EDITORIALA
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Dirigir al pueblo con su participación

Los vecinos de Zestoa decidirán en la próxima legislatura sobre el depósito de residuos inertes propuesto por la Diputación de Gipuzkoa en la cantera de Osinbeltz. Así lo ha determinado la institución foral junto con el Ayuntamiento de la localidad guipuzcoana. No será la primera vez que los zestoarras ejerzan el derecho a decidir sobre cuestiones que les afectan directamente. En 2004 lo hicieron en torno a la incineradora y más recientemente, en 2012, lo hicieron sobre las actividades taurinas; asumiendo, como no podría ser de otra manera, su resultado final.

La gestión de residuos es un gran problema de las sociedades actuales. El Gobierno Foral de Gipuzkoa se ha propuesto que su impacto sea el menor posible, consciente de que ese problema no es de menor orden. Así, ha puesto en marcha planes, cuyo resultado está a la vista, siguiendo las directrices de los expertos y las instituciones europeas. En cualquier caso, lejos de caer en esa suerte de despotismo ilustrado tan al uso, también procura que los ciudadanos y ciudadanas comprendan y apoyen esa política. Para ello se precisa transparencia, información, exposición de los pros y los contras, teniendo en cuenta el grado de necesidad y sopesando los beneficios y los perjuicios que pueden suponer. El ejercicio planteado en Zestoa, más allá de la consulta con que culminará el mismo, lleva consigo un proceso de participación en el que la problemática de los residuos pueda estudiarse a fondo. Planteando dudas y buscando soluciones entre todos.

Un modelo participativo que, por cierto, hasta ahora ninguna institución se ha preocupado por impulsar en torno a las muchas infraestructuras que nos afectan, y cabe mencionar la incineradora de Zubieta o el TAV, por citar algunos. No siempre es posible y gobernar es también tomar decisiones, cumplir un programa. Pero es imprescindible que se tome en consideración la voz de la ciudadanía a la hora de construir nuestros pueblos; sin entrar en juegos e intereses partidistas y sin condicionar el proceso a un hipotético resultado. Se trata de un ejercicio democrático tan sencillo, pero a la vez arriesgado, como es preguntar a la ciudadanía y gestionar nuestra sociedad en base a la voluntad y decisión manifestada por la misma.