano todavía serán patentes los efectos de la velada más emotiva de sus cincuenta años de historia. Y es que el festival de ayer no pasará a la historia por su desenlace deportivo, pero sí que formará parte de la memoria colectiva de miles de pelotazales, empezando por Flora Sacristán, que acudió por vez primera a ver a su hijo a un frontón tras más de 1.800 oportunidades -no fue capaz de aguantar el partido en su silla-, y terminando por los jóvenes chavales de la escuela Titín III que sueñan con emular los pasos del pelotari que tratará de transmitirles toda su sabiduría durante los próximos años.

Despedida «a la riojana»

Lejos de la solemnidad de aurreskus y bertsos a los que estamos acostumbrados por estos lares, la de Titín III fue una despedida «a la riojana», en la que se entremezclaron momentos emotivos y carcajadas.

Con las entradas agotadas a las pocas horas de ponerse en venta, el Adarraga se llenó hasta la bandera, con presencia de compañeros pelotaris como Aitor Elkoro, Oscar Lasa, Abel Barriola, Pablo Berasaluze -que hoy tendrá que volver a pasar por el quirófano- o Zabaleta, que no quisieron perderse el último partido de Titín III.

Tras un video que repasó los momentos estelares de su carrera, el homenajeado saltó a un Adarraga a oscuras por un pasillo formado por sus alumnos en la escuela de pelota y hasta ayer nunca los acordes del «Highway to hell» de los AC/DC habían tenido el poder lacrimógeno que tuvieron sobre un emocionadísimo Titín III, que no pudo reprimir las lágrimas y que apremió al conductor del acto a que avanzara rápido en el programa de actos previsto.

Fernando Vidarte, en nombre de Aspe, Isabel Moreno, en el de La Caixa, y Joaquín Plaza cumplieron con el tradicional y protocolario reparto de obsequios, para dar paso a una parte mucho más gamberra del homenaje. Con los hermanos Merino de maestros de ceremonias, prepararon a Augusto para su nueva vida, vistiéndolo de entrenador primero y facilitándole los utensilios para cuidar su «huerta de jubilado» después.

El momento más especial fue, sin duda, cuando dentro de su discurso de agradecimiento, Titín III se dirigió a su familia en general y a su padre, el desaparecido Titín I, en particular.

Una vez concluido su último partido, el de Tricio se tomó todo el tiempo del mundo para departir y fotografiarse con todos los aficionados que quisieron acompañarle durante el día de su cambio de vida.

Martínez de Irujo y Cecilio no le permitieron retirarse con una victoria

Al igual que en su debut, hace 22 años en Baños de Río Tobía, Titín III no pudo llegar al cartón 22 en su último partido, el único lunar a una velada perfecta para el delantero de Tricio.

Competitivo al máximo, seguro que dentro de él quedó algo de decepción por haber terminado 22 años como profesional con cuatro derrotas consecutivas.

Pero ayer, por mucho que la intensidad no fuera máxima, que sus contrarios tuvieran mucho cuidado de no hacer demasiado daño, y que el marcador fue bastante equilibrado hasta la recta final -en cuanto Irujo se puso serio-, los colorados vencieron 22-18. J.O.