Alberto PRADILLA
Ante un nuevo ciclo político

Los tiempos de Podemos y las prisas en Euskal Herria

Los tiempos de Podemos y las exigencias diarias amenazan con reducir el debate sosegado a un monólogo entre «haters» y «believers». Sus previsibles buenos resultados serán determinantes, también en Euskal Herria. Los próximos dos meses ayudarán a resolver la posición del partido ante cuestiones clave. Mientras tanto, se estructura internamente.

El «terremoto Podemos» ha desatado los nervios. La rapidez de su ascenso, también en Euskal Herria, no viene acompasada por una estructuración interna que requiere tiempo, lo que ha terminado por desdibujar el debate sosegado y sustituirlo por monólogos entre detractores y «creyentes», más adaptados al medio tuitero. En Nafarroa, el anhelo imperativo de cambio político, unido a encuestas que prevén buenísimos resultados a un partido sin candidato ni cuadros establecidos, han encendido las prisas. En la CAV, con las forales también a la vista en mayo, sus escaños podrían ser vitales. Por eso se buscan respuestas. Y se buscan ya. Una urgencia comprensible, especialmente en el caso navarro, que Podemos elude apelando a su propio calendario.

Hasta el momento, solo tiene dirección central en Madrid, mientras que en otros territorios sigue organizándose en base a círculos heterogéneos que, en ocasiones, lanzan mensajes contradictorios y donde surgen sus propios conflictos. Ante esta agenda interna, que también es ineludible de cara a un ciclo electoral determinante (con municipales, forales, autonómicas y estatales), diversas fuentes consultadas en el seno de Podemos abogan por la «calma».

Tras la elección, el pasado 16 de noviembre, del consejo ciudadano liderado por Iglesias como secretario general, la formación está ahora en la fase de establecerse en los municipios y, posteriormente, en los territorios autonómicos. Es en este escalonado proceso, que se cerrará el 14 de febrero, donde cada aspirante y equipo presentará sus programas, que tienen que ajustarse a las bases políticas, éticas y organizativas presentadas por la dirección en noviembre y avaladas por las bases. Sera aquí donde los activistas de Podemos en Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa hablen sobre el proyecto económico para cada uno de los herrialdes, políticas públicas, derechos sociales, euskara o resolución del conflicto. Unos debates que no son ajenos a las discusiones del exterior. También se nombrarán cargos, es decir, interlocutores reconocibles, más allá de la informalidad que ha caracterizado unos meses vertiginosos. Y, por supuesto, se concretará dónde presentarse y con qué formula, al tiempo que se visualizarán futuros acuerdos, porque las matemáticas obligan.

Comicios forales y municipales

Tomando como base lo aprobado en noviembre, parece segura la concurrencia de Podemos tanto en los comicios a las Juntas Generales como al Parlamento de Nafarroa. Lo de los municipios ya es más complicado. Sin estructura en cada localidad, es pronto para que haya quien se siente a determinar qué se considera «lista de unidad popular». Aquí operan otros actores y el desembarco de la fórmula Ganemos genera confusiones, ya que no en todos los lugares obedece a la iniciativa «desde abajo» que alumbró el Guanyem que encabeza Ada Colau en Barcelona. Existen ejemplos como el de Bilbo, donde Ganemos Bilbao-Bilbo Irabazi coexiste con Bilbo Irabaziz. También en Nafarroa ha surgido una iniciativa similar. Es tiempo de reuniones, de conspiraciones -en el sentido más constructivo- y de cautelas.

¿Quiere decir esto que está todo abierto y no existen máximas ya aprobadas por Podemos que influirán en las alianzas postelectorales? No. La entrevista a Ione Belarra, integrante del Consejo Ciudadano Estatal, en «Diario de Noticias» y su posterior comunicado, que venía a decir algo parecido, deja clara una cosa: en ocasiones «extraordinarias», las decisiones de los territorios se someterán al refrendo estatal. En conversación con GARA, Belarra matizó que la consulta sobre pactos se realizará entre los inscritos en el territorio. Solo en casos excepcionales, Madrid podría revocar esa decisión tras preguntar a las bases. «Se votarán los pactos que hagan ruido», argumentaba hace un mes a este diario Juan Carlos Monedero.

Con la que les está cayendo y con el asalto a La Moncloa a tiro de piedra, es fácil pensar que un gobierno alternativo a UPN y PSN, para el que es ineludible el concurso de EH Bildu, sería reinterpretado por los medios españoles con un «Podemos pacta con ETA». Poca cosa ante las «connivencias» (ETA, Venezuela, Cuba, Irán...) reiteradas hasta la saciedad tanto por PP y PSOE como por sus satélites mediáticos. Sin embargo, ante una sociedad española necesitada de pedagogía, asusta que este previsible ataque pudiese provocar una fuga de votos en las generales.

