Alberto PRADILLA

CONGRESO DEL PP CONVERTIDO EN PASEO TRIUNFAL PARA RAJOY

Mariano Rajoy tiene por delante tres días de paseo triunfal en la Convención Nacional del PP. Revalidado su triunfo electoral y con la mente puesta en sacar los presupuestos, el cónclave arranca hoy sin voces críticas como la de José María Aznar, antiguo presidente.

Si a Mariano Rajoy le dicen hace un año que iba a afrontar el congreso del PP en estas circunstancias es posible que ni el «optimismo» del que hace gala desde que fue investido con los votos del PSOE le permitiera vaticinar que estaría en un momento tan dulce. Renovada su estancia en La Moncloa, con el PSOE paralizado y roto, Podemos al borde de la guerra civil y Ciudadanos convertido en un cero a la derecha, el presidente español se presenta ante un partido manso y bajo su control. Poco se ha hablado del cónclave porque, en realidad, poco se conoce, más allá de que constituye un trámite en el que el todopoderoso Rajoy impondrá su voluntad. Quizás el único problema que pueda tener que afrontar es el de la corrupción, ya que hoy se conocerá la sentencia del Tribunal Superior de Justicia del País Valencià sobre la pieza de Fitur del caso Gürtel y el lunes un representante del partido tendrá que acudir a la Audiencia Nacional para declarar dentro del juicio que se sigue por la misma trama. También tendrá que responder la exministra de Sanidad, Ana Mato. De todos modos, teniendo en cuenta que los focos estarán sobre la gresca en Podemos en Vistalegre, ¿qué puede salir mal para los intereses de Mariano Rajoy?

El único que podía haber aguado la fiesta a Rajoy era su antecesor, José María Aznar, quien le ungió como líder hace más de una década pero que ahora anda lamentándose en todos los saraos a los que le invitan como representante de la «verdadera derecha». Teniendo en cuenta que las otras opciones eran el varias veces imputado Rodrigo Rato y Jaime Mayor Oreja, encasillado en su personaje, quizás la elección no fue tan mala. Aunque no parece que Aznar comparta esta reflexión. El antaño líder indiscutible del PP perdió su oportunidad de desafiar al actual presidente en pleno congreso cuando declinó la invitación (es el primer cónclave al que no asiste) y rechazó seguir encabezando la formación de forma honorífica. Dio el portazo junto a FAES, que deja de ser la fundación de referencia, y anunció que seguiría como militante de base. Es decir, alguien a quien, por muy expresidente que sea, no le van a poner el micro a diario, por lo que Rajoy puede estar tranquilo. Se rumoreó que podría formar un nuevo partido, pero entre Génova y Ciudadanos la habitación derecha de la política española está muy concurrida.

Debate ideológico e identitario

«Hemos acertado en no hacer un congreso de nombres», presumía esta semana Pablo Casado, vicesecretario de Comunicación del PP, poniendo como ejemplo su Convención Nacional frente a las disputas que desangran a Podemos y PSOE. Lo cierto es que Rajoy no ha iniciado la carrera de la sucesión y, teniendo en cuenta lo poco amigo que es de las sorpresas, nada indica que pueda abrir ese melón ahora. Los sillones que se mueven son los secundarios, y todos bajo su supervisión. Hace unos meses, la presidenta del PP de Madrid, Cristina Cifuentes, puso en un aprieto el modelo de organización presentando una enmienda en la que abogaba por la celebración de primarias. Una propuesta que terminó echando atrás después de negociar con Génova. Finalmente, las direcciones regionales sí que podrán consultar a sus bases si así lo desean, pero el modelo, que se ha impuesto en el resto de formaciones del Estado, no se llevará a la dirección estatal.

Rajoy ha logrado transaccionar la mayor parte de enmiendas, lo que le garantiza bajar la tensión del debate. No obstante, sí que hay asuntos que no tiene atados y que, previsiblemente, generarán discusión. La mayor parte de ellos son profundamente ideológicos y evidencian la tensión en la que se mueve la derecha española entre su vertiente conservadora y católica y su ala liberal.

