La que fuera durante muchos años una de las citas más ilusionantes de la temporada ha perdido atractivo. El Eibar sigue siendo un equipo modesto, pero su desembarco en Primera División le permite enfrentarse a todos los grandes de la Liga sin tener que superar un calvario de eliminatorias y confiar en la benevolencia del bombo. La Copa se ve desde otra perspectiva, hasta el punto de que la otrora ilusión pueda llegar a considerarse hoy un obstáculo.

No lo van a reconocer los azulgranas, que se ciñen al discurso habitual en estos casos. «Sinceramente, lo que es importante para nosotros, lo que le va a dar vidilla al club y a la ciudad, es mantenerse en Primera -reconoce Manu del Moral-. Pero la Copa siempre es una ilusión para todo el mundo y no podemos dejarla de lado. Es una oportunidad para seguir dándonos a conocer, haciendo que se reconozca nuestro trabajo y mejorando. No la vamos a tirar».

Lo cierto es que, aunque evidentemente el Eibar no vaya a regalar la eliminatoria, el cuadro copero no le ofrece demasiados alicientes, al menos hasta cuartos de final. De superar al Getafe en esta ronda, se enfrentaría al ganador del emparejamiento Betis-Almería para, en el mejor de los casos, vérselas con la Real en cuartos.

A los alicientes limitados del calendario copero se le unen los problemas derivados de una plantilla igualmente limitada, que además disputa la temporada más exigente en la historia del club y sin un filial que pueda guardarle mínimamente las espaldas. Con solo 23 fichas, incluyendo tres de los guardametas y la incógnita de un Didac Vilà que todavía no ha podido debutar por sus diferentes problemas físicos, las alternativas de Gaizka Garitano para confeccionar sus convocatorias se reducen al máximo ante cualquier mínimo inconveniente.

Aunque también es cierto que el técnico armero viene repartiendo todos los minutos ligueros entre poco más de una docena de jugadores, con lo que la Copa puede conllevar sus beneficios en forma de competición para los futbolistas con menos participación y, como consecuencia, con menor ritmo.

Pero con una plantilla tan reducida, los jugadores con menos protagonismo en la Liga no alcanzan para alinear formaciones completas en una segunda competición, con lo que a un puñado de futbolistas se les acumularán forzosamente los minutos. Puede ser un problema en esta recta final del año, en la que el Eibar disputará cinco encuentros en solo 16 días -Almería, Sevilla, Valencia y el doble choque ante el Getafe- pero más aún lo sería en el arranque de 2016, con la disputa de octavos y cuartos de final en apenas dos meses.

El propio Eibar tiene una referencia bien cercana de la factura que pueden pasar las alegrías coperas. Hace dos cursos, en lo que supuso el inicio de la época dorada que está viviendo el club, los armeros eliminaron al Athletic en 1/16 de final -era la cuarta ocasión en que podían con un equipo de Primera-, para caer después ante el Málaga. Y precisamente tras la derrota en La Rosaleda vivieron su peor momento de la temporada (cuatro derrotas, tres empates y una sola victoria en siete jornadas), que a punto estuvo de frustrar las posibilidades de ascenso a Segunda A, que acabarían conquistando en junio, e incluso de llevarse por delante a Garitano.

A cambio disfrutaron de unos octavos de final, algo que solo habían conseguido en dos ocasiones anteriores, ante el Real Madrid en la campaña 03/04 y la Real en la 86/87. Esta vez les bastará con superar al Getafe para conseguirlo.