Lokarri se despide proponiendo un horizonte de convivencia en 2020
El teatro Campos Eliseos de Bilbo acogió ayer la despedida definitiva de Lokarri. Puso punto final a su trayectoria reivindicando que nunca en la historia se han dado mejores condiciones para la convivencia en Euskal Herria. Un objetivo al que ayer pusieron fecha indicativa (2020) y para el que reclamaron al Estado español que deje de «utilizar la paz como herramienta política» y a ETA que «ponga fuera de uso operativo todo su armamento».

Pese a reconocer que no es dado a mostrar sus emociones, el hasta ayer coordinador de Lokarri, Paul Ríos, no pudo evitar dar por finalizada la trayectoria de la red ciudadana con un punto de nostalgia: «No debemos pensar en lo que perdemos, sino en lo que hemos ganado en todos estos años». «Las condiciones para construir la convivencia son las mejores de nuestra historia», reivindicó Ríos ante un Teatro Campos Elíseos de Bilbo lleno de representantes políticos y sociales, así como de decenas de socios y activistas de este colectivo.
Además de repasar sus nueve años de historia, Lokarri no quiso despedirse sin proponer una última aportación, imaginándose un marco de convivencia en la sociedad vasca dentro de cinco años, en 2020. En esta carta de despedida, leída ayer por Ana Elvira y Aitziber Blanco, Lokarri se enorgullece de haber «conseguido una parte importante de sus sueños» y de que «la convivencia sea mejor ahora que la que había cuando comenzamos a trabajar aquel 12 de marzo».
Sin lugar para la autocomplacencia, sin embargo, la entidad reconoce que «no hemos conseguido todo lo que nos proponíamos». Para ello considera imprescindible que en estos próximos años el Gobierno español y todos los poderes del Estado «dejen de utilizar la paz como una herramienta política, empleando las estrategias del pasado, y atiendan a la petición de colaboración en el proceso de paz». Y junto a ello, plantea que «ETA ponga fuera de uso operativo todo su armamento de una manera rápida, contrastable y verificable tanto por la sociedad como por la comunidad internacional».
Entre los «sueños» que Lokarri espera ver cumplidos en 2020 también se enumeran la aclaración de todos los casos de violación de derechos humanos, incluyendo las torturas, la derogación de las leyes de carácter excepcional; la aplicación de «un programa de reintegración de las personas presas»; y el reconocimiento del «daño injusto causado» por parte de ETA.
Entonando un «hasta luego» más que un adiós, la carta de Lokarri concluye recordando que «aún queda mucho trabajo por hacer» y pidiendo a la sociedad que «mantenga el espíritu crítico» y el impulso a la paz: «No queremos que la sociedad entienda que el final de la trayectoria de Lokarri significa que la paz y la convivencia están consolidadas».
Repaso a la trayectoria
Durante el acto, conducido por Maddalen Iriarte y Kike Amonarriz, fueron tomando la palabra varios protagonistas de la historia de Elkarri y Lokarri, desde miembros de base como Joxe Bikuña y Blanca Burusko, que recordaron emocionados las más de dos décadas de ambos colectivos, hasta cabezas visibles de Elkarri en su día, como Víctor Aierdi y Jonan Fernández, este último en la actualidad secretario de Paz y Convivencia del Gobierno de Lakua. También intervinieron los miembros del Grupo Internacional de Contacto Brian Currin y Alberto Spektorowski. Lo hicieron ante una nutrida representación política formada, entre otros, por Rufi Etxeberria y Pernando Barrena (Sortu), Rebeka Ubera y Patxi Zabaleta (Aralar), Iñigo Iturrate y Manu Ayerdi (PNV)... También acudieron representantes de la sociedad civil como Anjel Oiarbide (Gure Esku Dago), Maider Alustiza (Etxerat), víctimas del conflicto como Pili Zabala -hermana de Joxi Zabala-, representantes sindicales como Txiki Muñoz (ELA)...
Todos los intervinientes coincidieron, con discursos más personales que políticos, en reivindicar la aportación de Lokarri al nuevo tiempo abierto en Euskal Herria, aunque fue Ríos el encargado de poner el punto final a la trayectoria de la entidad con «una doble sensación de mucho agradecimiento y de cierta pérdida», según reconoció.
