Isidro Esnaola
Iritzi saileko erredaktorea, ekonomian espezializatua / redactor de opinión, especializado en economía

El poder irrestricto de las finanzas mundiales puede con todo

Las finanzas mundiales son un campo en constante cambio. El volumen de contratos en circulación rebasa con mucho el tamaño de las principales magnitudes económicas mundiales. La falta de regulación les permite especular con todo, hasta el punto de que pueden fijar el precio de casi cualquier cosa.

Índices bursátiles en un escaparate de Tokio. (Kazuhiro NOGI/AFP)
Índices bursátiles en un escaparate de Tokio. (Kazuhiro NOGI/AFP)

Criptomonedas, acciones, deuda, futuros, derivados… las finanzas se han vuelto de una complejidad poco menos que inabarcable. Cada vez son más variados los contratos financieros que se negocian en los mercados organizados y fuera de ellos, porque una parte creciente se compra y se vende al margen de los mercados regulados, con lo que en muchos casos solo existen estimaciones de su volumen real.

Todas las miradas están puestas en la deuda pública y en la emisión de dinero, que se siguen de manera estricta, pero nadie controla realmente esa otra clase de activos que se expande sin parar.

Para hacerse una pequeña idea de la fuerza que movilizan las finanzas mundiales conviene poner en perspectiva su volumen y relacionarlo con otras magnitudes. En el gráfico que publica este lunes GARA se han recogido algunos indicadores económicos y financieros globales con ese fin.

El primero es el valor de una materia prima, la plata, que a lo largo de la historia se ha utilizado también como dinero y cuyo valor alcanzó los 44.000 millones de dólares, según World Silver Survey 2019. Una cantidad menor de lo que gastó el Estado español en sanear la banca en la anterior crisis, 75.500 millones de dólares. El PIB de los cuatro herrialdes del sur vasco, al cambio actual, suma unos 111.000 millones de dólares aproximadamente. Mucho a primera vista, pero en realidad poco.

El valor de la cotización de las criptomonedas alcanza ya los 244.000 millones de dólares (CoinMarketCap), cinco veces más que la plata. Un bien virtual, de uso restringido y con un fuerte componente especulativo mueve ya el doble de dinero que el PIB de Hego Euskal Herria. Un elocuente ejemplo de la expansión que agita el mundo financiero. En el siguiente escalón están, por ejemplo, los 3,8 billones de déficit previstos en el presupuesto de EEUU de 2020. Una cantidad quince veces mayor que todas las criptomonedas pero aproximadamente la tercera parte del valor del oro, que alcanza los 10,89 billones. Del mismo orden de magnitud es lo que suman las 500 mayores fortunas del mundo, 22,6 billones, algo más del PIB de EEUU que es del orden de 20 billones.

El valor de la Bolsa

Por debajo de 100 billones está el valor total del PIB mundial, según el cálculo del FMI que da una cifra de 84 billones de dólares para 2020. La suma de las cotizaciones de las bolsas mundiales en abril de 2020, justo al comienzo de la pandemia, alcanzaba los 89,5 billones.

Sin embargo, en junio de este año, el valor total era de 117 billones. La razón no es que la riqueza mundial haya aumentado en la misma proporción durante la pandemia; la causa está en la emisión masiva de dinero por parte de los bancos centrales de todo el mundo, la mayoría del cual no ha terminado en el bolsillo de la gente sino en las bolsas de valores. A principios de 2020 el dinero en circulación contabilizaba 95,7 billones. En la actualidad supera ampliamente esa cantidad, aunque todavía no han dado datos homogéneos para todo el mundo.

El patrimonio

En el siguiente peldaño está el total de la deuda mundial: 252,6 billones de dólares, una cantidad que triplica el PIB, pero por debajo de la valoración que se hace del patrimonio inmobiliario mundial que en 2018 era de 280 billones.

El total de la riqueza mundial alcanzaría los 360 billones, algo que corresponde aproximadamente a la suma del patrimonio inmobiliario, 280 billones, más el valor de la bolsa, 89 billones. Esta correspondencia muestra que las estimaciones son bastante congruentes.

Los derivados

Si hasta ahora las cifras son de vértigo, los derivados están a otro nivel. Se pueden definir como contratos de compraventa cuyas condiciones se fijan en la actualidad, pero que se cumplen en algún momento del futuro. Un ejemplo podría ser la opción de comprar 100 acciones de una determinada empresa a 100 dólares el último día del año. Esa opción tendría un valor nocional, el valor de la compraventa que se acuerda, 10.000. Por la posibilidad de hacer esa compra se paga una pequeña cantidad, pongamos 20 céntimos de dólar por acción, por lo que el valor de mercado de ese derivado sería 20 dólares. Pagando veinte ahora se pueden adquirir 10.000 en un futuro a un precio fijo. O no, si llegado el momento no interesa y el contrato lo permite.

Esa opción cotiza como cualquier otro valor y si ahora se paga a 0,20 de dólar por acción, se puede pagar 0,25, 0,30 o incluso a 0,10, dependiendo de cómo se comporten las acciones. Lo importante de estos contratos y lo que realmente da fuerza es que pagando 20 dólares se pone en circulación un contrato muchísimo mayor.

Por esa razón hay tanta diferencia entre el valor de mercado de los derivados 11,6 billones y el valor de los contratos que movilizan 558,5 billones, casi cincuenta veces más, según los cálculos de Banco Internacional de Pagos. Una cantidad que multiplica por seis el valor mundial de Bolsa y el PIB mundial. Si no se establecen restricciones, semejante volumen de contratos puede alterar, y de hecho está alterando, el precio de cualquier cosa; ahora son las materias primas, como el gas.

Todavía quedan los derivados de alta gama que son opciones de compra definidos a medida, y que pueden tener contener multitud de condiciones como, por ejemplo, que la venta sea a un precio si la cotización del petróleo está dentro de un rango o la del dólar alcanza determinado nivel. Este tipo de contratos al margen de todo se estima que alcanzarían el trillón de dólares de valor nocional.

Potencia de fuego descomunal

Los derivados de alta gama podrían comprar y vender más de 11 veces todo el PIB mundial. Pueden saltar la banca en cualquier momento y para cualquier activo.

El mayor problema es que no hay ningún control sobre su desarrollo, y lo que es peor, se está abriendo todo tipo de mercados a los especuladores que se dedican a este tipo de operaciones. Nada queda a salvo a menos que se restrinja el uso de estos contratos derivados. La financiarización es el dominio total de las finanzas sobre los intercambios de cualquier producto.