Beñat ZALDUA
DÍA DE LA HISPANIDAD Y PROCESOS SOBERANISTAS

La «mayoría silenciosa» llena a duras penas la Plaza de Catalunya

Convocados por la plataforma unionista Societat Civil Catalana, varios miles de per- sonas se concentraron ayer en Barcelona contra la independencia y contra la con- sulta, aprovechando el Día de la Hispanidad. sin embargo, apenas llenaron la Plaza de Catalunya, en una demostración de que, al menos, en la calle, no son ni mayoría ni silenciosa.

Los autobuses eran gratis y el día espléndido. Pero aún así, la plataforma Societat Civil Catalana (SCC) no consiguió reunir más que a varias miles de personas para clamar contra la independencia y contra la consulta del 9 de noviembre con motivo del Día de la Hispanidad. 38.000 personas, según la Guardia Urbana, acudieron al llamado de la plataforma unionista en Barcelona, donde a duras penas llenaron la céntrica plaza Catalunya bajo el lema «La España de todos».

Desde megafonía se daba la bienvenida «a la mayoría de catalanes que nos sentimos también españoles y que hoy dejaremos de ser silenciosos». Y en efecto, la mayoría silenciosa que acostumbra a reivindicar el PP demostró ayer que de silenciosa tiene poco y que le gusta gritar «¡Catalunya es España!» y «¡Artur Mas, dimisión!». Pero demostró también que de mayoría tiene más bien poco.

La convocatoria apenas igualó a la del año pasado y solo habrá que esperar una semana para poder compararla con el poder de convocatoria del independentismo, ya que la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural, que ayer pintaron de amarillo el pueblo de Poblenou del Delta (Tarragona), han convocado una concentración el domingo que viene también en la Plaza de Catalunya.

En una plaza repleta de banderas españolas, desde la tribuna se clamó una y otra vez contra el peligro de los nacio- nalismos. Paradoja que un hombre de mediana edad resumía a la perfección con una bandera española de dos metros en una mano y un cartel en la otra en el que se podía leer: «Los nacionalismos discriminan y enfrentan». Pero contradicciones a un lado, lo cierto es que el unionismo se manifestó ayer en libertad y, mayoritariamente, de forma festiva, en una movilización en la que, a diferencia de otros años, el protagonismo se lo llevo la sociedad. Cual `grupies' adolescentes, los líderes de PP, Ciutadans y UPyD siguieron el acto desde primera fila, mientras por el escenario desfilaba la plana mayor de SCC, con protagonismo especial para el vicepresidente de la plataforma unionista, Joaquim Coll -quien aseguró desde el estrado que «la libertad está en peligro» porque «el derecho a decidir intimida y coacciona»-, y para el presidente, Josep Ramon Bosch, que consideró que «la independencia nos hará menos libres».

Con un deje colonial que recordó el origen del tan franquista Día de la Hispanidad, Bosch reivindicó que no quieren renunciar «ni a España ni a Hispanoamérica por razones culturales e históricas».

Por tierra mar y aire

Mientras tanto en Madrid, el primer desfile militar de un 12 de octubre con Felipe de Borbón como monarca recuperó toda su pompa y su caspa, con un coste 800.000 euros, a los que hay que sumar el vuelo 52 aeronaves no incluido en el presupuesto. Y eso que, según el ministro de Defensa, Pedro Morenés, vivimos en uno de los Estados «que menos invierte en Defensa».

Al desfile no acudieron ni el lehendakari, Iñigo Urkullu, ni el president catalán, Artur Mas, para quien tuvo palabras de recuerdo el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy. Señaló que está dispuesto a «sentarse a hablar» con Mas «siempre que sea para algo», pero acto seguido restó legitimidad a su hipotético interlocutor: «No sé muy bien quién manda ahí».

Sociedad Civil Catalana, el nexo entre la consulta y los trasplantes de órganos

«Sin la solidaridad y aportación de órganos del resto de España, Cataluña no podría mantener el ritmo actual de trasplantes para salvar vidas». Esta perla forma parte del argumentario unionista que Societat Civil Catalana (SCC) repartió ayer bajo el título de «El mal negocio de la independencia».

Es una tontería del tamaño de la península ibérica, sí, pero al fin y al cabo, es también un esfuerzo, afortunado o no, por ofrecer razones para seguir formando parte de España. Es una de las novedades que representa SCC, la plataforma unionista que convocó la concentración y que a la oposición frontal a la consulta del 9 de noviembre, intenta aportar, por primera vez desde el unionismo, argumentos en contra de la independencia. Constituida en abril de este año, SCC es el enésimo intento por crear un contrapeso unionista a lo que en el campo soberanista supone la Assemblea Nacional Catalana. Es, por lo tanto, heredera de las fracasadas «De España y catalanes» y «Som Catalunya, Somos España», que organizó el 12 de octubre del año pasado.

Públicamente, se trata de una plataforma ciudadana sin ningún nexo con partidos políticos ni instituciones, e intenta ofrecer una imagen de transversalidad. De ahí la composición de la cúpula, con un exmilitante del PP como presidente -Josep Ramon Bosch- y una figura vinculada al PSC como vicepresidente primero -Joaquim Coll- Sin embargo, son muchos los han señalado los vínculos de algunos impulsores con la extrema derecha. Así, Bosch es también fundador de Somatemps, entidad antiindependentista con vínculos ultras, y el secretario de SCC, Jorge Buxadé, fue candidato de Falange Española en 1995.

Pese a que aseguran financiarse solo a través de las donaciones de los socios, lo cierto es que los asociados apenas son unos centenares, pocos para permitirse ofrecer autobuses gratuitos, como lo hicieron ayer, o para organizar actos como el de la Diada en Tarragona, con un coste reconocido de 100.000 euros.

El origen de la financiación de esta plataforma sigue siendo, por lo tanto, un misterio que solo una inspección a fondo de Hacienda, como las que le han realizado a la ANC, podría aclarar.

B.Z.