Mikel INSAUSTI
Zinema kritikaria
CRíTICA: «Fuerza mayor»

El macho ya no es el líder de la manada en peligro

P ara un cineasta sueco no es nunca fácil ponerse a diseccionar a la pareja y a la familia, porque la tradición del maestro Bergman sigue pesando mucho. Pero Ruben Östlund ha conseguido en su cuarto largometraje ir mucho más allá, al acertar reflejar como nadie ha hecho la total decadencia del papel que juega el hombre al frente de la institución familiar. Si fuera mujer y no llevara barba se diría que el suyo es un alegato feminista de lo más radical, pero en el fondo lo que «Fuerza mayor» viene a decir es que el elemento masculino en la actualidad ha acabado siendo víctima de su propio liderazgo histórico, sometido a la presión de una responsabilidad que ha llegado a sobrepasarle, debido a que le es ya imposible intentar seguir demostrando una fuerza superior en todos los órdenes de la vida que en realidad nunca ha tenido.

Ruben Östlund deja el debate abierto desde el inicio mismo, cuando presenta la secuencia clave de la avalancha de nieve. Está rodada de forma antológica, y merece ser estudiada en las escuelas de cine, teniendo en cuenta cómo marca a fuego el resto de la narración, estableciendo un antes y un después para los protagonistas en sus relaciones de pareja y familiares. Para ellos nada volverá a ser lo mismo tras ese impactante incidente vivido en la terraza del hotel durante el segundo día de sus vacaciones invernales en los Alpes suizos.

Su perfecto modo de vida burgués queda trastocado de repente, habida cuenta de que el idílico escenario que habían preparado para ser felices juntos se vuelve inseguro e incómodo. Y lo curioso es que la conmoción parte de un puro acto reflejo, ya que el padre abandona su puesto al dejarse llevar por el más elemental de los instintos, el de la supervivencia. Sin embargo, la madre, también instintivamente, protege a sus crías con su cuerpo, en lugar de salir corriendo. El macho deja automáticamente de ser el líder de la manada, motivo por el que se pasará el resto de los días de esquí intentando recuperar la confianza perdida a base de hacer de servicial y solícito guía.