Mikel Zubimendi
Elkarrizketa
EVARISTO Páramos
Autor de «Cuatro estaciones hacia la locura»

«El cantante es un muñeco; escribir es más peligroso porque te muestras»

Provocador, sagaz, combativo y lenguaraz, es considerado por muchos como el mejor letrista del país. La conexión emocional y la huella de sus canciones es enorme. Presenta ahora su segundo libro, y con él se nos presenta como un Evaristo más tierno, quizá menos punki, conjugando nuevos signos y alfabetos del conocimiento, reivindicando su vértigo en el equilibrio imposible de la siempre relativa locura.

Evaristo Páramos dejó un día el taller mecánico para dedicarse al punk-rock. Las letras, sin embargo, nunca le han sido ajenas. Irreverente y punzante, es considerado por muchos como el mejor letrista del país. Y si consideramos al letrista como un escritor especializado en canciones, seguramente podría hablarse de uno de nuestros escritores con más éxito e impacto internacional. Un grande, a su manera y estilo, entre los grandes de nuestras letras.

En 2002 publicó «Por los hijos lo que sea» con la editorial Txalaparta, en el que recogía pensamientos filosóficos, relatos y textos inclasificables sobre lo divino y lo humano. Ahora presenta su segundo libro, «Cuatro estaciones hacia la locura», de la mano de Desacorde Ediciones. Un trabajo lírico, un tanto lunático, que interpreta sueños y exorciza propios demonios. Un «dar bola» a las cosas que vienen y van en la cabeza de alguien que, desde que era «un chavalín», siempre ha hablado en largos monólogos interiores.

Evaristo se balancea al borde del vértigo, reivindica sus angustias y mira a los ojos a sus propios miedos. Plasma en sus letras la inconsciencia y sus fuerzas, el equilibrio imposible de la siempre relativa locura. Un Evaristo más tierno, quizá menos punki, que se sublima con el ruido de la hojarasca, con la puesta del sol, con los árboles que se balancean con el viento. Algo que tampoco sorprende en quien cantaba aquello de que «somos lirios, somos rosas, somos lindas mariposas».

¿De dónde salen estas letras, estos textos de las «Cuatro estaciones hacia la locura»?

Empezó dando un paseo y a la vuelta del paseo me dio por escribir sobre sensaciones diferentes, me dio el punto por escribir todo eso. De escribir una vez, luego me dio por ponerme una especie de autodisciplina y me puse a escribir más y más y, ya ves, ahora con las ilustraciones hasta parece un libro.

¿Quizá salen de una irrefrenable necesidad de escribir lejos, muy lejos, cuanto más lejos de la opresiva realidad, mejor?

No sé, es una contradicción porque siempre he estado en todo tipo de follones, entre gente, en líos, en festis, en bares y, al mismo tiempo, me acuerdo que de chavalín, de chiquito, era de estar solo y de jugar siempre aparte. Soy géminis y, ya sabes, un gemelo para cada lado.

Escribe después del paseo, sobre las impresiones que le deja la naturaleza. ¿Tiene más tiempo ahora para observar, para respirar, para escuchar a sus oráculos internos?

Me lo doy, intento dármelo por todos medios. Pero siempre he tenido más tiempo, ahora tengo menos porque hago más cosas que cuando me drogaba.

¿Es un Evaristo más místico o el mismo de siempre, ese Evaristo un poco fulano al que le gusta revolverlo todo?

No, yo creo que siempre he sido así de imbécil. Pero también te digo que me gustaría encontrar un punto de tranquilidad y lo encuentro ahí, cuando salgo, en mis paseos y en la naturaleza. A alguien que escribe lo que escribo yo siempre le hubiera considerado como un loco, como alguien que está muy mal de la cabeza. Pero...

Pero en este mundo en el que quien no está loco está como una cabra, ¿qué es la locura?

Igual es un refugio también, un sitio allí.

El tarot, las cartas indias, las runas escandinavas... son signos, símbolos y alfabetos con los que tiene afición y práctica. ¿Hasta qué punto han influido en este libro?

