Gloria LATASA
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AZKEN PUNTUA

Cordonazo de San Francisco

Una parte del año en la que toca ir diciéndole adiós al verano, aunque todavía los «veranillos» nos permiten disfrutar un poco de su recuerdo

Era, al parecer, un gran aficionado al canto de los trovadores y al idioma del país vecino; por esa razón, su padre le apodó «francesito». De ahí que su nombre de pila, Giovanni, fuera quedando en el olvido. Sin embargo, el mote fue derivando hacia Francesco y, de ahí, al nombre por el que finalmente se le conoce, Francisco, más concretamente San Francisco de Asís.

Hay una tradición que cuenta que un día, cuando el diablo se le acercó para lastimarle, el santo golpeó el aire con el cordón que llevaba anudado a la cintura y consiguió desencadenar una terrible tormenta de truenos y rayos que obligó al demonio a salir huyendo. Un gesto conocido como el «Cordonazo de San Francisco».

Otras historias hablan de que el día en cuestión el santo se quita el cordón, lo llena de truenos y rayos y castiga a quienes se portan mal; o de que juega con las nubes para que no le mojen; incluso, de que como administrador del agua que es, envía una señal de que está dejando caer la última gota de agua sobre la tierra y de que ese año ya no volverá a llover.

Leyendas que tienen su reflejo en el refranero popular: «El cordonazo de San Francisco se hace notar, tanto en tierra como en el mar» o en el diccionario meteorológico (INM) que nos dice que se trata de un «Término usado entre los marineros españoles para hablar del temporal o borrasca que suele aparecer hacia el equinoccio de otoño, alrededor del cuatro de octubre, festividad de San Francisco».

Sea como fuere, el pasado sábado (día 4) amaneció con viento flojo del sur y ambiente agradable; hacia el mediodía el viento giró a noroeste y el cielo se cubrió de nubes. Por la noche el paso de un frente frío produjo un importante cambio de tiempo, con descenso de las temperaturas y con precipitaciones.

¿Cordonazo de San Francisco? Lo cierto es que, en nuestras latitudes, esta época es propicia para unos cambios meteorológicos como esos. Una parte del año en la que toca ir diciéndole adiós al verano, aunque todavía los «veranillos» nos permiten disfrutar un poco de su recuerdo. No es de extrañar que lo teman pescadores y marineros.