Van un catalán, un vasco y un italiano...

El fenómeno «norte-sur» está haciendo estragos en la comedia localista, y esto ya empieza a ser insoportable. Todo recuerda a aquellos chistes de «van un catalán, un vasco y un italiano...». Tales identidades en «Dos a la carta» son representadas respectivamente por los actores Adrià Collado, Andoni Agirregomezkorta y Marcel Tomàs, que hace de Marcello.
Personalmente, no soporto ir al cine y encontrarme con un humor de sitcom televisiva, por la sencilla razón de que en casa puedo cambiar de canal, pero en la sala oscura no tengo escapatoria. Esta comedia del realizador gironí Robert Bellsolà tiene el nivel de una teleserie local, con sus bromas de andar por casa. Y los cameos son también los que se estilan en la pequeña pantalla, con el cantante o el músico que se prestan a salir para promocionarse y, como no, el cocinero con estrellas Michelin de turno. Tampoco falta la locutora de radio famosa que parece coordinar a tanto invitado.
La deformación televisiva alcanza también a la publicidad, que hace tiempo que dejó de ser subliminal en las películas, y ocupa su propio espacio. Toda la película podría ser un anuncio del turismo rural en el Empordà, amenizado con reclamos añadidos de distintos productos como la cerveza, el cava o el fuet.
Y como no tengo mucho más que contar, voy a aprovechar la ocasión para aclarar un viejo contencioso, en mi opinión carente de base, sobre el distanciamiento entre crítica y público con respecto al cine de humor. Vaya por delante que la comedia es mi género preferido, y antes que nada este comentarista es un espectador más. El hecho de reírse, y me da vergüenza tener que explicar esto, no significa necesariamente que aquello de lo que te estás riendo sea algo bueno o inteligente. Todos nos hemos reído alguna vez con un chiste tonto, y con las películas cómicas pasa exactamente lo mismo. Estoy harto de leer en internet comentarios de usuarios que se quejan de que la crítica pone mal una película en la que el comunicante en cuestión se ha reído. Y con «Dos a la carta» ha vuelto a suceder, porque es así de tópica.

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