Una noche inolvidable
Un gol de Roberto Cuevas dio el empate a los azulgranas en la única visita del Real Madrid a Eibar, hace ya una década.

El teléfono de Roberto Cuevas no deja de sonar estos días. Muchos periodistas -«ya he perdido la cuenta», reconoce con una sonrisa-, pero también amigos, que «me mandan el vídeo del gol, como estos días sale en tantos sitios».
El gol. Así, no hace falta añadir nada más para saber a cuál se refiere. El mismo por el que el centrocampista de Abadiño recupera protagonismo en los medios estos días. El único que ha sido capaz de hacerle el Eibar al Real Madrid. Porque la del sábado será la primera visita liguera del equipo madrileño a Ipurua pero no su estreno en el estadio eibarrés, que vivió una de sus noches mágicas hace ya más de diez años, cuando tuvo contra las cuerdas al Real Madrid de, por aquel entonces, Carlos Queiroz.
Fue una gran temporada de los eibarreses. «El equipo jugaba bien, hubo buenos resultados -recuerda Cuevas-, aunque al final nos deshinchamos un poco». Un final un tanto anómalo porque antes de que concluyese la campaña la Real alcanzaba ya un acuerdo para el curso siguiente con José Mari Amorrortu, que dividió su tiempo en las últimas semanas, con el objetivo de la permanencia ya cubierto por los azulgranas.
Pero entre todos los buenos recuerdos que dejó aquella campaña 03/04, ninguno como el de la noche del siete de enero de 2004. «De toda la eliminatoria, en realidad -puntializa uno de los principales protagonistas de la velada-. Desde el sorteo nos vimos en una especie de burbuja. Era un sueño y lo vivimos como tal. Además fue muy bonito porque José Mari decidió que la Copa la jugasen los futbolistas que menos minutos estaban teniendo en Liga pero que entrenaban fenomenalmente. Y pese al cambio el equipo lo hizo muy bien». Tanto, que el Real Madrid tuvo que echar mano de toda la «santidad» de Iker Casillas para salir vivo de Ipurua. «Fue increíble. Te pones a pensar cómo pudo haber acabado aquello...», suspira Cuevas. «Casillas demostró aquella noche quién era, no me explico cómo hay gente que a día de hoy le cuestione. Aquel día hizo paradas de todos los colores, de todo. Y cuando no pudo él, la madera, porque recuerdo una ocasión de Corredoira que peló en el larguero. Te pones a pensarlo... Vaya noche».
Casillas fue uno de los pocos galácticos que se trajo a Eibar Queiroz, convencido de que su equipo tenía potencial suficiente para solventar la eliminatoria sin despeinarse. Y entre las paradas de Casillas y el gol de Guti a la media hora, pareció que la realidad le daba la razón. Hasta que, en el descuento del primer tiempo. Cuevas conectó un cabezazo en un saque de esquina, restableciendo las tablas y metiendo el miedo en el cuerpo a su rival. El atacante lo recuerda «como si hubiera sido ayer. En mi carrera he ido acumulando muy buenos recuerdos, no solo goles: partidos, debuts... Pero indudablemente ese es uno de los mejores. Me acuerdo perfectamente. Bueno, y si no, ya me lo habrían recordado -se rié- porque esta semana lo he visto en varios sitios, me lo mandan los amigos por teléfono o al correo... Como para olvidarse».
Aunque, por encima de ese gol, Cuevas se queda «con el partido en sí, con el ambiente que se vivió en Eibar desde los días anteriores, durante el partido... Fue increíble». También con la experiencia, una semana después, en el Santiago Bernabéu. Queiroz ya no quiso saber de experimentos y el Eibar se encontró enfrente a Roberto Carlos, Zidane, Ronaldo o Figo. Los dos últimos, precisamente, anotaron los goles de la victoria merengue en otra noche «inolvidable. Por todo. Para empezar porque somos el único equipo que ha llevado un aizkolari al Bernabéu, a ver quién más hace eso», sonríe Cuevas -Bihurri realizó una exhibición en el exterior del estadio madrileño antes del encuentro-. Pero sobre todo porque «también el equipo lo hizo muy bien allí. Y tuvimos ocasiones, me acuerdo una clara que se me fue por encima del larguero... Pero luego llegó el gol de Ronaldo, el de Figo... y se acabó el sueño».
Un equipo diferente
No la memoria. «Es imborrable, un recuerdo buenísimo» y contribuye al afecto que siente Cuevas por la entidad azulgrana -en la que militó en una segunda etapa, ya en Segunda B-. «Siempre digo que el Eibar es como mi casa. Más allá de cómo nos haya ido en cada momento deportivamente, siempre se han portado de diez conmigo, si he tenido algún problema han estado ahí. Es un gran equipo, diferente a cualquier otro».
Por eso el futbolista se alegró tanto «por el ascenso y por que saliese adelante la ampliación de capital, porque realmente se lo merecían». Y se congratula igualmente por su buen papel «en Primera. Espero que no tenga problemas para mantenerse. Y creo que será así porque es un equipo que sabe a lo que juega, que lo hace bien, sin volverse loco y dando todo lo que tiene». Ni siquiera descarta que pueda «dar la sorpresa este sábado. El Real Madrid es un equipazo, quizá el mejor del mundo ahora mismo, pero ¿por qué no?».
A Cuevas le toca seguirlo desde Balmaseda, donde juega desde hace un par de años. «Ya podía haber pasado todo esto hace diez años -sonríe-. Aunque tampoco me voy a quejar. También vivimos buenos momentos en Eibar». Ahora vive la otra cara del fútbol, después de que una rotura de ligamento cruzado le enviase al quirófano la pasada primavera. Ha superado lo más duro y ya empieza a correr y tocar balón. «Queda lo mejor, la reaparición. A ver si puede ser en un par de meses». Posiblemente no se llevará tantos flashes como aquel gol a Casillas, pero Roberto Cuevas lo guardará en el mismo cajón de los grandes momentos.
Didac Vilà pasará hoy por el quirófano
No tiene suerte Didac Vilà, que todavía no ha podido debutar con el Eibar. Hoy volverá a pasar por el quirófano, aunque se trata de cirugía menor, como consecuencia del «bocadillo» que sufrió hace dos semanas en el entrenamiento previo del encuentro frente al Rayo.
El jugador sufre un hematoma intramuscular en el cuádriceps derecho, que no se ha drenado solo como suele ser habitual, por lo que se le realizará una pequeña cirugía, con anestesia local, para quitárselo antes de que se enquiste. La recuperación será rápida, aunque estará al menos tres semanas de baja.
Dejan Lekic, por otro lado, entrenó ayer con el grupo, con lo que podría estar en condiciones de enfrentarse al Real Madrid. No es el caso de Piovaccari, que de momento solo realiza carrera continua y que no forzará su reaparición.
Jugadores, técnicos y responsables del Eibar, por otro lado, visitaron ayer el Museo de la Industria Armera de la localidad, que celebra este año el centenario de su fundación. A.U.L.

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