Alberto PRADILLA
9N, nuevo hito en el proceso soberanista catalán

Otro día de autoengaño en Madrid

Las trampas al solitario del Estado le habían llevado a forzar dos posibles escenarios de 9N en los que en ningún caso salía victorioso. El Gobierno español tenía que optar por forzar la imagen de tricornios retirando urnas, nada homologable a cualquier democracia que se precie, o comprobar cómo los catalanes llevaban a cabo un proceso de desobediencia masiva ante sus españolas narices. Optó por lo segundo como mal menor. Pero esto no modifica su incapacidad para el análisis de los hechos más allá de la proclama testosterónica. La capacidad de autoengaño del establishment de Madrid es infinita y, ojalá me equivocase, hoy volverán a demostrarlo. Sus peregrinas explicaciones sirven para mantener compacta a la hinchada, pero no para comprender qué está pasando en Catalunya y, por lo tanto, actuar en consecuencia de una forma razonable. Negar mil veces la realidad o adecuarla a tu argumentario no hace que esta desaparezca, por mucho que a Mariano Rajoy le haya salido bien la jugada en más de una ocasión. No puedes decir que esto es una «opereta» y amenazar con la Fiscalía al mismo tiempo. Tampoco sirve apelar a un pacto entre bambalinas, como si este camino no se hubiese intentado previamente. Si antes había una grieta catalana en el régimen, sus ciudadanos abrieron ayer a golpe de urna un gran boquete. En Madrid va a faltar diván para tanta terapia. Porque si hay algo claro es que la solución real para Catalunya es una receta democratizadora que todavía no se ha ensayado.