Iñaki  Iriondo
Cronista político

Un diputado general y un alcalde de Bildu recibieron a Kofi Annan en Aiete

¿Qué cambios generó el giro de hace diez años en el mapa político? Uno fundamental, visible incluso ya aquella mañana en Aiete, donde al ex secretario general de la ONU le recibieron dos mandatarios de una fuerza política recién creada y superando la ilegalización.

Juan Carlos Izagirre y Martín Garitano junto al exsecretario general de la ONU. (Andoni CANELLADA/FOKU)
Juan Carlos Izagirre y Martín Garitano junto al exsecretario general de la ONU. (Andoni CANELLADA/FOKU)

El 17 de octubre de 2011 el diputado general de Gipuzkoa y el alcalde de Donostia recibieron a las puertas del Palacio de Aiete al ex secretario general de la ONU y premio Nobel de la Paz Kofi Annan a su llegada a la Conferencia Internacional de Paz. Nada sorprendente dentro de los cánones de la cortesía diplomática. Lo sorprendente es que ambos, Martin Garitano y Juan Karlos Izagirre, pertenecían a la coalición Bildu, inexistente apenas medio año antes y que fue la formación más votada en el territorio.

La expresión política mayoritaria de la izquierda abertzale, Batasuna, fue suspendida por el juez Baltasar Garzón el 26 de agosto de 2002 y el Tribunal Supremo español certificó su ilegalización el 27 de marzo de 2003. Desde entonces, los tribunales españoles fueron prohibiendo la participación en elecciones de todas las siglas que sospecharan que podían tener relación con las proscritas. EHAK en los comicios autonómicos de 2005 y parcialmente ANV en las municipales de 2007 consiguieron saltarse las medidas de apartheid y ambas acabaron también prohibidas.

Desde la Declaración de Anoeta de noviembre de 2004, la izquierda abertzale estaba inmersa en una reflexión sobre su estrategia. La respuesta del Estado español fue la detención en octubre de 2007 de 23 personas en una reunión en Segura, bajo la acusación de estar reorganizando Batasuna. Pero el proceso de cambio estratégico no se frenó. Hubo más redadas a ambos lados de la muga. Y, de nuevo, el movimiento continuó adelante. El último intento del Estado de frenar lo irrefrenable se dio el 13 de octubre de 2009, con la detención de los principales líderes del independentismo, pero ya era tarde para el tándem Garzón-Pérez Rubalcaba. El botón para distribuir por todo Euskal Herria el documento “Clarificando la fase política y la estrategia”, que confirmaba el cambio de trayectoria del trasatlántico, se había pulsado con antelación.

Los movimientos de la izquierda independentista eran conocidos por otros partidos, al igual que la determinación de que ETA abandonara la lucha armada. Y eso propició acuerdos. El primero de ellos tuvo lugar el 20 de junio de 2010 cuando Eusko Alkartasuna y líderes reconocidos de la ilegalizada Batasuna firmaron el documento “Lortu Arte”, para sentar las “Bases de un acuerdo estratégico entre fuerzas políticas independentistas”. Era la culminación de muchos meses de encuentros informales y secretos.

En setiembre de 2010, ETA declaró un alto el fuego, que el 10 de enero de 2011 se convirtió en «permanente, general y verificable». Y pocos días después se conformaba una unión entre EA, Alternatiba y la izquierda independentista con la firma de “Euskal Herria, ezkerretik”. Estaba sembrada la semilla de Bildu.

Eusko Alkartasuna y Alternatiba, junto a una escisión alavesa de Aralar llamada Araba Bai y la agrupación navarra Herritarron Garaia formaron una coalición para presentarse a las elecciones municipales y forales del 22 de mayo de 2011. En las candidaturas, e incluso en sus cabezas, se incluyeron numerosos independientes que tuvieron que poder sortear las «listas negras» de más de 40.000 personas consideradas «contaminadas» por el Tribunal Supremo español por haber intentando presentarse en elecciones anteriores en siglas que fueron ilegalizadas o, incluso, por participar en manifestaciones legales.

El fin de casi una década de ilegalización

El Ministerio de Interior, de la mano de Alfredo Pérez Rubalcaba, la Abogacía del Estado, la Fiscalía General del Estado y el PP demandaron la ilegalización de Bildu, por considerarlo el “Plan B de Batasuna”. Y así, el 1 de mayo de 2011, la Sala 61 del Tribunal Supremo, en una decisión dividida, anuló las candidaturas presentadas por Bildu, lo que venía a suponer en la práctica la ilegalización de EA y Alternatiba.

La coalición recurrió ante el Tribunal Constitucional y convocó a sus simpatizantes a una concentración en el Arenal bilbaino la víspera del inicio de la campaña electoral, a la espera de una decisión. Habían pasado ya las doce de la noche y el resto de formaciones estaban ya pegando carteles, habían adelantado mítines para su retransmisión por televisión, cuando la decisión del Constitucional de que Bildu podría presentarse a los comicios supuso una explosión de alegría en la vigilia del Arenal que difícilmente olvidarán quienes allí estuvieron.

Con unas candidaturas en muchos casos improvisadas, Bildu logró 313.231 votos en las elecciones municipales, lo que se tradujo en 117 alcaldías, 88 de ellas por mayoría absoluta, y 1.170 concejales. Además sumó 52 representantes en las Juntas Generales y el Parlamento Foral.

Gracias a esos resultados Bildu ganó las elecciones a Juntas Generales en Gipuzkoa, con 22 escaños frente a los 14 del PNV, que fue la segunda fuerza, y lideró también los comicios de Donostia, donde obtuvo 8 concejales. Esta vez no hubo maniobras para corregir con pactos la decisión popular y el periodista Martin Garitano y el médico Juan Karlos Izagirre estuvieron en las escaleras de Aiete cumpliendo con su papel institucional y recibiendo a las personalidades que llegaban a la Conferencia Internacional de Paz.