Reportaje de guerra en directo desde la Tierra Media

E l final de la trilogía de «El hobbit» conecta con el principio de la trilogía de «El señor de los anillos», completando la obra magna de Peter Jackson sobre el universo fantástico de Tolkien. No se ha conocido nada igual en la historia del cine salvo «Star Wars», del visionario George Lucas, proyecto que no pudo ser terminado por sus dimensiones sobrehumanas para cualquier cineasta que aprecie la vida. El estadounidense se retiró a tiempo, y el neozelandés casi se deja la salud en el intento. Los que somos agradecidos y tenemos buena memoria sabemos lo mucho que sufrimos en los años 70, al ver que Ralph Bakshi no recibía el apoyo necesario para sacar adelante su versión animada, utilizando la entonces revolucionaria técnica del rotoscopio. Las dificultades eran tantas que nadie podía soñar con que un buen día llegaran a estrenarse sendas trilogías, gracias a la libre y enriquecedora recreación extendida de «El hobbit».
Entiendo que los lectores de Tolkien estén más satisfechos con el trabajo de Peter Jackson en «El señor de los anillos», pero yo, como mero espectador de cine, lo estoy tanto o más con «El hobbit». Los cineastas no son unos traductores, y hacen bien en engrandecer visualmente aquellos materiales literarios que se prestan a ello. La dimensión que ha cobrado el personaje de Bilbo Bolsón en su aventura cinematográfica desborda la imaginación más calenturienta, porque Jackson ha dotado a su odisea de una inmediatez y un realismo impensables dentro del género. El 3D HFR en imagen de alta frecuencia a una velocidad de 48 fps traslada al público materialmente a la Tierra Media, como si de una retransmisión en directo se tratara. El prodigioso recurso aplicado a la entrega final de marcado carácter épico convierte la sucesión de escenas bélicas en una especie de reportaje de guerra, con la cámara moviéndose a sus anchas en medio del campo de batalla.
Y sin olvidar el drama que se desarrolla en paralelo, y que tiene como protagonista a Thorin Escudo de Roble, interpretado al borde de la locura por un inmenso y oscuro Richard Armitage.

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