Arnaitz Gorriti
Kirol-erredaktorea, saskibaloian espezializatua / redactor deportivo, especialista de Baloncesto

7 de noviembre de 2021, el día en el que Dusko Ivanovic decidió morir de pie

Rompiendo una racha de cinco derrotas y aplazando el peligro de ser cesado, el montenegrino tomó una decisión radical que le resultó, al punto de ganar a Unicaja y recuperar la comunión con la grada. Pero habrá que ver si aquello fue un punto de inflexión o una nota a pie de página.

Dusko Ivanovic arenga a un Wade Baldwin que acabó siendo «sacrificado» por el montenegrino. (Jaizki FONTANEDA/FOKU)
Dusko Ivanovic arenga a un Wade Baldwin que acabó siendo «sacrificado» por el montenegrino. (Jaizki FONTANEDA/FOKU)

Vaya por delante que el lenguaje bélico es demasiado connatural al deporte, y que el periodismo deportivo hace demasiada ostentación de las exaltaciones que se emanan empleando términos que, de grandilocuentes, en ocasiones suenan ridículos.

Pero ridículo o no, exagerado o no, el deporte profesional busca sus claves internas para salir de sus propios atolladeros. Bitci Baskonia llegó a perder por 18.33 frente a Unicaja, pero consiguió revertir la situación, al punto de que al final del partido el resultado era de un 92-89 favorable, y lo que es más importante, con los más de 6.000 espectadores que se arrimaron al Buesa Arena encendidos no solo por la victoria, sino por el coraje demostrado por sus jugadores, que supieron romper una racha de cinco derrotas consecutivas sin dejarse dominar por el desaliento aun cuando peor pintaban las cosas.

«Por primera vez en la temporada, el equipo ha enseñado su carácter», subrayó Dusko Ivanovic tras el agónico triunfo, después de diez días la mar de agitaos en los que el haber bajado los brazos era el lamento más acusado del preparador montenegrino, amén de saberse con el agua al cuello, con el peligro real de volver a ser cesado, como le sucedió en noviembre de 2012.

Esa pequeña hazaña, con todo, tuvo su precio. Dusko Ivanovic limitó su rotación a solo seis jugadores después del descanso. Granger –elegido Mejor Jugador Latinoamericano de la Jornada después de anotar 24 puntos, incluyendo 6 triples, y obtener una valoración de 26–, Marinkovic –en su mejor partido con la camiseta del Baskonia–, Giedraitis –desacertado durante todo el partido hasta que en los segundos finales contribuyó con un triple, un rebote en ataque crucial y varios tiros libres en los que no le tembló el pulso–, Fontecchio, Costello –único jugador interior puro– y Sedekerskis –MVP de la Jornada con 22 puntos, 11 rebotes y 35 de valoración–. Del resto de jugadores del Baskonia, solo Wade Baldwin tuvo segundos (sic) de juego en el último período, después de que Jayson Granger fuera eliminado por faltas.

Es decir, el propio Baldwin, fichaje estrella de este verano, no jugó más que esos 20 segundos finales en toda la segunda mitad. Los pívots, Steven Enoch y Landry Nnoko, no asomaron el hocico por el parqué, como tampoco lo hizo el base cantearon Arturs Kurucs, por no mencionar a Alex Barrera o el recién llegado Lamar Peters, que tuvo un bautismo de fuego de lo más épico, aunque a él le tocó vivirlo desde el banquillo.

Ninguno de los damnificados llegó a los nueve minutos de pista, con especial mención a los  cinco minutos escasos de Enoch. Entre los elegidos, solo Costello disputó menos de 20 minutos, mientras que Marinkovic, Fontecchio, Sedekerskis, Granger y Giedraitis, jugaron, de menor a manir, entre los 28 y los 36 minutos de juego.

«Si vas a morir, vas a hacerlo en pie y con la gente en la que crees», sentenció Dusko Ivanovic en declaraciones realizadas en caliente después del 92-89 final, unas declaraciones que repitió en sala de prensa, pero con el poso de los minutos, tuvo cabida para el matiz.

«En este partido he creído en estos jugadores que estaban en la pista, pero en el próximo partido puede ser que sean otros. Pero esta noche, estos jugadores eran los capaces de ganar a Unicaja de Málaga», dijo el de Bijelo Polje, añadiendo esta última a su colección de frases magistrales.

Centro de gravedad permanente

No es la primera vez que Dusko Ivanovic toma una decisión así de drástica y que afecte a alguna estrella a su cargo. La segunda etapa de Dusko Ivanovic empezó en la campaña 2008/09 con el título de Copa y el subcampeonato liguero, amén de quedarse a las puertas de la Final Four, pero aquellos primeros dos años –que tuvieron la culminación en el título de Liga ACB de 2010–, fueron diluyéndose de a poco, sobre todo tras la marcha de Tiago Splitter a la NBA y Pete Mickeal al Barça.

