Hoy, miércoles 18, se celebra el Día Internacional del Asperger, y para apoyarlo se van a realizar proyecciones simultáneas en distintos sitios del documental «Planeta Asperger». Es una película ciertamente recomendable para todos quienes quieran saber más sobre el Síndrome de Asperger, con información de primera mano por parte de las personas que lo padecen. Es de admirar el esfuerzo que hacen los y las protagonistas, seleccionados entre un total aproximado de cien pacientes. Al parecer, los que salen en pantalla son aquellos que, tras las pruebas, demostraron una mayor capacidad para expresar y comunicar su problema a los demás, ya que para el resto suponía un reto demasiado complicado enfrentarse a una cámara.

Una de las cosas que más me ha llamado la atención de los testimonios que se escuchan en «Planeta Asperger» es el nivel de identificación que provocan a nada que se les preste un poco de atención. O todos somos en la actualidad un poco Asperger, o hay aspectos determinados de las relaciones sociales que nos afectan de manera similar a la mayoría. Particularmente confieso que padezco algo de «fobia social», por lo que no me cuesta tanto comprender el aislamiento en que se ven inmersos los afectados por el autismo en cualquiera de sus manifestaciones severas.

Esto a título individual ya puede suponer un pequeño avance, pero para normalizar la situación del Asperger hace falta un compromiso mayor a nivel general, empezando por el sistema escolar. Al manifestarse a una temprana edad resulta de vital importancia un diagnóstico acertado y a tiempo. Duele mucho cuando una entrevistada recuerda el maltrato al que le sometían tanto los compañeros de colegio como los propios profesores, ignorantes de su verdadera condición.

Menos mal que los padres sí lo viven más de cerca y, tal como se puede apreciar en la película, son los primeros en sensibilizarse e intentar establecer en la medida de lo posible un diálogo con sus hijos. En ningún caso deben de ser los bichos raros a excluir o marginar.