Han influido en todo. Para mí es el punto, es lo que se busca, una especie de conocerte. Es lo que se supone que ponía en el Oráculo de Delfos, aunque no he estado nunca allí. También ponía que nada en exceso. Y creo que no he hecho ninguna de las dos en toda mi puñetera vida. Lo de conócete a ti mismo es un principio, está bien y ya va siendo hora, tenemos una edad para irnos conociendo algo.

En su libro se pregunta: «¿Cuándo perdimos el conocimiento de la muerte y lo cambiamos por el miedo a morir?». ¿A qué le tiene miedo Evaristo?

Pues a la muerte me di cuenta que le tenía miedo. Pero es porque la desconocemos y me imagino, no sé, «En busca del fuego» y estas películas de aquellas que había, me imagino una gente con melenas, sentados allí al lado del fuego a la noche y comiéndose unas setas o alguna ostia así, y estando en contacto con la vida y con la muerte, con las dos partes. Me los imagino con conocimientos del tema, sabiendo qué ocurre después, pudiendo entrar a la otra parte y volviendo. Luego, a base de irnos civilizando, todo eso se perdió. Y creo que es un atraso. Si viviéramos sin miedo a morir, por ejemplo, la sociedad sería muy otra. Cuando llega la religión y todo lo que acabó con el chamanismo y todo lo que había, se jodió. Porque te ponen al chamán como un idiota que mueve las maracas, pero no fue así. Ni mucho menos.

¿Para usted escribir es plasmar sus monólogos internos, las conversaciones con su sombra, delante del espejo?

Sí. El mío es un caso en el que el cerebro va todo el rato a toda caña. Y se supone que una persona evolucionada debería saber pararlo para poder trascender.

Está considerado uno de los mejores letristas del país. ¿Es diferente escribir canciones que los textos de este libro?

Sí, porque en las canciones te tienes que meter más al tono y al tiempo de la canción, está bien pero te tiene un poco atrapado, si tienes cuatro sílabas, cuatro sílabas tienen que ir. Sin embargo, aquí puedes alargar y recoger lo que quieras. Está bien. Y luego está todo ese rollo que tengo oído, ¿cómo es? ¿Pánico hacia la hoja en blanco? Solo hay que llenarla y luego no tener vergüenza de que todas esas chorradas las lea la gente.

Comenta a menudo que el cantante es un muñeco, ¿el Evaristo escritor es parte del muñeco?

No. Es más serio. Escribir es más peligroso, porque te muestras. A no ser que fuese muy bueno escribiendo novelas y diálogos entre la gente y así, pero para eso soy un matado cien por cien. Entonces lo único que puedo escribir es lo que hay y, por lo menos, que sea auténtico, que sea verdad.

En su libro aparecen árboles, plantas... linces, lobos... ¿quizá porque la gente cansa y necesita distancia de todos esos que le tienen por el «puto amo»?

No es que esté cansado de la gente, pero es algo que me viene desde crío. Siempre he tenido ese lado, el de largarme por ahí y apartarme. De chavalín, con ocho o diez años o así, me piraba lejos y cuando veía que nadie me miraba, me ponía a cantar a grito limpio. Me gustaba mucho. Por otra parte, escribir es para mí una especie de plan de fuga como el de los presos, me escapo y me voy allí. Se está bien, se está cómodo.

Siempre ha tenido criterio propio y reflexión picante que a nadie deja indeferente. Cuando saca a bailar a su pluma, ¿cómo ve la realidad actual?

Horrible. Cada vez el poder da una vuelta de tuerca más y me da la imprensión de que vivimos en un mundo que... que sí, que hay una raza extraterrestre que está preparando la invasión, que tiene unos agregados aquí... que... sí, porque ya no encuentro una puñetera explicación, porque cada día es más bestia, más cruel y más opresivo, cada vez lo veo peor. No hay más que ver cómo andamos y cómo anda la gente. Y es que cada vez es más salvaje... Genghis Khan era una madre comparado con el sistema actual.

En su libro habla de la necesidad de poner cargas de dinamita en los puentes del pasado. ¿A qué se refiere?

