Ramón SOLA
Análisis

El PP vasco, entre el problema escocés y la salida ¿lepenista?

La presidenta Arantza Quiroga ha dado la voz de alarma en la CAV (en Nafarroa ni siquiera se sabe quién manda): el PP va directo a una irrelevancia en Euskal Herria, que se puede equiparar con la de los conservadores británicos en Escocia. Urge a cambiar caras e ideas, pero la única nueva que se atisba es la campaña de Maroto.

El suelo se mueve bajo los pies de muchos partidos en este 2015 tan electoral, pero en Euskal Herria sacude sobre todo el subsuelo del PP. Resulta muy significativo que la voz de alerta no venga, como suele ser habitual, desde niveles inferiores o fuera del aparato, sino desde la misma cúpula. La propia presidenta en la CAV, Arantza Quiroga, avanzaba el domingo en ``El Diario Vasco'' y repetía ayer en rueda de prensa la idea de que «o el PP vasco renueva su proyecto o se irá a una lenta agonía». «Ya no es cuestión de sí o no, es de sí o sí», afirma.

Quiroga no quiere pasar por el músico del Titanic que seguía tocando mientras el barco se hundía, así que ha levantado la voz. Aunque en realidad no haya descubierto nada nuevo, nada que no digan los resultados electorales pasados y las proyecciones para los próximos comicios. El PP tiene solo 10 escaños en Gasteiz, casi la mitad de los 19 de Jaime Mayor Oreja en 2001, cuando soñó con llegar a lehendakari. La bajada por debajo de los 100.000 votos es un hecho (en las europeas se quedó en 77.000). Quiroga reconoce que el partido puede quedar reducido a cotas de voto del 8%.

En Nafarroa está aún peor. La previsible concentración del voto del régimen en torno a UPN puede dejarle fuera del Parlamento. Más o menos por esas fechas será juzgado por el episodio del sobre en la muralla Santiago Cervera, que pilotó el reingreso del partido en Nafarroa, mientras que su sucesor Enrique Martín tiró la toalla al sentirse maltratado por Génova. De modo que el partido en Nafarroa está ahora en manos de una gestora provisional.

El PP está pues ante el abismo de la irrelevancia política, en una situación esquizofrénica que ya se observa en Escocia. Allá bromean con que «hay más osos panda [dos] que diputados conservadores en Westminster [uno]». Los tories solo tienen 15 de los 129 asientos en el Parlamento escocés. Así que cuando la opción independentista se puso delante en las encuestas en vísperas del referéndum, el primer ministro británico, David Cameron, tuvo que quitarse de en medio para dejar el liderazgo a un laborista y escocés, Gordon Brown.

Asumido el problema, ¿cuál es la solución? Quiroga apunta directamente a un cambio de caras en las listas, y lo hace aceptando de antemano que habrá polémica. Pero no deja de llamar la atención esta apelación a un relevo generacional cuando las principales referencias del partido son jóvenes (Nerea Llanos, Borja Sémper, Javier Maroto, Iñaki Oyarzábal, Laura Garrido, la propia presidenta...) y de hecho fueron promovidos con la ridícula etiqueta del «partido pop» en 2011, en la recta final de Antonio Basagoiti.

La cuestión es que esa renovación formal no llevaba aparejado ningún cambio de fondo. Al contrario, los jóvenes del PP han empleado discursos muchas veces más retrógados todavía que los de sus mayores. Ahí quedan como ejemplos las frecuentes apelaciones de Quiroga en favor de la reforma de la Ley del Aborto finalmente retirada; la campaña de Maroto señalando a colectivos de inmigrantes por la RGI; la defensa de Oyarzábal de la impresentable versión policial del 3 de Marzo, luego rectificada; o las constantes arremetidas de Sémper contra los presos vascos y quienes solo reivindican sus derechos humanos («a este paso el EPPK nos va a comunicar hasta cuándo van al baño», «hay que pasar olímpicamente de ellos»...).

¿Es capaz de cambiar el PP vasco el fondo y no la forma? De momento no da señales de ello. Quiroga se limita a lamentar que «hemos estado lentos, no hemos sabido adoptar las decisiones adecuadas, rápidas, para evitar que hayan surgido populismos como Podemos».

Llanos sostiene que el fin de la lucha armada de ETA ha dejado al PP sin esta agenda y esto tiene su coste en votos. Pero obvia que sí tendría opciones de renovarla sobre otras claves, por ejemplo tomando un papel de intermediario ante el PP estatal para trasladarle que la mayoría social vasca está por la resolución definitiva del conflicto. No consta que esta opción se baraje en la «renovación» prometida ahora por Quiroga.

De momento, la única «idea» novedosa que abraza el PP es precisamente una campaña populista: la de Maroto, en la clara senda del Front Nacional de Le Pen. ¿Aspira a eso el PP vasco?