-¿Lo ha dicho el Athletic?, repreguntó en respuesta a la llamada de un periodista.

-Sí. Ya lo ha anunciado.

-Bien. Pues estoy muy contento. Ni me lo puedo creer.

Era un joven y casi incrédulo Óscar de Marcos, al otro lado del teléfono. Era julio de 2009. El club bilbaino había hecho público el fichaje, 360.000 euros de por medio, de la perla de la cantera del Alavés, en la que llevaba ocho años. Aquel chaval de aire desgarbado, veloz, que se desenvolvía en la media punta o como interior derecho, y hasta goleaba, que unos meses antes despuntaba en la Tercera División con el filial babazorro, acababa de cumplir el sueño de su vida, vestir de rojiblanco, como en las fotos que de su infancia cuelgan en su casa de la localidad alavesa de Guardia. Hoy, seis años después, acaba de prorrogar su trayectoria como león hasta 2019 con una cláusula de rescisión de 40 millones.

«No me iría del Athletic ni por todo el oro del mundo», se sinceró allá por marzo de 2011. De Marcos habla con el corazón. No es un `besaescudos'. El Athletic era su equipo de chaval, fue su sueño y es su presente y futuro. Jugador comprometido con la camiseta y lo que representa, se ganó el corazón del aficionado más insensible a base de puntos de sutura, los que le sellaron aquel «desgarRo de uretra distal y tres heridas inciso-contusas en región inguino-escrota» ante el Zaragoza en San Mamés. «¡Ese escroto pertenece al Athletic!», le hubiera vociferado desde la banda el irrepetible entrenador del Liverpool Bill Shankly.

El jugador de Guardia es una apuesta de futuro y la prolongación de su vínculo es la prueba palpable, tras haber estampado su anterior firma en 2012 hasta 2016. «Han apostado por mí, tengo que demostrarle al club que han hecho bien», declaró ayer un satisfecho futbolista, agradecido por unir su futuro al de la entidad durante cinco años más, el jugador con el contrato más largo de la plantilla.

«Ha sido fácil. Tenía mucho interes en seguir aquí y el club lo sabía», sintetizó el alavés las negociaciones. «Cinco años más que me váis a tener que aguantar», avisó con humor a los periodistas en Lezama.

De Marcos sigue trazando una trayectoria que cualquier niño rojiblanco sueña. Su aita Pedro tiene mucho que ver en ello. Sus idas y venidas desde Guardia a Gasteiz, a entrenar en la cantera alavesista. Y en apenas unos meses, de despuntar en Tercera, a debutar como titular con el primer equipo de la capital gasteiztarra en Segunda de la mano de Manix Mandiola, a verse en la órbita del Athletic en invierno y ese mismo verano de 2009 viajar a Isla Canela a las órdenes de Joaquín Caparrós. ¿El sueño hecho realidad? No. Estrenarse en San Mamés. Y con gol, ante el Barcelona en la Supercopa.

El de Utrera le enseñó a defender, Marcelo Bielsa le dio la confianza necesaria para despegar y que por momentos había perdido, con Ernesto Valverde tiene asegurados los minutos, de momento en el lateral diestro, aunque ayer le probara de media punta en Lezama. Delantero, interior, enganche, lateral diestro, zurdo... «Puedo jugar en cualquier parte del campo. En la cama también soy un poco así». La frase es del capitán Red Steven Gerrard. Como De Marcos. «No he rotado casi nada y mi cabeza está más en que soy lateral derecho, pero estoy preparado por si el míster me necesita en otra posición. Donde decida el míster tengo que estar preparado y lo estaré», se ofreció ayer.

Un jugador polivalente

Siempre optimista, familiar, amante de las películas de acción, del reggeton, euskaldunberri en ciernes, Zidane e Iniesta eran los espejos en los que mirarse, Joaquín Caparrós le otorgó el dorsal `28' cuando aterrizó en Lezama y después heredó el `10' que dejó vacante Fran Yeste. `Garban', como le conocen en su pueblo y le nombran en el vestuario -por la forma de su cabeza, de garbanzo-; `Buitre' por su particular forma de correr que nunca intentó corregir; `Demar' cuando hay que pedirle el balón en un entrenamiento; Óscar es el todoterreno que todo entrenador quiere tener en su plantilla. Polivalente, con un cuentakilómetros a prueba de partidos, tiene claro que hay que salir de la actual situación con los tres puntos ante el Celta.

«Nos metemos en una semana muy importante, hay que salir del descenso cuanto antes», sostiene. Recuperar la confianza, reclama. «Esto vuelve a empezar, así que hay que cambiar de chip», reflexiona en voz alta. Palabra de león. De garbanzo.