Mikel Zubimendi
SECULARIZACIÓN Y TENDENCIAS RELIGIOSAS EN EUROPA

Iglesias en declive, temor al islam en auge

La secularización, en forma de descristianización, es una tendencia al alza en Europa. Las diferentes iglesias están en declive, con problemas de reclutamiento y de credibilidad. Y en la imaginación de mucha gente crece el temor a una «reconquista» musulmana, aunque esa percepción choca con los datos que ofrece la realidad.

Cuál es la demografía europea que se refleja al examinar el apartado creyentes-no creyentes? Es difícil de cuantificar. Máxime cuando en muchos estados, en aras de la libertad de conciencia, no está permitido preguntar a la gente por sus creencias en los cuestionarios oficiales como el censo o el padrón. No obstante, atendiendo a otras encuestas, se ha constatado que durante los últimos años crece el número de europeas y europeos que no se identifican como «creyentes» o como «afiliados» a un grupo religioso particular.

Este proceso, conocido como secularización, no significa únicamente que las iglesias se quedan vacías. Está también asociado a la formación de nuevas identidades y comunidades humanistas. En algunas zonas de Europa es normal encontrarse con un secularismo organizado, con uniones y grupos de personas organizadas en redes sociales. Como ocurre con la libertad religiosa, defienden que «la libertad para abandonar la religión» debe merecer un reconocimiento como derecho humano universal.

En el Estado español, una reciente encuesta difundida por el diario «Público» fijaba el porcentaje de ateos en un 9% y el de no creyentes en un 16%. Otros datos indican que en Noruega, la principal asociación secular cuenta con 80.000 miembros y el 17% de los jóvenes de este país participa anualmente en ceremonias laicas de confirmación civil («borgerlig konfirmasjon»). En Alemania, más de la mitad de los jóvenes asiste a ceremonias similares («jugenweihe»). En Islandia, el 20% de los diputados acudió a un evento secular alternativo a la misa luterana durante la sesión de apertura del Parlamento. Son ejemplos que reflejan que el secularismo (en forma de descristianización) ha arraigado profundamente en nuestro continente, especialmente entre las nuevas generaciones.

Así que mientras el catolicismo se extendía y se consolidaba fuera de Europa, retrocedía de forma espectacular en la que un día fue el corazón de la Res publica christiana. Y lo sigue haciendo, hasta tal punto que algunos sociólogos expertos en religiones avalan la hipótesis de que, si se mantiene la tendencia, el catolicismo se convertirá en una religión extraeuropea.

Han pasado casi cinco siglos desde que el monje Martín Lutero clavara en las puertas de la iglesia del palacio de Wittenberg las 95 tesis en las que exponía sus críticas a la Iglesia de Roma, a la autoridad del Papa y a la desatención de las «verdades de las santas escrituras», comenzando así un debate teológico que desembocaría en la Reforma Protestante y que dio nacimiento a nuevas tradiciones cristianas (luteranos, presbíteros, anabaptistas...). También en el siglo XVI surgieron iglesias protestantes nacionales como la anglicana.

Ahora, a pesar de que estas iglesias siguen teniendo gran influencia en el norte de Europa y de que sean socialmente mayoritarias, su pérdida de peso también es notoria.

Razones del declive

El declive de los católicos y protestantes en Europa, de la cristiandad en general, y la expansión del ateísmo, con todos sus matices o variantes, son vasos comunicantes. Además, a largo plazo, el número de europeos nacidos como cristianos (es decir, en lo que podríamos calificar como una familia cristiana) está destinado a decrecer.

Por regla general, las congregaciones son más progresistas que el clero. Las iglesias son percibidas por amplios sectores sociales como instituciones misóginas y homofóbicas que rechazan (salvo la anglicana) la ordenación de mujeres, seguramente, porque saben que luego vendría la normalización de los curas gays. Y como tendencia se observa un panorama oscuro: según datos de la Oficina Europea de Estadística, la media de edad de los cristianos es de 45 años; la de los musulmanes, de 25 años. Para muchas iglesias, como en el caso de la anglicana, a diferencia de lo que ocurre con los musulmanes, prácticamente ningún inmigrante es o deviene anglicano.

Por su parte, los judíos europeos, aunque de una forma más atenuada e influidos por otro tipo de razones, son una minoría en declive que, según distintas encuestas, siente cada vez más que no tiene futuro en Europa, donde no se siente confortable ni protegida. Quizá no sean estos, como declaró el líder de los judíos alemanes, «los peores momentos desde la era de los nazis», pero hay motivos para la preocupación: los ataques mortales contra la escuela judía de Ozar Hatorah de Toulouse, contra el museo judío de Bruselas o contra el supermercado Cacher de París y un ambiente de hostilidad han contribuido al aumento de la emigración hacia Israel.

En otro orden de cosas, hay sectores cristianos que explotan el miedo al islam, al que presentan como sinónimo de sumisión, como algo incompatible con la libertad y la democracia. Sectores de la ultraderecha cristiana europea, con el secretario general del Partido por la Libertad de Holanda, Geert Wilders, a la cabeza, reivindican a Israel como «primera línea de defensa» frente a una imaginada expansión y conquista que amenaza la «identidad cristiana» de Europa. Con una utilización tramposa de la estadística, anuncian para el fin de este siglo una Europa de mayoría musulmana. Se muestran escandalizados porque en los colegios o en las cárceles se sirve comida halal o afirman que la lealtad de los musulmanes al islam es mayor que a la de sus estados europeos. Caricaturizan a Mahoma como un señor de la guerra que impone su religión por la espada y al islam como una ideología con agenda de reconquista.

El espejismo de otra «reconquista»

Hace mil años, el islam era una fuerza poderosa en Europa y en toda la cuenca mediterránea. A finales del siglo XV, Granada fue el símbolo de la «reconquista» cristiana. ¿Se repite ahora la historia en sentido contrario? ¿Hay una «reconquista» musulmana?

Los datos no indican eso. Es cierto que el islam, por demografía o conversión, crece más que el cristianismo en el mundo. Y los demógrafos preven cambios de alcance. Pero la realidad es la que es y, en ocasiones, tiene muy poco que ver con la percepción de la mayoría de la gente, como lo demuestra el cuadro adjunto, elaborado con datos recogidos en un estudio internacional realizado por Ipsos MORI.

En lo que respecta al Estado francés, mientras la media de la gente considera que casi un tercio de la población (31%) es musulmana, lo cierto es que no llega a ser ni la décima parte (8%). Esos datos se repiten en Bélgica y son muy parecidos en el Reino Unido o Italia. Por dar otro dato estadístico, en el Estado francés hay una mezquita por cada 1.200 personas musulmanas frente a una iglesia por cada 275 cristianas. Al margen de los estados de mayoría musulmana (Albania, Bosnia y, al menos europea en parte, Turquía), se estima que hay 16 millones de musulmanes en el resto de Europa. Realmente no son tantos entre una población de más de 600 millones, pero en la imaginación de alguna gente son muchísimos más.