Ríos destacó que, frente a las dudas que puedan existir en el día a día, existe «una gran corriente de fondo» que empuja hacia la superación del conflicto y animó a todas las personas que han participado en Lokarri «a seguir trabajando y a seguir siendo constructores activos de la convivencia».
Spektorowski plantea «una coalición» por el acercamiento y Currin reivindica la esperanza
Dos miembros del Grupo Internacional de Contacto participaron en este acto de despedida: Alberto Spektorowski y Brian Currin. El papel del facilitador sudafricano ya había sido remarcado por otros intervinientes, no solo por su aportación al proceso sino porque marcó también un punto de inflexión en la trayectoria de Lokarri. Aitziber Blanco explicó que, tras la «travesía del desierto» que siguió al frustrado proceso 2005-2007, una charla de Currin fue crucial para revelar que había otra oportunidad en marcha y que Lokarri tenía un papel que jugar ahí. Para entonces ya se iba gestando el giro estratégico de la izquierda abertzale.
Pero esta vez fue Spektorowski quien con más detalle habló de la situación actual. Y en concreto del problema carcelario, que definió como «el primer párrafo» en la tarea que queda por escribir. En este punto, planteó la necesidad de «una coalición, no nacional porque eso no me gusta, pero sí una coalición puntual», con el fin de impulsar el acercamiento de las personas presas. «No es un tema político, sino un llamado de derechos humanos», recordó. Dio a entender Spektorowski que se está trabajando en esa línea: «Es lo que hay que hacer ahora».
En general, al igual que Paul Ríos, se declaró optimista: «No me cabe duda de que llegará, tarde o temprano, un final feliz, en el contexto de la democracia y los derechos humanos». En cuanto a lo que ya se avanzado estos años, destacó que «nuestros logros han sido realmente logros del pueblo vasco».
El discurso de Currin, al contrario que otras ocasiones como su visita a Donostia en octubre, no incluyó un análisis del momento actual y las opciones futuras, sino que tuvo un carácter más conceptual. Hizo un curioso ejercicio: aplicar al proceso vasco algunas de las ideas que marcaron la trayectoria de Nelson Mandela, el líder que cambió la historia de su país. Comenzó con una revelación: en su día le pidieron que ayudara a traer a Mandela a Euskal Herria, pero «no fue posible», lamentó Currin. Ayer quiso al menos poner sobre la mesa algunos de sus principios de actuación.
Habló, por ejemplo, de «esperanza», destacando que es un concepto que Mandela lanzó desde prisión en 1969, cuando ya llevaba seis años cautivo (al final sumaría 27) y la situación de Sudáfrica no podía ser más hostil y enconada. «¿Qué esperanza podía tener Mandela en 1969?», se preguntó Currin, abonando de algún modo la idea de que en Euskal Herria existe hoy un terreno mucho más abonado para alcanzar la meta. «La esperanza es algo muy potente, algo que ningún poder te puede quitar», añadió.
Exaltó además Currin el valor del diálogo, apuntando que Mandela decía que «cuando se reúnen personas y luchan por la paz, llegan a la conclusión de que no hay ninguna que esté totalmente equivocada ni totalmente en lo cierto». En paralelo circuló otra consideración posterior: «Cuando Mandela reflexiona sobre su proceso de negociación con el Gobierno del apartheid, se da cuenta de que está hablando con seres humanos, y que lo maligno son las políticas, más que las personas».
Citó igualmente cómo entendía Nelson Mandela la «reconciliación»: «Eso no es un marco legal, sino una experiencia interior, algo que tiene que ocurrir dentro de las personas». Y, en la misma línea, hizo ver el facilitar sudafricano que «lo más difícil no es cambiar a los demás, sino cambiarse uno mismo. Las experiencias pasadas son parte de la persona, pero lo realmente difícil es cambiarse a sí mismo».
Ni Spektorowski ni Currin ahorraron elogios al trabajo de Lokarri. El segundo habló de «un grupo maravilloso» con el que «yo he aprendido y crecido». Para Alberto Spektorowski, «nos han facilitado la tarea de facilitar». Ramón SOLA
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