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Amelia Tiganus: «Mientras haya una mujer explotada sexualmente no seremos libres»

La activista feminista y formadora social Amelia Tiganus, que fue víctima de la trata y explotación sexual, plasmará su experiencia en un cómic, una herramienta que espera sirva para llegar a la gente más joven, «a la que va dirigido todo el marketing que usa la industria de la explotación sexual».

Amelia Tiganus, fotografiada en Orendain, donde vivió una temporada. (Idoia ZABALETA/FOKU)
Amelia Tiganus, fotografiada en Orendain, donde vivió una temporada. (Idoia ZABALETA/FOKU)

El cómic ‘Amelia, historia de una lucha’ verá la luz en los próximos meses. Está basado en la experiencia de Amelia Tiganus, activista feminista y formadora, experta en violencia sexual, que trabaja en el proyecto social Feminicidio.net y que fue víctima de la trata y explotación sexual.

Tiganus, originaria de Rumanía, fue violada a los 13 años al salir del colegio por varios hombres en un portal. Desde entonces, las violaciones se convirtieron en sistemáticas y con el tiempo descubrió que los proxenetas se aprovechan de la situación de vulnerabilidad de las mujeres, muchas veces menores de edad, para captarlas y venderles una supuesta salvación que será la prostitución. Con 17 años y medio fue vendida a un proxeneta español por 300 euros y durante cinco años fue obligada a ejercer la prostitución en 40 prostíbulos.

«Así es como me fabricaron como puta», señala esta mujer, hoy afincada en Euskal Herria y fundadora de la asociación Emargi, un espacio de encuentro y resiliencia para mujeres víctimas de violencia sexual en Bilbo. 

«Durante los 6 meses que tardé en cumplir la mayoría de edad nos adiestraron a mí y a otras mujeres sobre cómo ser unas buenas putas. En un piso nos enseñaban a andar con tacones, a hablar fino… eso de la feminidad multiplicada por mil. Todo para poder convertirte en una buena profesional decían».

En entrevista con Efe con motivo del 8 de marzo, sostiene que «mientras haya una mujer explotada sexualmente y, sobre todo, mientras los hombres no entiendan que es absolutamente ilegítimo acceder al cuerpo de una mujer a cambio de un billete sin tener en cuenta la ética, los cuidados, el placer, el deseo mutuo… las mujeres no seremos libres».

El violento episodio que sufrió cuando todavía era una niña le cambió la vida para siempre, aunque «lo peor vino después». Para ella, lo más duro fue quedarse absolutamente desprotegida, comprobar cómo su propio entorno, la propia sociedad la estigmatizó y la marginó. De ahí su lucha por poner en el foco la responsabilidad que tiene la sociedad en toda esta problemática.

Tiganus señala que el daño que se ejerce sobre las mujeres prostituidas no solo recae en ellas, sino también en sus familias. «Muchas veces no vuelven a saber nada de sus hijas, porque nos desaparecen, nos asesinan. Ni siquiera somos cifras oficiales», destaca.

Según la base de datos de Feminicidio.net, desde el año 2010 hasta ahora se han cometido al menos 51 feminicidios por prostitución en el Estado español. «Si a nadie le importan las mujeres asesinadas en general, las prostituidas asesinadas aún menos», porque «en el patriarcado, las mujeres tachadas de putas son mujeres desechables, que nada valen, que no tienen ese reconocimiento de ser humano».

Totalmente en contra de «la mirada romantizada» que el cine ha creado de la prostitución, para la activista «los prostíbulos son auténticos campos de concentración para mujeres empobrecidas» con los que la sociedad convive «con toda tranquilidad. Muchos dicen que solo van a tomar una copa, como banalizando que en un sitio donde se explota y se esclaviza a las mujeres es absolutamente legítimo ir a tomar una copa y a divertirse con los colegas», añade.

Tiganus fue víctima de trata y descubrió en el feminismo la «solución» a esta lacra: «El feminismo salva vidas. Salvó la mía y salva la de miles y miles de mujeres todos los días».

Ahora lucha por conseguir la abolición de la prostitución, una actividad que, en su opinión, no puede ser considerada trabajo. «No tenemos un cuerpo en propiedad, somos cuerpo. Sentir mientras nos penetran por boca, vagina y ano desconocidos a los que no deseamos sexualmente, sentir los manoseos, los babeos, que nos suden encima gota a gota… No sé si alguien pensándolo desde ese punto de vista lo puede considerar un trabajo, porque absolutamente en ningún trabajo ocurre algo así».

Por eso, su insistencia en recordar que «la prostitución es una multinacional que se nutre con mercancía (las mujeres y niñas) de los países más empobrecidos».

El cómic, una herramienta para llegar a gente más joven

Para Tiganus se trata de «una situación en la que no hay salida, no porque haya barrotes, no porque estás encerrada bajo llave, sino porque entre el prostíbulo y esa puerta abierta y el mundo real hay un abismo, porque la propia sociedad te condena a eso siempre que repita ‘ellas lo han elegido, ellas lo quieren, es que van a lo fácil, no quieren trabajar’. Todo eso se convierte en una jaula con la puerta abierta».

Como referente en la lucha contra la violencia sexual, Tiganus utiliza como armas el feminismo y la formación. Hace dos años le ofrecieron la posibilidad de crear un cómic basado en su experiencia, que verá la luz en los próximos meses. A su juicio, esta iniciativa podría ser «una herramienta muy potente a la hora de llegar a la gente más joven, que es el público al que va dirigido todo el marketing que utiliza la industria de la explotación sexual para convertir a nuestros jóvenes varones adolescentes en agresores sexuales, utilizarlos para sacar todo ese dinero y a la vez seguir destruyendo mujeres».

Dibujado por Roberto García y guionizado por Alicia Palmer y la propia Tiganus, el cómic «es un trabajo muy serio y muy elaborado» que tendrá un formato de tapa dura y 80 páginas a color. «No es un proyecto personal, es un proyecto social, porque hemos lanzado una campaña de micromecenazgo (a través de Verkami) para que todas las personas que quieran o puedan, sean partícipes de todo esto», explica.

Los tres objetivos económicos que se plantearon en la campaña han sido superados en solo diez días y la participación de las mecenas sigue creciendo y apoyando la iniciativa.

En opinión de esta activista, el 8 de marzo «es más necesario que nunca, porque la extrema derecha ha avanzado demasiado» y aunque ahora, debido a la pandemia, «quizás no se puedan llenar o invadir las calles como en los últimos años, sí se pueden hacer acciones para seguir mandando nuestros mensajes y poner a la opinión pública de nuestro favor», porque «un mundo mejor para las mujeres y las niñas es un mundo mejor para todos».