Juan Carlos ELORZA
Resaca copera

Pérdidas de balón, un riesgo asumido

Las características de la plantilla donostiarra, sin tiradoras exteriores, le han llevado a adoptar un estilo de juego rápido y vertical, con mayor riesgo de error.

Si hubo una faceta del juego desesperante en la final de Copa fue el de las pérdidas de balón de Bera Bera, un total de 28 (15 en la primera mitad, 6 en la segunda y 7 en la prórroga), a una media de una cada poco más de dos minutos, que le lastró durante todo el partido y le impidió coger un buen ritmo ofensivo. Algunas de las jugadoras más importantes del equipo, como Eli Pinedo o Elorza, declaraban en caliente que «así no se puede ganar», aunque hace unos minutos habían demostrado que sí, sí se puede ganar un partido de esta importancia pese a tener un día tan nefasto.

De hecho, tras un partido que en la faceta ofensiva podría calificarse de desastrosa, Bera Bera logró empatar a 16, a falta de un minuto y medio. La victoria estaba al alcance de la mano, pero había que marcar. Arrojeria ordenó un sistema que requería la circulación de Eli Pinedo, que se dirigió del extremo hacia la zona central, pero Falcón la siguió, pegada a ella. La usurbildarra dudó, pero mantuvo la idea de pasar el balón a la de Amurrio, que se le echaba encima, y Falcón interceptó el pase que dejaba la última posesión en manos de Rocasa, que tampoco pudo marcar, llevando el partido a la prórroga. Era la 21ª pérdida...

La velocidad, sin control...

Las pérdidas de balón (incluyendo errores de pase, robos de balón y faltas técnicas -faltas de ataque, pasos, dobles, invasiones de área...-) constituyen un riesgo asumido en el estilo de juego que practica Bera Bera, sobre todo las tres últimas temporadas. Sin tiradoras exteriores, el equipo donostiarra ha apostado por transiciones ofensivas rápidas para lograr goles sencillos de contraataque directo o en segunda oleada, y a veces los pases no salen bien, o hay precipitación al decidirse hacerlos (el domingo Eli Pinedo perdió dos balones en esa fase, Ana Martínez uno, y Temprano cuatro).

Y en ataque organizado el sistema de juego de Bera Bera se basa en circulaciones rápidas de balón, con permutas constantes de posiciones para habilitar espacios en anchura que posibiliten las penetraciones. Los principales riesgos son dos: los errores de pases por descoordinación de movimientos entre jugadoras, o por mala ejecución de los envíos, o por las dudas sembradas por las defensas con maniobras disuasorias (11 de las pérdidas del domingo se podrían incluir en este apartado); y las faltas en ataque por impactar con la defensora en el momento de progresar o penetrar, una acción muy «arbitraria», porque depende mucho del criterio de la pareja de jueces que toquen en suerte. A Bera Bera le señalaron seis el domingo.

Si a las dificultades habituales se le suma el cansancio acumulado, los errores corren el riesgo de multiplicarse. Cuando el cerebro ordena al cuerpo ejecutar una acción automatizada, mil veces repetida, pero los músculos la interpretan con un lapso de retardo debido a la fatiga, los problemas aumentan. Para un equipo que juega al paso el peligro será mucho menor, pero para uno cuyo estilo se asienta en jugar lo más rápido posible puede conducir al desastre.

En los partidos en los que quien suscribe ha podido extraer datos -a falta de una estadística oficial pormenorizada, una laguna injustificable en esta categoría-, Bera Bera promediaba alrededor de 17 pérdidas de posesión por partido la pasada temporada, y 18 hasta la final de Copa (véase la infografía adjunta), donde la cifra se disparó hasta las 28, un 50% más de la media. De lo visto se puede concluir que el cansancio físico tuvo una influencia determinante.

Aunque la final dejara cierto sabor amargo, en líneas generales la Copa ha mostrado a un Bera Bera fuerte, que ha superado a los dos rivales a quienes no pudo ganar en Liga. Su labor defensiva ha sido sobresaliente y debe animar a seguir trabajando esta faceta como fundamental en el estilo del equipo y del club. Si la final se pudo ganar fue gracias a la defensa, a la confianza que proporciona, al convencimiento de que si defiendes puedes disponer de oportunidades en las peores circunstancias, y todo ello fue posible por la fortaleza mental de las jugadoras y su espíritu solidario, que vale casi tanto, o más, que un título que esta vez se escapó, dejando un vacío que seguro que el equipo tratará de llenar con la Liga.

Las gemelas Pinedo, casi iguales en el ranking de goles

En el capítulo de anécdotas curiosas, pero que también tienen su relevancia a la hora de ir construyendo la historia de un club, el fin de semana copero Eli Pinedo «atrapaba» y superaba a su hermana Patri -que fue madre de gemelos ayer, junto a su pareja, el también exjugador de balonmano Unai Arrieta- en el ranking de máximas goleadoras en competición oficial del club donostiarra en sus 25 años en la máxima categoría.

Sus trayectorias, aunque no paralelas, son similares en lo que a su paso por el club donostiarra se refiere, donde Patri estuvo nueve temporadas consecutivas en el primer equipo (de 2000-01 a 2008-09), para acabar su carrera con tres temporadas en Itxako. Eli marcaba sus primeros goles en la Liga 1999-00, recién cumplidos los 19 años, y jugaba cuatro años más en Donostia -hasta la 2003-04- antes de iniciar un periplo de siete temporadas en las que pasó por Ribarroja (1), Sagunto (2), Itxako (3, en la 2009-10 coincidiendo de nuevo con su hermana) y el Odense danés, antes de regresar a Bera Bera, donde cumple su cuarta temporada de esta segunda etapa.

En esas nueve temporadas Patri marcó un total de 983 goles, solo superada hasta el pasado sábado por Tati Garmendia (2.158), Matxalen Ziarsolo (que ya suma 1.343) y Esme López (1.268). Eli comenzó la temporada en sexta posición del ranking, con 862, por detrás de Eider Rubio (973), y llegaba a la fase final de la Copa en Castellón con 969 tras marcar 80 en Liga, 24 en la Copa EHF y 3 en la Supercopa. Le hizo 7 al Elche y 3 al At. Guardés, con lo que se quedaba a cuatro de igualar a Patri, y los 7 goles del domingo ante el Rocasa elevaban el total a 986. J.C.E.