Maitane Aldanondo

Una biblioteca de cosas para impulsar otro modelo de consumo

Al estilo de los casi extintos videoclubs, en Aloklub se pueden alquilar taladros, tablas de surf, lijadoras... productos que no resulta rentable comprar para su uso puntual. Ahora, sus creadores quieren dar un paso más y abrir su plataforma al comercio local.

Aloklub tiene su establecimiento de recogida de productos en la calle Sabino Arana de Bilbo. (Monika DELVALLE/FOKU)
Aloklub tiene su establecimiento de recogida de productos en la calle Sabino Arana de Bilbo. (Monika DELVALLE/FOKU)

Alquilar frente a poseer. Ese es el modelo de consumo responsable y circular que Rodolfo Pereira y Josu Jáuregui quieren impulsar con Aloklub. Una biblioteca de cosas donde conseguir productos de uso muy ocasional como botas de esquí, tablas de surf, vaporetas o taladros. Tras casi tres años en marcha, el proyecto está un proceso de trasformación para incorporar al comercio local.

La idea fue de Pereira, un brasileño afincado en Bilbo desde 2011. Estudió Marketing y Turismo en su país natal y, cuando el trabajo de su mujer les trajo aquí, realizó un máster en Dirección de Operaciones y Logística Integral, «por empezar una carrera». Se adentró en el campo de la optimización de procesos pero, al no ser ingeniero, se centró en los servicios. Su primera incursión en el emprendimiento fue la discográfica digital Crowd Jam Band, para que músicos independientes pudieran comercializar sus pistas; pero crear la plataforma era mucho más complejo de lo que imaginaba, por lo que desechó la idea. En 2016, decidió volver a intentarlo con una problemática que le preocupa: el consumo eficiente y responsable. Partiendo del intercambio, llegó al alquiler y, tras probar su idea de forma informal, en marzo de 2018 abrió un establecimiento en la calle Sabino Arana.

Aspira a introducir el enfoque del alquiler como forma para ahorrar dinero y recursos al consumir de manera compartida. La persona usuaria paga por el tiempo de uso, no por la propiedad; lo que permite optimizar su eficiencia. Esta alternativa «es una tendencia y un mercado en desarrollo dentro de la economía circular con infinidad de oportunidades para sacar el máximo valor añadido al producto». Pero su responsable considera que Aloklub llegó antes de tiempo. A día de hoy su modelo no es rentable, por eso está en un momento de transición. Consciente de que el problema de muchas tiendas locales es la digitalización y la imposibilidad de competir con las grandes plataformas, quiere ofrecerle la suya al comercio de a pie de calle. Se centrará en el segmento de hogar, «taladro, vaporeta, lijadora…. cosas que utilizamos de forma puntual». Y les asesorará sobre los productos que les puede resultar rentable alquilar. Esa opción será imprescindible, pero también podrán vender. Además, para incorporar la entrega y recogida a domicilio, está negociando con la cooperativa de reparto en bici Botxo Riders.

«No estamos locos»

Actualmente, la oferta de Aloklub se divide en tres grandes grupos: ocio, hogar y deporte, y consta de más de 200 productos. «Me hace llorar, es demasiado», se lamenta Pereira. Cada elemento tiene un precio de alquiler diario que se reduce a partir del segundo día. Por ejemplo, una vaporeta que cuesta entre 140 y 200 euros, se alquila por 15 o 20. A eso hay que sumarle la fianza, que se recupera al devolver lo prestado. Todo el proceso se realiza en www.aloklub.es y, una vez completado, la recogida se hace en el local.

«Por precio y practicidad» pensaba que su clientela sería joven, pero el rango de edad es algo superior al esperado, entre 25 y 45 años. La gran mayoría son de Bilbo y municipios vecinos, y aunque no hay diferencias entre hombres y mujeres, ellas son el 80% de las seguidoras de Aloklub en las redes sociales. «No tiene efecto directo en el alquiler, pero sí en el boca a boca digital», matiza el responsable. Algunas personas están concienciadas mientras otras optan por alquilar debido a que su situación financiera no es la mejor. «Quieren hacer cosas y entonces o compran o no hacen. Aloklub les da acceso sin tener que gastar tanto». Las opiniones que recibe son positivas y esto le empuja a seguir: «Veo que tiene sentido, que no estamos locos». No solo por parte de su clientela, también de otras personas emprendedoras que valoran positivamente la iniciativa y le proponen nuevas oportunidades.

Pereira afirma que «emprender es un privilegio» que ha podido asumir gracias al soporte de su familia. Le hubiera gustado dar el paso siendo más joven: «Me hubiera cambiado la vida, porque aprendes muchísimo y valoras muchas cosas». No obstante, cree que la resiliencia es muy importante para afrontar la parte mala que también tiene esta experiencia. «Se habla poco de los días en los que uno llora. Muchas veces no sabes qué hacer, cómo vas, si lo vas a lograr…», reconoce. «Tengo 37 años y mi mayor miedo es fracasar con esto. Creo que ya no pasará, porque tenemos un buen proyecto, pero con la edad te da la inseguridad. Si no lo logramos, ¿qué hago con mi vida?», se pregunta