Iñaki  Soto
GARAko Zuzendaria / Director de GARA

Mandatos divergentes, tácticas e interlocutores para otra legislatura

Desde la perspectiva de Moncloa, no es fácil sustituir a un ministro de Salud en medio de la pandemia. Menos a uno que ha sido solvente y que goza del crédito de haber acertado con la vacunación. Para justificar esta maniobra, las encuestas tienen que mostrar muy claramente que poner a Salvador Illa como candidato a la Generalitat supone una ventaja sensible para el PSC. ¿Tanto como para evitar que el independentismo supere el 50%? Difícil.

Otra opción es que Sánchez considere a Illa un buen interlocutor para tratar con el independentismo. A ver qué dicen al otro lado de una mesa que sigue sin ponerse en marcha. Unos dicen indulto y otros amnistía, pero todos coinciden en liberar a los presos catalanes este año. Dicen.

A la derecha española, empezando por los fiscales del Tribunal Supremo, les da igual arre que so. Todo será considerado traición y activará el soniquete golpista. Por ahora no decantan suficiente.

La apuesta reaccionaria es que la izquierda ejerza de izquierda: un error del Ejecutivo, que se liquiden mutuamente o que dinamiten sus alianzas. O todo a la vez.

A por otra legislatura

A la espera de goles en propia puerta, gracias a los presupuestos muchos dan por garantizada esta legislatura en Madrid. Pero, entre la crisis y Catalunya, no va a ser tan fácil.

Para aguantar en esta, entre otras cosas, debe ambicionar otra legislatura. No para alimentar el ego transcendente de ciertos líderes, sino como estrategia viable a medio plazo. Es el momento de empezar a pensar en ello. Para eso hace falta talento y sosiego.

El factor vasco

Algunos representantes abertzales en Madrid hablan bien de Illa. Dicen que atiende. Podría ser un interlocutor, quizás. Necesitará mediadores reales y eficientes. Gente que influya y ayude.

En este contexto, el PNV le da estabilidad al PSOE y EH Bildu ambición democrática a Unidas Podemos. Todos saben, no obstante, que tienen intereses, disciplinas y lealtades divergentes. Pero en la táctica, a falta de alternativas, todos pueden avanzar. Hasta Maltzaga no, pero quizás hasta Eibar.