Mikel INSAUSTI
Zinema kritikaria
CRíTICA: «Jimmy's Hall»

Una utopía revolucionaria que acabó en deportación

El cine poco puede hacer para que los errores históricos no se repitan, pero Ken Locah en su última etapa prefiere sacar lecciones positivas del pasado que perder el tiempo lamentándose de la inacción contemporánea. Es una actitud muy lógica a sus 78 años, cuando ya le persigue la idea de dejar definitivamente la ficción. No obstante, «Jimmy's Hall» viene muy a cuento, porque es una película de época que conecta con su documental previo «El espíritu del 45», como si el veterano cineasta y su guionista Paul Laverty quisieran llamar la atención sobre las grandes oportunidades perdidas en el pasado siglo, y que nos han llevado irremediablemente al callejón sin salida actual.

La pregunta que uno se hace al salir de la proyección es obligada: ¿Qué hubiera sucedido en Irlanda si no llegan a deportar al activista Jimmy Gralton? Creo que ese es el punto exacto de reflexión en el que el viejo Loach quiere colocar al espectador. No hay posible vuelta atrás, pero el cine tiene esa capacidad de transportarnos a otro tiempo y a otro lugar, que es una forma de abrir nuestras mentes y liberarlas de las cargas de prejuicios acumuladas con respecto a las utopías y proyectos revolucionarios fallidos.

El sueño de Jimmy Gralton sigue vivo, tanto en cuanto surgió en una situación de crisis económica parecida a la nuestra, con el Crack del 29 como telón de fondo. El suyo fue un movimiento alternativo como los que se dan ahora, pues se trataba de reconvertir un local abandonado en un salón de baile y centro de reunión, donde los jóvenes podían hablar de política y de cultura. Fue un intento por crear una dinámica de progreso en una zona rural deprimida como el Condado de Leitrim.

Como movimiento de izquierdas que era tuvo desde el principio la oposición frontal de la Iglesia Católica y de los terratenientes del lugar, que no estaban dispuestos a que creciera la oposición a los desahucios y expropiaciones. Gralton trajo de los EEUU la música de jazz y la organización huelguista, que combinadas resultaron tan provocativas como para enviarlo de vuelta al exilio.