Llegaron jugadores como Esteban Batista, Thomas Heurtel, Stanko Barac, Brad Oleson, Pau Ribas o David Logan, junto con veteranos como San Emeterio, Marcelinho Huertas o Mirza Teletovic. Buenos jugadores, pero que no terminaron de funcionar precisamente porque se les echaba de menos un carácter más aguerrido. O a los que tuvieran ese carácter indomable, un poco más de cabeza, o simplemente talento.

La temporada 2010/11 fue especialmente triste, al ver al Baskonia perder pie respecto de los equipos futboleros, sin que la indiscutible calidad del equipo llegara a explotar del todo. En un partido de Euroliga, Ivanovic llegó a espetarle a Stanko Barac que «aportas más en el banquillo», mientras que el escolta polaco-norteamericano David Logan fue decayendo en su aportación, al punto de llegar a las últimas jornadas de la Liga Regular jugando nueve minutos frente al Valladolid y solo cinco minutos en Badalona, con el posterior recado en la sala de prensa.

«Ahora entramos en la fase decisiva y el play-off es como cuando vas a la guerra. A una batalla solo vas con la gente en la que crees y yo iré con la gente en la que creo. Si son cinco, cinco; pero con los que yo creo que podemos ganar».

Era mayo de 2011 y no noviembre de 2021, pero en diez años de andadura, con su caminar por el Panathinaikos, Khimki, la selección de Bosnia o Besiktas antes de recalar a Gasteiz por tercera vez, el discurso de Dusko Ivanovic persiste con total coherencia, como aquel Franco Battiato que cantaba aquello de «Busco un centro de gravedad permanente / que no varíe lo que ahora pienso de las cosas y la gente».

Aquel Saski Baskonia caería en semifinales de la Liga ACB y la Copa, al tiempo que no lograría pasar de la ronda de cuartos de la Euroliga, metas que a día de hoy se antojan más que aceptables en el bando gasteiztarra, pero que hace diez años podían saber a poco, y más en el talante de un Dusko Ivanovic mucho más seco que el de hoy, que solo mantiene invariable su exigencia y su compromiso, aunque no así su presencia pública.

¿Táctica o estrategia?

El periodista especializado en ajedrez Leontxo García ha aclarado en muchas ocasiones que, con demasiada frecuencia, el periodismo deportivo confunde los términos de «estrategia» y «táctica». Normalmente, cuando en un partido de fútbol se aduce a la «jugada de estrategia» en un saque de esquina, se equivoca el término, ya que la jugada en cuestión pretende aprovechar de manera táctica la situación estratégicamente ventajosa. como puede ser el saque de un córner.

Asimismo, si en baloncesto el Baskonia gusta de usar dos bases en el quinteto titular, esa no es la táctica de Dusko Ivanovic, sino la estrategia, sobre la cual irá retocando sus planes en función del resultado que la estrategia le dé o las situaciones tácticas que se den en el mismo para poder, al final, obtener una ventaja decisiva.

Una de las artes más señeras del ajedrez es el del sacrificio. De hecho, «El Arte del Sacrificio» es uno de los libros más recomendados, del alemán Rudolf Spielmann –una figura del primer tercio del Siglo XX–. Aunque la mayoría de las variantes de apertura con sacrificio que se dan están refutadas hoy día, dicen los más versados en la materia, lo interesante no son las variantes concretas sino la idea que hay detrás y la forma de desarrollarla en la partida.

Uno el ajedrecista más destacado que llegó a campeón del Mundo con este estilo arriesgado lleno de sacrificios fue el letón Mikhail Tal. El «Mago de Riga» fue campeón en 1960 –con 23 años, siendo el más joven de la Historia hasta el Advenimiento de Kasparov–, y aunque solo retuvo el título durante un año –el ruso Mikhail Botvinnik recuperó su cetro en la revancha de 1961–, Tal consagró su estilo de sacrificios a tumba abierta –todo ello unido a una mala salud producto de su abuso del tabaco, el alcohol y su adicción a la morfina–, con partidas brillantes contra los mejores de su época –el citado Botvinnik, Petrosian, Bobby Fischer, Spassky, Smyslov, Ben Larsen, Karpov...– en el que sus oponentes debían afrontar variaciones poco ortodoxas, agresivas y a menudo basadas más en las combinaciones tácticas que en la estrategia de preparación previa.

No era raro ver a Tal sacrificar, la dama, los caballos, los alfiles o las torres con tal de conseguir acogotar a su rival y obligarlo a cometer errores y perder, aun a sabiendas de que un juego preciso y calculador podría suponer la victoria ante el «Mago de Riga».

Toda esta disgresión viene a cuenta de que Dusko Ivanovic «sacrificó» media plantilla frente a Unicaja, a sabiendas de que una derrota podría costarle el reproche por haber jugado sin pívots y sin su base estrella. Pero claro, con la opción de ser cesado tan real, el sacrificio de Baldwin, Enoch y Nnoko, le debió parecer poca cosa si a cambio obtenía una oportunidad para ganar.

