Una manera horrible de cerrar una semana horrible
La plantilla gasteiztarra se salvó de una derrota más abultada por la conexión entre Iverson y Heurtel. Desquiciados, los de Marco Crespi se ganaron cuatro técnicas. Empieza a complicarse seriamente la Copa.

GRAN CANARIA 93
LABORAL KUTXA BASKNIA 77
La visita a Valencia y Gran Canaria marcaba una semana importante. En la Euroliga, un triunfo hubiera allanado el camino al Top 16 al dejar a un rival casi sin opciones, mientras que la victoria liguera facilitaría que Laboral Kutxa Baskonia se asentara en la parte alta. Ni lo uno ni lo otro. Doble derrota, incertidumbre y la Copa en el aire.
El Gran Canaria hizo sangre de una semana particularmente horrible en el seno baskonista. Desquiciados, con los rumores de nuevos traspasos otra vez en el tapete -Doron Perkins parecía haberse vuelto un complemento perfecto para Heurtel, pero vuelve a estar otra vez en la «rampa de salida». Ayer jugó solo dos minutos, momento en el que lo único que hizo fue ganarse una técnica, de forma que Marco Crespi lo castigó en el banquillo-, abusando hasta el paroxismo del triple -6 de 26 en total, con mención especial al 2 de 15 que firmaron Vujacic y Bertans- e incapaces de frenar a Bellas -es la némesis de Heurtel- y Eulis Báez. Kendall y Newley también martirizaron lo suyo a la escuadra gasteiztarra.
De hecho, aunque los 16 puntos de diferencia hubieran hecho justicia a la diferencia mostrada entre ambos bandos, cabe decir que pudo haber sido peor. De no haber sido por la conexión entre Heurtel y Colton Iverson y un poco de amor propio mostrado por Shengelia, el desaguisado hubiera sido mayor. Excepto en el segundo cuarto, único parcial en el que los de Crespi no recibieron técnica alguna, el resto del partido fue un caos por su parte. Como bien dijera el técnico varesino tras acabar el partido, «si me preguntas cómo es el ataque en pick'n roll de Gran Canaria no te sabría responder. No les ha hecho falta, porque les bastaba atacarnos con el uno contra uno».
Dos técnicas y se acabó
En todo caso, los de Aíto García Reneses, que hasta ayer solo sumaban una victoria, tampoco lograban romper el partido. Tras el 43-36 con el que se llegaba al descanso, Laboral Kutxa Baskonia apretaba un pelín las tuercas, llegándose a la mitad del tercer período con un 56-51 adverso, pero remontable.
Pero el esfuerzo mental de llegar hasta esa situación estalló en esos momentos. Marco Crespi, vehemente como pocos, se ganó una técnica, mientras que Shengelia no tardaría en sumarse al «elenco» de afectados por el arbitraje. Bellas y Báez no dejaban escapar esos regalos, así que después del 66-56 con el que se llegaba al inicio del cuarto período, Gran Canaria decidía apretar el acelerador.
Sendos triples de Newley y Urtasun fueron casi dos golpes de gracia para los gasteiztarras. Fue Heurtel quien se ganó la última técnica baskonista, desesperado por lo que pasaba y que no podía evitar. Los locales rompían el duelo, y aunque varias canastas de Hamilton y Tillie pretendían maquillar el resultado -el average general cuenta mucho para la Copa-, la desventaja al final fue la adecuada para cerrar una semana para olvidar.
Doron Perkins, Tornike Shengelia, Thomas Heurtel y el propio Marco Crespi vieron sendas técnicas, fruto de una actuación grupal desquiciada de los gasteiztarras. Faltó, amén de defensa o acierto, mucha calma.
«En el uno contra uno no hay coach, hay cojones»
«Nos han metido 32 puntos en la defensa uno contra uno. En la defensa individual no hay entrenador; hay energía, intensidad y cojones». Así de claro -y castellano- se refería un Marco Crespi encendido por el partido de sus muchachos.
«Como entrenador me pongo enfrente del equipo para asumir la responsabilidad. Pero en la defensa uno contra uno, no hay entrenador», insistía.
Sobre la ración de banquillo de Perkins, Crespi sorprendía al afirmar que «su cara era la de alguien que no está integrado. El tema de la rotación no solo responde a un rol en la cancha». A. G.

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