Con estos elementos sobre la mesa, el recuerdo del «marzazo» impuesto por Ferraz al PSN hace no tanto se disparó en las redes sociales. La lógica indefinición, por estar todavía cocinándose el partido, unido a deserciones poco clarificadas, como la de Orkoien, ayudó a sembrar dudas. No obstante, desde Podemos insisten en no construir la casa por el tejado. Nafarroa es cuestión de Estado. Y en este ámbito, como recordaba Hedoi Etxarte en un tuit, «si hay algo 100% régimen del 78 y casta es que otros decidan por nosotros». Por eso, en este proceso no es descabellado pensar que quien ha roto estratégicamente con el tablero de «izquierda-derecha» sea capaz también de hallar soluciones imaginativas y audaces que respondan a la imperiosa necesidad de expulsar del poder a UPN y PSN al tiempo que trata de cubrirse del acoso.

Clara división, previsible confluencia

La división, hasta que se demuestre lo contrario, es entre los partidos del régimen y quienes abogan por un cambio radical. Especialmente porque, si nos abstraemos del ruido, resulta difícil defender que determinadas propuestas políticas no son complementarias. Las bases presentadas por EH Bildu para Nafarroa, con la apuesta por la democratización, la auditoría, una banca pública o el blindaje de los derechos sociales no solo no contradicen, sino que encontrarían su reflejo al otro lado del Ebro en el borrador presentado por los economistas Vicenç Navarro y Juan Torres, aún pendiente de debate entre las bases de Podemos.

Lo mismo ocurre en otros herrialdes. En Gipuzkoa, la irrupción de la formación de Iglesias, si las matemáticas son generosas, permitiría profundizar en políticas impositivas más progresivas y mayor redistribución de la riqueza, en la línea de lo marcado por la Diputación en los últimos tres años. Parafraseando a Julio Anguita, los líderes de Podemos se aferran al «programa, programa, programa» y, en términos de cambio social, no es complicado hallar caminos de «confluencia», una palabra fetiche en los ambientes progresistas del Estado.

Resolución del conflicto y soberanía (un término reivindicado hasta la extenuación por Podemos) son dos debates que diferencian a Euskal Herria. Sobre el primero, y tomando en cuenta que el consenso del establishment español está en el inmovilismo y la venganza, ha sido el propio Iglesias quien ha explicado su postura. Lo hizo en la entrevista con Ana Pastor, en el programa «El Objetivo» de La Sexta. Ante una periodista que repitió hasta en cuatro ocasiones lo de que «Irlanda no es España», el líder de Podemos abogó por la «responsabilidad de Estado por la paz». Recordó los avales del Parlamento Europeo a la excarcelación de presos en Irlanda e insistió en que «en un proceso de paz, y todos buscamos la paz, las políticas penitenciarias son el principal instrumento de un gobierno». Cabe recordar que, en su asamblea constituyente, dos propuestas de resolución promovidas desde Euskal Herria abogaban por la implicación en la resolución del conflicto vasco y la defensa de los derechos humanos de los represaliados.

El proceso catalán también está siendo un test para Podemos, a falta de su reflejo en Euskal Herria. No es fácil construir un partido estatal que defiende la democracia y «abrir el candado del 78» en un país que tiene entre sus raíces ideológicas más transversales la negación de la soberanía de las naciones sin Estado. Por eso, la formación se mantiene en difíciles equilibrios. Reconoce el derecho a decidir, algo que ha sido reiterado desde el minuto cero, pero nadie oculta que esto genera debate y, sobre todo, no le ayuda a ganar adhesiones, al contrario que temas como la lucha contra la corrupción. Excesos folklóricos como los de Juan Carlos Monedero, que habló de «minucias nacionalistas» en Radio Euskadi, no tejen complicidades. Pero esas frases no pueden tomarse como cátedra. Podemos es una oportunidad, también como unionismo democrático, algo diferente al «no» de siempre. Ante esta perspectiva, los «aires nuevos» de los que habló Arnaldo Otegi en «Berria» necesitan sus propios tiempos.

Fechas para la creación de un partido: en apenas un año

17 de enero 2014

Se presenta Podemos en el Teatro del Barrio de Lavapiés, en Madrid. Pide 50.000 avales, que logra rápidamente, para presentar una lista en las elecciones europeas.

25 de mayo

Contra todos los pronósticos, Podemos cosecha 5 eurodiputados y más de un millón de votos. El fenómeno político del Estado español consolida su auge.

16 de noviembre

Tras un proceso interno -la asamblea «Sí se puede»-, Pablo Iglesias es elegido secretario general de Podemos junto a su equipo, que recibe el apoyo del 80%.

2 de enero 2015

Se darán a conocer los resultados del proceso de estructuración municipal de Podemos, previa presentación de candidaturas y debate sobre programas.

31 de enero

Podemos prepara para ese día una gran marcha en Madrid, según avanzó a la prensa su secretario de relaciones con los movimientos sociales, Rafa Mayoral.

14 de febrero

Concluirá el proceso de constitución interna a nivel territorial. A tres meses de las elecciones, se conocerán las direcciones en Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa.