
La movilización del voto contra el Frente Nacional –la participació subió 10 puntos respecto a la primera vuelta– y la decisión de muchos franceses de votar tapándose la nariz ha dejado, como en las presidenciales de 2002 con Chirac enfrentándose a su padre, a Marine Le Pen con la miel en los labios.
El FN fue el más votado en la primera vuelta en seis de las trece regiones y, además de la líder del partido en el norte, su sobrina Marion Maréchal Le Pen –«Juana de Arco» para la que fuera candidata ultrarrepublicana a la Casa Blanca Sarah Palin– era favorita en PACA (sureste) y el estratega de la formación y antiguo jacobino de izquierda Florian Philippot tenía posibiliades en el este (Alsacia-Lorena-Champaña-Ardenas).
Pese a no lograr ninguna región, el FN tendrá 358 consejeros regionales. No en vano ha logrado cerca de un 30% de votos (27,70% en primera vuelta), los mejores resultados de su historia. Incluso en términos cuantitativos ha logrado 6,8 millones de votos, casi medio millón más que los 6,4 millones de las presidenciales de 2012 (por si fuera poco, la participación entonces fue 20 puntos mayor).
Escasa altura de miras
«Aliviados, pero...», «El FN, un perdedor que pesa demasiado»; la prensa rivalizaba ayer en advertencias a la clase política. «Ayer, los franceses asumieron sus responsabilidades. Esperemos que los políticos asuman las suyas», señalaba gráficamente el diario “Le Parisien”.
«Derrota para todos», coincidió el católico “La Croix”, que advertía de que «el FN seguirá creciendo si no se da respuesta a las inquietudes de los franceses». El PS «no podrá salvar siempre su cabeza agitando el fantasma del FN», interpelaba “Liberation” a un gobierno, el de François Hollande, que reaccionó ayer volviendo a prometer «medidas urgentes por el empleo» en un país en el que el paro supera un histórico 10% (3,59 millones de parados).
La reacción del líder de Los Republicanos y expresidente Nicolas Sarkozy revela una insensatez rayana en la temeridad.
Sarkozy ha reaccionado a su pírrica victoria anunciando una limpia en el seno del partido. La primera víctima será la vicepresidenta, Nathalie Kosciusko-Morizet, quien criticó a Sarkozy por su decisión de no apoyar a candidaturas del PS para evitar el triunfo del FN.
Sarkozy asegura que los resultados de la segunda vuelta le han dado la razón y acusa a la vicepresidenta de no defender «la línea mayoritaria en los platós». Nathalie Kosciusko-Morizet, lejos de amedrentarse, le recordó que «si los electores hubiesen aplicado tu `ni-ni`, nuestros candidatos habrían perdido el Norte y PACA».
Los Republicanos cambiarán la dirección del partido en enero, celebrarán un consejo nacional en febrero y encararán entrado 2016 sus primarias para elegir candidato.
Pero Sarkozy no lo tiene fácil y las encuestas le sitúan por detrás del exministro y alcalde de Burdeos Alain Juppé, quien ya se ha posicionado en contra de la exclusión «por sistema» de las voces críticas.
Ante semejante jaula de grillos –con Sarkozy en un papel central–, no extrañan las advertencias de los analistas. «La dinámica del FN está clara y tiene un objetivo. De momento, el dique ha funcionado, pero el FN progresa sin freno en todo el país, y en un momento, el dique se romperá», advierte el politólogo Stéphane Rozes, presidente de CAP (Consejo Análisis Prospectivo). Y no es el único.

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