Los estudios de impacto no siempre concuerdan y sus conclusiones varían en función de múltiples variantes pero todos coinciden en que un ascenso a Primera se traduce en una lluvia de millones a la comarca afortunada. No es fácil de calcular y, probablemente, los números reales no coincidan con los estimados, que acostumbran a sonreir a quien encarga el estudio, pero es evidente que el fútbol mueve mucho dinero también fuera de los terrenos de juego.

Eibar supuso un buen ejemplo el pasado sábado. El Real Madrid se llevó los tres puntos pero no fue el único ganador del partido. La fiesta que vivió la localidad guipuzcoana a lo largo de toda la jornada propició que la lista de beneficiados se ampliase. Los hosteleros de la zona centro y de los aledaños del campo, la tienda oficial del club y el Club Ciclista fueron algunos de los vencedores del día.

Sobre todo porque a Eibar se acercaron muchas personas de localidades vecinas. «Había gente de Zarautz, de Deba, de muchos pueblos de Bizkaia...», explican en la Gastroteca Arkupe, un céntrico local de la ciudad. Es decir, que el movimiento de dinero no se limitó a un intercambio de euros entre eibarreses. Y fue mucho el que se movió. María, camarera del Arkupe, asegura que «en diez años no había visto nada parecido, sobre todo porque fue mañana, tarde y noche. Teníamos la zona de comedor reservada para comer y cenar desde hacía más de un mes. Si normalmente sacamos unos cien pinchos, el sábado fueron más de 300...». Y así todo. Hubo quien tuvo que salir a la carrera, en plena madrugada, en busca de hielo porque se había agotado. «No me extraña -prosigue María-. A nosotros no nos pasó porque fuimos bastante previsores pero es verdad que llegó un momento en el que no daba tiempo a enfriar las bebidas porque según las metíamos en las cámaras ya las estábamos sacando otra vez. Llegamos a estar trabajando doce personas a la vez y sin tiempo ni de ir al lavabo». La camarera del Arkupe asegura que ni siquiera el pasado 31 de mayo, cuando Eibar se echó a la calle para celebrar el ascenso, se vivió «algo comparable. Y este próximo fin de semana, que la víspera de San Andrés (patrón de la localidad) coincide en sábado, y suele venir mucha gente de fuera, tampoco se moverá tanta gente».

La tienda oficial del club, Deportes Askasibar, también dio buena cuenta de lo especial de la jornada. No hubo que reforzar el personal «pero no cerramos a mediodía. Todo el día estuvo viniendo gente a por artículos del Eibar», explica Marifeli Askasibar. Los más exitosos, «las bufandas y las banderas» (entre 12 y 18 euros) pero no fueron pocos los que se rascaron el bolsillo para pagar los 55 euros de una camiseta de adulto. Las tallas infantiles «están agotadas desde mayo». Y es que aunque «lo del sábado fue impresionante, vino muchísima gente y además mucha gente era de fuera», la locura por los colores azulgranas se desató hace ya algunos meses. Y no cesa.

«Desde que se pusieron a la venta las nuevas equipaciones no hemos dejado de venderlas -explica-. Antes de que llegue una remesa ya estamos pidiendo la siguiente porque continuamente viene gente a comprarla». Y no solo de Eibar. «Mandamos un montón de paquetes a los sitios más variados. A El Ejido, a Suecia..., nos llegan pedidos de todas partes».

Éxito relativo

Pero el dinero que se dedica a un capricho se deja de gastar en otro. Las dos caras de la moneda las experimentó el Club Ciclista Eibarrés, otro de los ganadores de la jornada, aunque el éxito fuera relativo.

La entidad eibarresa celebró el pasado sábado la 12ª edición del Txistorra Eguna, una fiesta que organiza anualmente el fin de semana anterior a San Andrés y con la que cubre parte de un presupuesto -algo menos del diez por ciento, en el mejor de los casos- cada año más difícil de completar como consecuencia de la crisis. El calendario de Primera le ha premiado este año con la visita del Real Madrid, lo que se ha traducido en un éxito rotundo de ventas. «Solemos comprar entre 260 y 280 kilos de txistorra -explica su presidente Moisés Artaetxebarria-. Este año hemos sido previsores y han sido 400». Y todos han volado. «Para las dos del mediodía habíamos vendido dos tercios y decidimos reservar el resto para la tarde. El txakoli también se agotó por la mañana», se felicita Artaetxebarria. Pero la principal ganancia llega a través de las rifas que se ponen a la venta «porque los pinchos y las bebidas nos dejan poco margen. Y sería menos sin el trabajo de todos los voluntarios que están aquí todo el día trabajando, igual que tampoco haríamos nada sin las firmas y los establecimientos que colaboran». Y en lo que respecta a las rifas, el día no fue tan bueno. De hecho, «vendimos menos que otras veces. Yo lo entiendo. Son dos euros, parece que no es nada, pero si tienes que gastar en los pintxos, en los potes, si comes fuera, el partido... No hay dinero para todo, menos en los tiempos que corren, y la gente prefiere tomar un pintxo y un vino con los amigos que comprar una rifa. Aunque para nosotros sería mejor al revés».

En cualquier caso, reconoce que «todo cuadró, el buen tiempo, el partido, la hora a la que se jugó...», para arrojar un balance «muy satisfactorio». Aunque no tanto como para cambiar las fechas del Día de la Txistorra del próximo año. «Será el 21 de noviembre», adelanta, aunque sonríe al reconocer que seguirá con más interés el sorteo del calendario. «Primero, espero que se mantenga el Eibar. Y si luego tenemos suerte y nos vuelve a coincidir un día así, mejor».