Iñaki  Soto
GARAko Zuzendaria / Director de GARA

Corrugados y laminados

La planta de Corrugados Azpeitia. (Gorka RUBIO | FOKU)
La planta de Corrugados Azpeitia. (Gorka RUBIO | FOKU)

Finalmente parece que Corrugados no está interesada en abrir una factoría en Azpeitia, en el mismo sitio donde la cerró en 2013. Era evidente y, sin embargo, desde el Gobierno de Gasteiz y la Diputación de Gipuzkoa se han generado falsas esperanzas. Sabían que la antigua factoría no se podía reabrir legalmente, pero han dado a entender que ellos por el empleo harían cualquier cosa. No lo mejor ni lo imposible, no, sino cualquier cosa. Es feo difundir esa mentalidad. Siempre está mal, pero en estos tiempos tan revueltos es muy irresponsable.

Según ese guión, si salía algo positivo de esta operación el éxito sería de Lakua y la Diputación de Gipuzkoa que promueven la industria, mientras si algo fallaba la culpa caería sobre el Ayuntamiento de Azpeitia y su alcaldesa, Nagore Alkorta, que en el mejor de los casos favorecen el medioambiente ante todo. La maniobra ha sido muy burda, pero se ha invertido mucho en ella. Algunos cargos se han jugado su credibilidad y, en cierta medida, esta se ha visto dañada.

Al final de la polémica, basta con mirar los intereses de cada parte para ver qué había detrás. ¿Qué razón tendría una alcaldesa para ir contra el pueblo? En todas sus intervenciones, Alkorta ha explicado claramente que no había un propuesta firme; que si la empresa la hacía ella no podía bloquearla sin prevaricar; que se comprometía a tramitar la propuesta en cuanto se presentase y a darle curso si era legal; que también dependía del informe medioambiental y que este correspondía a quienes estaban metiendo presión mediático. Y, por supuesto, ha defendido que qué más querría ella que poder ayudar a crear empleo en Azpeitia. Pero que no había una propuesta firme, ni mucho menos, tal y como se ha demostrado.



Fuentes jeltzales han señalado que la razón de que Corrugados no abra en Azpeitia es que EH Bildu apuesta por un desarrollo inmobiliario y está ideológicamente en contra del desarrollo industrial. Son los mismos que acto seguido les acusan de obreristas y sindicalistas. Alguno se piensa que la gente es imbécil.

Precisamente por eso, no tengo claro el resultado de esta maniobra. Porque pienso que la gente, en general, no es imbécil. Supongo que mucha gente no conocía a Nagore Alkorta y habrán descubierto una política competente y articulada, muy por encima de la media. Creo que transmite esa impresión. Claro está, hablo de personas que no sean militantes ni del PNV ni de EH Bildu. En este sentido, pienso que quienes tuviesen prejuicios los habrán descartado y quienes tuviesen juicios, los habrán confirmado.

El único escenario en el que veo una ganancia para el PNV es en provocar un bajón general en el nivel del debate, una tendencia peligrosa que se ve en algunas de sus políticas y declaraciones.

Si bien –además de la mencionada majadería– nadie es capaz de explicar por qué Alkorta querría sabotear la apertura de una fábrica en Azpeitia, las razones de la otra parte para desprestigiar a Alkorta son evidentes. Querían laminarla, en un pueblo que ha sido patrimonio suyo durante décadas y donde EH Bildu gobierna ahora con mayoría absoluta. Se trata de minar la imagen de los representantes de la formación soberanista para rebajar su figura hasta que case con los prejuicios, no con los hechos: Corrugados no iba a abrir esa fábrica. [Si bien las razones de EH Bildu y PNV son evidentes, la de Corrugados no está clara. Es lo que mete algo de ruido y misterio a esta maniobra].

Esta postura del PNV en Gipuzkoa es muy llamativa teniendo en cuenta la sociología del herrialde. Desde el punto de vista político, resulta triste ver a Arantxa Tapia y a Jabier Larrañaga protagonizando episodios como este.

Aun siendo esto así, creo que sería un error ceder al impulso reaccionario, a dejarse llevar por la inercia de esta deslealtad institucional y una política de tan bajo nivel. Alguien tiene que tener altura de miras en el país y quien gobierna no parece capaz en este momento.

Entre otras cuestiones, las opciones de acuerdos en Gipuzkoa son mucho más grandes de las que se quieren reflejar con episodios así. Quizás ese sea el verdadero problema. O parte de la solución.