Nagore BELASTEGI

El hombre que tiene un saco de boxeo llamado «Parkinson»

Cuando era niño un obús cayó sobre su casa y, ya trabajando, el avión en el que viajaba tuvo un percance sobrevolando el océano índico. Ahora se ríe de la muerte y escribe libros positivos mientras combate el Parkinson.

Los Cursos de Verano de la UPV-EHU no son extraños para Antonio Sánchez Escudero, pues habitualmente se le encuentra en las aulas del palacio Miramar como asistente. Esta vez ha ofrecido su propia ponencia, “Cómo aprender con eficacia y el arte de disfrutar enseñando”. Podríamos suponer que este hombre es un experto en educación o que iba a explicar trucos didácticos, pero nada más lejos de la realidad. Sanchez Escudero es un madrileño que cumplirá pronto 82 años y ha superado varias enfermedades y accidentes. Hace 18 años le diagnosticaron parkinson, a quien no le va a dejar ganar. De hecho, practica boxeo asiduamente y tiene un saco en casa que se llama “Parkinson”, al que arrea tremendos mamporros.

Su actitud ante la vida es la mejor lección que puede enseñar y es sobre lo que habló durante su ponencia, en la que su buen humor fue protagonista. Comenzó con un ejercicio de relajación y continuó poniendo un vídeo de humor, porque le gusta empezar la mañana riendo. Después, sorprendió a los asistentes con un fragmento del programa “Got Talent”, en el que participó hace un par de años. Su objetivo era dar ánimos a todas las personas con alguna enfermedad, y quería transmitirles un mensaje de tranquilidad y optimismo. Demostró que a él nada le frena haciendo 60 flexiones en un minuto.

Ayer también realizó una demostración en Miramar, que arrancó los aplausos de los asistentes. «En realidad no tengo ningún mérito. El único mérito es no dejar de intentarlo nunca», explicó Sánchez sin referirse a nada concreto más que a la propia vida.

En su opinión, la vida se rige por el amor y el miedo. «El amor es capaz de conseguir cualquier cosa. En cuanto al miedo, hay dos tipos: el amigo, que te protege, y el chantajista», aseguró. Para él, «el miedo es peor que cualquier enfermedad».

«De pequeño tuve tuberculosis y mis hermanas lloraban y decían ‘el niño se muere’. El niño era yo y no me morí», comentó atribuyendo la recuperación a su fuerza interior. «Creer en ti es lo más importante, pues esa confianza nunca te abandona», subrayó.

Disfrutar el momento

El jubilado, ahora convertido en una especie de coach, cree que en el corazón hay un cerebro, por lo que cuando existe una corazonada hay que hacerle caso. Así dejó su trabajo estable para marcharse a Los Angeles, algo que después le retribuyó un mejor puesto que el primero. A su vez, opina que hay que dejar de buscar las cosas, pues si buscamos algo seremos esclavas de ello, pero si encontramos cosas seremos libres, solo hay que aprovecharlas.

«Muerte solo hay una, pero vidas puedes tener todas las que quieras», aseguró animando a la gente a vivir plenamente pues «mientras hay vida hay felicidad». Por eso, cree que todas deberíamos dedicarnos a algo que nos guste, y no a eso que nos retribuirá más dinero. «Si un profesor no disfruta enseñando, a lo mejor es que es un buen electricista», puso de ejemplo.

«No hay ni futuro ni pasado, solo existe el instante que está pasando. Pasa tan rápido que no nos damos cuenta de lo que hemos vivido, así que hay que disfrutar al máximo cada momento» –dijo– para añadir que solo existen dos tipos de personas: las que dan y las que piden. «Las que piden nunca tienen nada, aunque les toque la lotería. A las que dan nunca les falta, porque dan apoyo, cariño, consejos... si haces bien a alguien, te haces bien a ti», aseguró sonriente.

Como anécdota contó que fue a Iruñea a dar una charla a un grupo de «parkinsonianos». «Y allí estaban, con sus caras inexpresivas parkinsonianas...», así que les dijo: «¡nos vamos a forrar!», y ante las sorpresa de todos continuó, «nos vamos a Las Vegas a jugar al Póker y con estas caras nadie nos va a calar las cartas», contó riendo. Esta historia resume su forma de ser, buscando siempre el lado bueno y sin rendirse ante nada.