
Si la Historia es algo cíclico ahora nos encontramos en la fase de la «pinza» como intento de explicación de la política española. Es decir, que el PSOE culpa a Podemos y PP de votar conjuntamente para evitar la investidura de Pedro Sánchez. Al mismo tiempo, Ciudadanos presiona al partido liderado por Mariano Rajoy, pero aquí Albert Rivera todavía confía en convencer a Génova de los beneficios de su abstención. El antecedente de este argumento de «todos-contra-Ferraz» se desarrolló entre 1993 y 1996, cuando el entonces presidente español, Felipe González, cargaba contra Julio Anguita y José María Aznar, líderes de IU y PP, por establecer una alianza «contranatura» con el único propósito de laminar al PSOE. En febrero de 2016 es Podemos quien ocupa el papel del «califa rojo». Pero la lógica es la misma. Sánchez y sus emisarios repiten machaconamente que Pablo Iglesias se ha alineado con Génova.
Tras varias jornadas maratonianas, el día de ayer estuvo más centrado en digerir las consecuencias de las decisiones de cada uno. Sin reuniones públicas convocadas, cada líder usó los medios para colocar su mensaje, pero sin la intensidad de los días anteriores. Sánchez, que es el que de verdad se la juega el martes y el sábado, sigue mirando hacia Podemos. Su argumento: el de la «pinza», aún sin mentarla. «Sería bastante incomprensible que votase junto a Rajoy contra un presidente socialista», aseguró ayer, en la línea de lo que ya había afirmado la víspera su jefe parlamentario, Antonio Hernando. Rotas las negociaciones con Iglesias, Ferraz está en el punto que quería, que no es otro que dejar al partido morado fuera del Ejecutivo, pero condicionarle para que le lleve en brazos a la Moncloa. Todo ello sin que su acuerdo con Ciudadanos tenga el plácet del 100% de su organización. Algunos críticos, como José Antonio Fernández Tapias, ya han comenzado a hacer campaña por el «no» en la consulta que celebrará el PSOE el sábado. Su corriente, Izquierda Socialista, aglutina a un 15% de la militancia, por lo que no debería ser un problema para el aparato de Ferraz. Sin embargo, la medida acordada con Albert Rivera para suprimir las diputaciones sí que puede volverse en contra de Sánchez. Los «barones» críticos, que mandan mucho y están liderados por la todopoderosa Susana Díaz, ven con malos ojos acabar con unas instituciones que, en su gran mayoría, controlan miembros del PSOE. ¿Puede volverse contra Sánchez una medida que utilizó para presionar a la Ejecutiva y eludir su control? No parece probable.
Mientras que Sánchez controla a los suyos, Rivera ejerce el papel de bisagra para la «gran coalición». Siguiendo la lógica de que no se puede votar con el enemigo, afeó al PP que coincida con los independentistas catalanes y con EH Bildu. E insistió en reunirse con Rajoy para explicarle el documento personalmente. En principio estaba previsto que PP y Ciudadanos se reuniesen el día 4, la víspera de la última votación. Rivera quiere acelerar los plazos. No lo tiene fácil, ya que la batalla del relato en la derecha española también ha comenzado y diversos dirigentes del PP insistieron en descalificar el acuerdo. Tras un día de calma, PSOE y Ciudadanos siguen sumando 130.
Rajoy no se mueve y dice que se presenta
El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, insiste en que si vuelve a haber elecciones será de nuevo candidato si su partido «quiere». Su primera opción sería que el jefe del Estado español, Felipe VI, le propusiese como candidato tras el fracaso de Pedro Sánchez. Sin embargo, en caso de que el 26 de junio haya una nueva cita con las urnas, él liderará la plancha del PP. Todo ello admitiendo que puede haber miembros de su partido que no estén de acuerdo con que repita. «Estoy seguro que, aunque a mí no me lo cuenten, hay gente en ello», argumentó en un foro organizado por el periódico «La Razón». El presidente español no dio sorpresas. Insistió en que su escenario ideal es una «gran coalición» entre PP, PSOE y Ciudadanos y rechazó la posibilidad de abstenerse en segunda votación para permitir que Pedro Sánchez sea presidente. Sobre la situación de su partido, insistió en que su intención es presentarse otra vez, y para eso «solo» necesita el apoyo de su partido. «Hasta ahora he tenido el apoyo y la suerte de tener siempre el apoyo de mi partido, incluso en circunstancias muy difíciles, y eso a mí me compromete mucho», afirmó. «Si mi partido quiere, yo estoy dispuesto a dar esa batalla, como he estado dispuesto a dar otras tantas», afirmó Rajoy, quien volvió a aludir a sus detractores en Génova al señalar, sobre «lo que digan los demás», que «probablemente tengan mala suerte».GARA

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