Supervivientes
Sorprendió el acento andaluz de Erenesto Valverde en la rueda de prensa inmediatamente posterior al partido de Almería. No solo eso, también el encrespamiento de su pelo, rizado y lleno de entradas, la furia con la que mascaba chicle sin parar, o la frase con la que despachó todas las preguntas referentes al partido y la situación del equipo: «Déjate de imagen, clasificación amigo». Un truco de prestidigitación en toda regla: creíamos estar viendo a nuestro Txingurri, pero en realidad era Joaquín Caparros haciendo de Mari Carmen, y el técnico del Athletic en el papel de una Doña Rogelia entre lo tierno y lo patético.
Chirría escuchar al capitán de la nave asumir que a día de hoy solo se aspira al mendrugo de pan duro lleno de gusanos como primero, segundo y postre. El discurso no puede ser más posibilista y pobre: cuando el equipo da síntomas de ligera mejoría ante Celta y Oporto, pero los resultados no acompañan, se alude al juego. Apenas cuatro días después toda esa mejoría se va por el sumidero en un partido de pesadilla, y entonces del juego si te he visto no me acuerdo, y el valor absoluto lo adquieren los puntos.
Seamos realistas. A día de hoy el Athletic solo tiene un discurso, tanto dentro del campo como ante los micrófonos: sobrevivir. Y la supervivencia es un ejercicio de constancia diaria, de resolver imprevistos a salto de mata, planificaciones a muy corto plazo, discursos con apenas horas de caducidad, mucho ingenio y bastante hambre. Nada perdurable en el tiempo más allá de mantener el barco lo más lejos posible del iceberg, mientras la banda sigue tocando.
En el instituto teníamos un profesor de Filosofía que no dejaba de señalar que la mayoría de los grandes filósofos de la historia habían pertenecido a familias acomodadas, o directamente ricas. Según él, esto no se debía a que los ricos fueran más inteligentes que los pobres, sino al simple hecho de que «con el estómago vacío no se puede pensar». Siendo una afirmación discutible, parece que algo parecido le está sucediendo a este Athletic. Esperemos que cubiertas las necesidades primarias de alimento y cobijo, el club vuelva a reflexionar sobre lo que le gustaría ser en el futuro, para no seguir alternando una temporada brillante con otra de pesadilla, como ha sucedido los últimos cuatro años.

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