Es algo personal. Es que no me pueda el haber estado en la Polla y otras movidas personales, que no me puedan las vivencias del pasado. Es un cortar y un volver a arrancar, es saber empezar todas las veces que haga falta y una más. Y como dicen en Oñati, en concreto en Araotz, «xakenaxak» (¡es lo que hay!).

Por último, dice que es «quien finge ser humilde con un ego que te cagas». ¿Es así? ¿Tiene aún mucho por mejorar?

Sí, sí. Tengo espejos en casa y me veo, y cualquiera que me conozca te lo podría decir. El tío que ha intentado enseñarme kung-fu durante años y mi vieja también piensan eso. Y es que tengo muchas cosas que aprender y que mejorar dentro del muñeco, sí, hay que mejorar el muñeco, hay que hacer un muñeco más decente que este. Es una opinión, pero ya que soy yo igual es la que vale.

Locura

«A alguien que escribe las cosas que escribo toda mi vida le hubiera llamado loco, que está mal de la cabeza. Pero la locura es también un refugio, un sitio allí»

Decidir

Tratos libres entre pueblos libres. Es una idea anarquista que me gusta. En una Euskal Herria libre primero la cagaríamos un poco para tener experiencia, pero decidiríamos aquí»

Géminis

«Siempre he estado metido en follones, entre gente, en líos, en festis, en bares... pero desde chavalín he sido de estar solo y de jugar aparte; ya sabes, soy géminis, un gemelo para cada parte»

«Podemos puede ser una oportunidad para que nuestros vecinos espabilen y para llevarnos bien de una puta vez»

Comenta en su libro que las luchas a emprender deben ser ingeniosas. ¿A Podemos, como novedad, le ve ingenio?

Quiero verles cuando toquen poder, ahí quiero ver el ingenio y todo el tema. Unos días me dan para un lado y otro día para el otro. No me gusta el nombre del conjunto, no me gusta Podemos como nombre, es como empezar rindiéndote. Tampoco me gusta que me pongan como referencia política y así, gente que está preparada y así, me están inflando últimamente con un rollo que yo tenía que ser no se qué y no se cuánto. ¡Sacadme de ahí! ¡Por favor!

Soy un gallego afincado y yo lo veo más como Euskal Herria y los vecinos. Lo veo desde ese punto de vista, no consigo verlo desde otro porque he leído mucha historia y bien contada. Puede ser una oportunidad de que los vecinos espabilen de alguna manera y para llevarnos bien de una puta vez, porque vecinos vamos a seguir siendo, es una cuestión geográfica. Luego los de Podemos tendrán sus movidas propias, sus corrupciones o no, sus historias, por donde vayan, pero sí debería servir para eso.

Gigantes de antes hoy tienen pies de barro. Mire a España, con la corrupción desparramada, la movida de Catalunya, una economía a la deriva. ¿Cómo lo ve?

España es un país mal montado. Su patrón nunca estuvo en Santiago y lo de patrona es mentira como lo de toda las vírgenes. Yo he estado en Zaragoza de pequeño que te hacían besar la piedra esa, te hacían besar un hueco en la piedra que yo me imagino que decían que se había desgastado de tanto besarla. Y decía yo, ¡qué guarrada!, primero, y segundo me imagino al fraile con el cincel, dándole un cachico toda la noche para que se desgastara. Y luego la conducta que históricamente tiene España es bastante mala, por decirlo suavemente.

Tratos libres entre pueblos libres, una idea anarquista que le gusta. ¿Cómo ve la posibilidad de una Euskal Herria libre?

Yo creo que sería mejor. Decidiríamos por nosotros mismos. Primero la cagaríamos un poco, supongo, para tener experiencia y así. Sí, lo estoy viendo ahora en ayuntamientos como Agurain y Oñati, por ejemplo. Veo gente que se decepciona con cosas y que se ilusiona con otras. Como todo. En Agurain tienen movidas con el acceso al casco viejo, luego hay otras historias, hay que comerse la deuda que había y aquí en Oñati, bien, no sé, es un flipe. M. Z.