Amalur ARTOLA
DONOSTIA
Elkarrizketa
CARLOS MUGUIRO
DIRECTOR DE LA ESCUELA DE CINE ELIAS QUEREJETA

«No sé si el hacer cine se puede enseñar, lo que sí sé es que se puede aprender»

Carlos Muguiro (Elizondo, 1966) deja la dirección de la especialidad de Cine Documental en la Escuela de Cine de la Comunidad de Madrid (ECAM), de la que fue diseñador del currículum pedagógico, para ponerse al frente de la Escuela de Cine Elías Querejeta, ubicada en Tabakalera de Donostia. Cuenta con una dilatada carrera como docente y ha realizado cuatro largometrajes junto a Sergio Oksman.

La Escuela de Cine Elías Querejeta iniciará su andadura en setiembre en un espacio de 539 metros cuadrados en Tabakalera que contará con tres aulas, tres laboratorios y una capacidad para 45 alumnos. Su director, Carlos Muguiro, se muestra ilusionado con la idea de levantar una escuelta de cine en la que prime el “no saber”, es decir, «más que enseñar, saber hacerse bien las preguntas, explorar aquello que no sabemos».

Estamos en Tabakalera, centro de la cultura contemporánea que acoge las sedes de la Filmoteca Vasca, Zinemaldia y, ahora, la Escuela de Cine Elías Querejeta. ¿Qué le transmite eso?

La escuela nace como algo natural, es una derivación lógica de estas tres instituciones viviendo en la misma casa, que es algo excepcional en sí mismo. De ahí que se piense que sería bueno la transmisión de la experiencia, el pensar que todo ese saber acumulado se puede transmitir a las nuevas. También es una manera de seguir pensándose a sí mismas. Me gusta pensar que Zine Eskola nace de manera lógica y natural como una manera de aprovechamiento de algo que ya existe y que contribuye a dar sentido a todo el proyecto de Tabakalera desde el punto de vista cinematográfico.

«La hipótesis del cine» es el proyecto que presentó a concurso. ¿Sobre qué se sustenta?

Queríamos expandir la idea de cineasta. Un cineasta es desde luego aquel que hace películas pero, más de cien años después del nacimiento del cine, cineasta también es aquel que se ocupa de cuidarlas, restaurarlas, preservarlas, dejarlas a las generaciones que vayan a venir. Cineasta también es alguien que programa, que decide qué vemos o cuáles son las tendencias, que decide rescatar a un autor o autora, que hace nuevas reescrituras del cine permanentemente, porque el cine es algo vivo. Esta es una de las ideas centrales, esa convivencia de los tres tiempos del cine: pasado, presente y futuro. Esto en sí mismo ya es una novedad, no existe un centro a nivel internacional en donde convivan estas tres patas y que estén interrelacionadas.

El proyecto “Hipótesis del cine” toma el concepto de Alain Bergala, que es un teórico y crítico francés, de que una escuela debe ser un sitio de investigación y proyección de lo que puede ser el cine en unos años. Esto no solamente afecta a las películas que no existen y que hay que hacer, sino que acepta que hacen falta profesionaes que se ocupen de todos estos ámbitos en el futuro. Generalmente pensamos que una escuela es un sitio donde se transmite el saber, pero es muy importante el “no saber”, es decir, saber hacerse bien las preguntas, precisamente explorar lo que uno no sabe. Una escuela también tiene que ser un sitio donde se anima a explorar lo que no sabemos, a investigar, a profundizar en las preguntas. De entender cómo está cambiando el cine y cómo podemos explorar nuevos territorios.

Lleva más de veinte años en el mundo de la docencia, pero el mundo cinematográfico cambia a pasos agigantados. Hoy en día, ¿dónde cree que hay que poner el acento?

En los útimos 10-15 años nos ha tocado ver cómo ha cambiado el cine no solo desde el punto de vista tecnológico, también desde las formas de acceso a él. Todas las instituciones cinematográficas están redefiniéndose, también los festivales. Y, ciertamente, siempre me ha preocupado la idea de si el hacer cine se puede enseñar o no. Yo no lo tengo tan claro, pero sé que lo que sí se puede es aprender. Creo que una escuela tiene que dudar de sí misma y estar enseñándose permanentemente sobre cómo hacer las cosas.

Plantean un programa de tres posgrados: Archivo, Comisariado y Creación.

Responde a las insituciones aue están detrás: Archivo/Filmoteca, Programacion/Zinemaldia y Creación/Tabakalera. Siempre hablamos de necesidad y de lógica, y eso es lo que parece más natural. Estas instituciones tienen profesionales que pueden transmitir sus experiencias, y aportar prácticas a los alumnos.

Las plazas son limitadas y quienes quieran acceder tendrán que cumplir ciertos requisitos y presentar varios documentos. ¿Qué clase de alumna o alumno busca la escuela?

Desde el punto de vista de la formación mínima, en principio es una escuela de posgrado, por lo tanto debería tener un título universitario, pero no estamos cerrados: no creemos en lo puramente burocrático, la escuela está abierta a cualquiera que pueda justificar una mínima experiencia en el cine, la restauración o el archivo, porque lo importante es que haya una voluntad de inmersión real. Lo que hay que probar es el deseo de formar parte de este proyecto y eso se manifiesta sobre todo en la declaración de intenciones, que sí pedimos, y en la presentación de un proyecto en el que se quiera trabajar. La idea es que la escuela tenga proyectos profesionales en los que se pueda trabajar, y lo importante es formar un grupo que entienda el proyecto.