La definición del partido, plantear qué es el PP, es uno de los puntos de fricción que nunca se cierran. Existen sectores que reivindican que se mantengan las referencias a la inspiración cristiana que habitualmente ha caracterizado al PP. Por ejemplo, en 2004, cuando Rajoy se hizo con las riendas del partido, el documento mencionaba el «humanismo de tradición occidental». Una carga ideológica que se ha mantenido desde la refundación de la derecha española a partir de Alianza Popular. Ahora, sin embargo, quienes se reivindican como «liberales» también quieren que el texto incluya este apellido. Especialmente después del cambio de chaqueta de Albert Rivera, que definió a Ciudadanos como «liberal progresista» para dejar atrás la socialdemocracia. En la práctica seguirá haciendo lo mismo, pero con la frase logró que las cámaras le hicieran caso al menos durante unas horas.

La gestación subrogada, el voto en conciencia, el aborto o la custodia compartida son asuntos que llegan también al cónclave del PP sin texto acordado. En general, la tendencia es que el ala más ultraconservadora trata de imponer una posición que incluso es percibida como extrema por parte del propio partido de la derecha española.

Quizás los principales debates son los que afectan a nombres, por las consecuencias que tienen. Por un lado, está la posibilidad de limitar el número de mandatos, lo que podría implicar que Mariano Rajoy empiece a pensar en buscar un sustituto. Por el otro, la acumulación de cargos. Hay hasta 12 enmiendas que piden que se controle este aspecto, lo que se interpreta como iniciativas contra la secretaria general, María Dolores Cospedal, que también ejerce como ministra de Defensa y lidera el partido en Castilla La Mancha. Habrá discusión (a puerta cerrada, el PP no es de mostrar sus vergüenzas) pero al final el que decide será Rajoy, que es quien le tiene que ratificar (o no) en el cargo.

Para él hoy comienza un paseo triunfal. El poder es siempre un gran pegamento.

 

Charrán o gaviota; cuando el debate es insustancial

«No soy ornitólogo, a mí siempre me pareció un albatros». Rafael Hernando, portavoz del PP en el Congreso español, respondió ayer a las preguntas sobre cuál es el ave que simboliza al partido desde su constitución tras la refundación de la derecha española a partir de Alianza Popular. Puede parecer una frivolidad teniendo en cuenta que hablamos de un partido que afronta un congreso asediado por los casos de corrupción, pero lo cierto es que se ha convertido en la anécdota del cónclave, lo que evidencia la calma chicha que marca las discusiones. Lo cierto es que sí que se tiene que fijar en los documentos finales qué ave está representada en el logo del partido, siguiendo las directrices de la Ley de Partidos. Desde hace años, Fernando Martínez Vidal, concejal del PP en Madrid y creador del logo, ha presentado enmiendas instando a que reflejase que se trata de un charrán y no de una gaviota, como comúnmente se ha considerado. Al final, la normativa le terminará dando la razón. Y mientras debaten sobre ornitología podrán olvidarse de corrupción...A.P.

 

La continuidad de Cospedal como gran incógnita

La mayor parte de los medios dan por hecho que Mariano Rajoy mantendrá en su cargo a María Dolores Cospedal, ministra de Defensa y también secretaria general del PP. Es el presidente del partido, Rajoy, quien elige a su equipo y, siguiendo la tradición, nadie sabe cuándo anunciará los nombres de quienes le acompañarán en la nueva etapa. Podría hacerlo hoy mismo, cuando dé comienzo el cónclave y Cospedal pronuncie el discurso de apertura y rendición de cuentas, o podría esperar hasta mañana, cuando él mismo se presente ante los delegados como único aspirante. Uno de los grandes valores del político gallego ha sido mantener los equilibrios dentro del partido, siempre con la máxima de que nadie le haga sombra. Conociendo que existe un enfrentamiento entre Cospedal y la mano derecha de Rajoy en el Gobierno español, Soraya Sáenz de Santamaría, habrá que ver cómo mantiene a todos los sectores contentos.A.P.