H ay artistas que creen que si muestran sus interioridades en público pierden la aureola de fama y misterio que les protege del paso del tiempo. Nick Cave no tiene ningún problema en revelar al mundo los secretos de su proceso creativo, saliendo airoso del trance y hasta ganando en carisma y magnetismo personales. Es lo que marca la diferencia entre quien se autoconsidera un genio y aquel que realmente lo es.

El músico, cantante y escritor australiano hace una influyente contribución a la docuficción musical, dentro de la constante ruptura de límites que se está produciendo en tan rica fusión de géneros. Erigiéndose en narrador en primerísima persona concilia el retrato autobiográfico con la representación escénica, descubriendo que las grandes figuras de la música también tienen su rutina. En el quehacer cotidiano no se diferencia mucho de un oficinista, pues trabaja todo el día en el despacho de su casa en Brighton delante de una vieja máquina de escribir, parando únicamente para comer o ver la televisión con sus hijos. Cuando sale es para ensayar con su ímtimo y necesario colaborador Warren Ellis, o para ocuparse de preservar los materiales gráficos y sonoros en el archivo que reúne su obra.

En la jornada ficticia diseñada para la película no falta la visita al sicoanalista Darian Leader, lo que le viene muy bienpara recordar su infancia y juventud. El trayecto lo realiza en su coche clásico, tan elegante como los trajes de sastre que viste. En el interior del vehículo tienen lugar una serie de imaginarias conversaciones con distintos acompañantes, que no dejan de ser los fantasmas de su vida. Así de su pasado australiano reaparece la cantante Kylie Minogue, el músico Blixa Bargeld emerge de su etapa berlinesa con The Bad Seeds y el actor Ray Winstone, que representa su relación con el cine a través de las bandas sonoras que ha compuesto junto al ya mencionado Warren Ellis, le propone un diálogo entre colegas acostumbrados a subirse a un escenario. A tal efecto The Birthday Party vendrían a ser sus comienzos más histriónicos y sobreactuados.