La matrícula cuesta 3.500 euros. No es precisamente barato.

Sí… entiendo lo que dices y, además, tampoco San Sebastián-Donostia es una ciudad barata para vivir… Vamos a ver si conseguimos algún tipo de becas porque, efectivamente, el ideal es que todo aquel que quiera lo pueda hacer. Yo soy el primero que cree en la enseñanza pública y este es un centro público. En lo que a mí respecta, voy a intentar pelearlo.

El alumnado no logrará una titulación oficial. ¿Qué peso puede tener esto?

Es una buena pregunta… Yo tampoco lo sé. A la hora de pagar una matrícula puede ser un condicionante, porque lo que quieres es un título oficial, pero desde el punto de vista laboral, según en qué ámbitos no repercute tanto. Aún así, sí que me gustaría que tuviera titulación oficial, porque es un plus, y creo además que tiene que ser con la UPV, en eso no tengo ninguna duda. Pasa que la titulación oficial tiene a su vez una serie de requisitos administrativos y ministeriales que, a veces, te limitan. Además, este tipo de titulaciones no existen de manera oficial en ningún lado, te tienes que ir a Nuerva York, y a lo mejor tampoco...

El curso se solapa con Zinemaldia. ¿Qué relacion tendrán los estudiantes con el festival?

Esa será una de nuestras señas de identidad. El curso empieza con Zinemaldia y termina con el último día del siguiente. Los alumnos estarán acreditados, participarán en el encuentro de estudiantes... la idea es que Zinemaldia se convierta en asignatura: los de Comisariado, por ejemplo, tendrán una asignatura de 9-10 meses en donde van a ver cómo se construye el festival, profesionales de distintas áreas van a ir pasando y explicando el festival y llegarán al siguiente Zinemaldia. Esto es una maravilla, porque significa ver desde dentro cómo se construye uno de los eventos más importantes de Europa de esta naturaleza. Y el segundo Zinemaldia lo veremos con otros ojos: hay que facilitar que sea un lugar de encuentro, los de Creación habrán ido trabajando sus proyectos y será un escaparate extraordinario para encontrar socios y financiación. Zinemaldia es el círculo que lo envuelve todo, es la posibilidad de transmitir toda esa experiencia.

En cuanto al profesorado, ¿sobre qué criterios se ha basado la selección?

La selección sigue abierta, pero es como todo el proyecto, muy guipuzcoano, muy vasco. Hay que partir de la gente de casa y contar también con profesionales de todo el mundo que puedan venir a dar clase. Por eso planteamos una docencia trilingüe (euskara, castellano e inglés), porque seguramente los profesores que vengan de fuera van a hablar mayoritariamente en inglés. Ahora mismo en el cine vasco hay, no solo directores, también productores, fotógrafos, guionistas que están haciendo cosas muy diversas y la escuela no puede ser solo un lugar donde dar clase, tiene que ser un sitio de encuentro para transmitir, discutir, pensar… Esta es la idea y lo que reflejará el listado de profesores.

Ha habido alguna crítica por la elección para el cargo de director de la escuela de una persona que no habla euskara.

Entiendo perfectamente todas las críticas y puedo entender que tienen razón, pero lo que sí sé es que en la escuela eso no va a ser un problema en el día a día. Mi cargo es un cargo oficial y temporal, son dos años y quizá otros dos, y mi idea es ponerlo en marcha y darle una identidad. Mi compromiso con el euskara es total, le tengo un amor profundo. Llevo toda mi vida intentando hablar con naturalidad y más allá de la escuela yo seguiré intentándolo, porque es una cuestión personal.

En Donostia existen espacios como Larrotxene, que llevan años trabajando en la formación en audiovisual. ¿Plantean algún tipo de colaboración?

Sí, son instituciones distintas pero la idea es establecer relaciones con Larrotxene, otras escuelas que tienen otro perfil, universidades, incluso con Musikene. Ya hemos establecido las primeras relaciones. Lo bueno de un centro así es que puede tener conexiones con aspectos que a lo mejor ni pensamos.

Para ir terminando, ¿qué espera de este primer curso?

Me gustaría que la escuela se plantase públicamente con una identidad definida, con una personalidad distinta, con una singularidad, que llegue a la ciudadanía como algo que tiene una razón de ser, esto me parece muy importante. Que cumpla una función social. Y, obviamente, que tengamos un grupo de alumnos que quieran dar forma a este proyecto. No sé si será posible, pero en eso estamos.

¿Y qué clase de profesionales le gustaría que salieran de esta escuela?

Profesionales bien formados, con un sentimiento de que el cine forma parte de su vida desde el punto de vista pasional y que sean capaces generar realidades nuevas, de aportar y de movilizar a la sociedad, de hacerles pensar lo importante del patrimonio, de que hay que activar una mirada crítica hacia las imágenes, que el cine no es algo dado y que simplemente se consume. Esa es la idea. Como la educación estética de Oteiza, que decía que si esto no vuelve a la sociedad no hacemos nada. A Creo que a la sociedad solo puede volver si la remueves, si la agitas, si la haces dudar y rompe estereotipos. ¿Qué más querría yo?