Jon ORMAZABAL
Campeonato del Cuatro y Medio

Siempre encuentra refugio

El saque y buscarle la zurda a un Saralegi dubitativo le bastaron a Olaizola II para lograr su octava final.

OLAIZOLA II 22

SARALEGI 9

No está siendo, ni mucho menos, el campeonato más brillante de Aimar Olaizola. De hecho, el propio pelotari mostró su extrañeza por haberse colado en su octava final de la distancia, con lo que iguala a Patxi Eugi como el que más ha disputado en el acotado, pero el de Goizueta es de esos deportistas que es capaz de encontrar refugio hasta en las situaciones más complicadas y ayer halló la manera de poder defender su txapela, otra vez ante Martínez de Irujo, a falta de confirmación oficial, dentro de 15 días en Bilbo.

En su compromiso de ayer, el siete veces campeón del acotado encontró un filón en las dudas de Ekaitz Saralegi en esa zurda que llevaba cuatro semanas sin competir en serio. El de Amezketa dijo no tener dolores físicos al término del partido, pero las dudas y las limitaciones mentales pueden ser muchas veces más perjudiciales y el de ayer fue un claro ejemplo de ello.

Empujada probablemente por el incosciente, la zurda del guipuzcoano rehuyó al contacto con la pelota con la intensidad habitual, con lo que el de Goizueta encontró enseguida la vía por la que hacerle daño. Dentro del amplio catálogo de perfiles que posee, Aimar Olaizola se puso ayer el mono de trabajo, puso su modo más práctico y su partido fue una continua búsqueda de la zurda de su rival.

Tanto de saque, jugada con la que sumó hasta seis tantos directos, como básicamente a bote, el de Goizueta trató de que su compañero de entrenamientos tuviera que jugar continuamente arrimado a la pared, con lo que consiguió su buen número de tantos o si no, fue abriendo huecos para poder conectar ese gancho de zurda que nunca le falla.

Las faltas, la puntilla

Sin embargo, superados sus temores iniciales, Ekaitz Saralegi tuvo su momento. El vigente campeón de la distancia tampoco estaba para demasiados alardes y, tomándose más riesgos en ataque, comenzó a meterse en el partido y a poner en ciertas dificultades a un Aimar Olaizola que también mostraba pequeñas fisuras.

Sin embargo, las opciones de Saralegi se esfumaron en el saque, sin contacto con la zurda, pero que sí demostró que los problemas del de Amezketa residían tanto o más en su confianza que en ese dedo fracturado el 2 de noviembre en Eibar ante Xala. Ninguna fue oportuna, pero la tercera de las tres faltas que cometió el amezketarra -no llegó al tres después de que Aimar amagara el resto de aire- supuso el comienzo del fin de sus aspiraciones.

Y es que llegó en el que era su mejor momento, justo después de conectar su primer saque-remate en el 12-9. Su rostro al girarse fue el preludio del parcial de 9-0 con el que Aimar finiquitó su pase a su octava final.