
Siempre se ha dicho lo reveladora que resulta en el cine la mirada extranjera, y sabido es lo mucho que aportaron al cine mexicano Buñuel, Luis Alcoriza o nuestro Antxon Ezeiza. Y, curiosamente, el documental de Laura Herrero Garvin rescata ambientes marginales que nos retrotraen a clásicos del país azteca como ‘Los caifanes’ (1967).
El mérito es que se aleja de aquel machismo secular y racial, para reflejar el tipo de mujer que ha tenido que sobrevivir a ese mundo tan violento y sexista. Las chicas de ‘La Mami’ (2019) trabajan por la noche en el mítico cabaret Barba Azul de Ciudad de México, dentro del barrio Colonia Obrera, construido a principios del siglo XX y donde abundaron los locales de alterne. A ellas les llamaban allí ficheras, por bailar con hombres que pagaban con fichas que, a la hora del cierre, eran canjeadas por dinero.
La señora del título es doña Olga. De joven ejerció de fichera, pero de mayor se ha reconvertido en la encargada de los aseos para mujeres. Un baño que sirve de confesionario y refugio a sus compañeras, a las que ayuda y aconseja como una madre, dado que éstas ocultan a sus familias la clase de trabajo que desempeñan, aún sin dedicarse a la prostitución.
La película es una lección de sororidad entre mujeres, por el amor y la comprensión que transmite a un oficio en la sombra.

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