No hace falta recordar lo que pasó y lo que Ivanovic dijo después. Aunque sí que, sin duda, este «sacrificio de dama» solo puede ser puramente táctico y no estratégico. «En el próximo partido puede que sean otros» los jugadores en quienes Ivanovic confíe para obtener la victoria» –frente al Barça en la Euroliga, el próximo jueves, sin ir más lejos–, dijo Ivanovic, lo que supone dejar la pelota en el tejado de los «sacrificados».

Porque los seres humanos no son piezas de ajedrez. No están en casillas estancas y se definen por sus propias decisiones dentro del objetivo grupal de la victoria. Cada cual con sus características, sus virtudes y defectos, y bajo las jugadas previamente entrenadas, tomas decisiones de forma continua para obtener una ventaja que puede llegar a ser decisiva. Es el entrenador quien mueve las piezas, pero quienes ejecutan las jugadas, son las propias piezas; dinámicas, autónomas... y con suerte, reactivas ante los mensajes que se les mandan.

Habrá que ver el papel de Lamar Peters respecto a Baldwin en cuanto encadene unos cuantos entrenamientos con el conjunto gasteiztarra y sea o no del agrado de Ivanovic. Habrá que ver si la victoria ante Unicaja supone un afianzamiento en jugadores como Marinkovic –venía de jugar cuatro minutos frente a Maccabi 48 horas antes–, Sedekerskis –cero puntos y un solo rebote ante el cuadro israelí– o Granger, a quien jugar más de 30 minutos lo acaba limando en el apartado físico más de lo necesario.

Lo cierto es que si este sacrificio es estratégico y Baldwin acaba por engrosar las mismas filas de David Logan diez años antes, Saski Baskonia difícilmente aguantará el ritmo. Granger está sano y eso siempre es de agradecer, pero su historial de lesiones implica tener sumo cuidado con darle minutos de más en la cancha, porque el uruguayo, si está demasiado cansado, no tomará buenas decisiones y empezará a fallar sus tiros –no siempre anotará seis triples–.

Mientras, Wade Baldwin viene de ser uno de los jugadores revelación de la pasada campaña, en un Bayern de Múnich con otro entrenador «militarista» como Andrea Trinchieri al frente –«no conozco a ningún general que se sitúe detrás de su ejército»–, y que rozó la Final Four de Colonia con la punta de los dedos.

Rebotes y bloqueos

«El rebote no solo depende de los hombres altos. Es el deseo del grupo». Otro de los axiomas de Dusko Ivanovic. Pero que lo cierto es que algo de razón sí que pudo tener. Los gasteiztarras cedían al descanso en el apartado reboteador 16-22, y acabaron cayendo por 31-33, lo que significa que el balance ante Unicaja en la segunda mitad fue de 15-11 a favor de los gasteiztarras, todo ello, cabe recordar, jugando sin pívots claros excepto Matt Costello, siendo este el jugador que menos minutos dispuso –algo más de 17– de entre los que sí jugaron tras el descanso.

De hecho, Costello solo agarró tres rechaces en total, siendo Sedekerskis, con 11, el máximo reboteador gasteiztarra, con siete de Giedraitis y cinco de Marinkovic. Entre Enoch y Nnoko no fueron capaces de capturar ni un solo rebote, mientras que Baldwin solo capturó uno.

Junto con el rebote, la calidad de los bloqueos es otro de los caballos de batalla de este Saski Baskonia. Los bloqueos no suman en ningún apartado estadístico, pero lo cierto es que un equipo que tanto precisa de los tiros de su buena batería de aleros para desatascar el ataque estático, a la fuerza necesita buenos bloqueadores. Sea para liberar a los tiradores en bloqueos indirectos –bloqueos al jugador sin balón para que reciba en ventaja–, directos –al jugador con balón para que este decida–, o ya sea para continuar hacia dentro –«pick'n roll»–, o para afuera –«pick'n pop»–.

Muchos de los tiros que anotaron los baskonistas, sobre todo Granger, fueron de puro talento individual, tiros que a nadie hubiera extrañado haberse fallado. El talento es indispensable, pero en un deporte de equipo como es el baloncesto, pensar que el talento individual tapará todos los agujeros, es ser excesivamente confiado.

Así las cosas, Dusko Ivanovic salvó quizá una opción clara de despido, una opción que lo devolvía por segunda vez a la lista de las víctimas de los «idus de noviembre», esas que hicieron descabalgar al propio entrenador montenegrino, junto con Pedro Martínez –dos veces–, Herb Brown, Salva Maldonado, o Marco Crespi –y Perasovic se libró por días en 2019, ya que fue cesado a inicios de diciembre–.

Pero noviembre es largo y aunque la Liga ACB tendrá un parón por las Ventanas FIBA el último fin de semana, la Euroliga no, y entre el jueves 11 y el 2 de diciembre, Saski Baskonia deberá jugar, por orden de aparición escénica, ante el Barça en el Palau, tres seguidas en casa frente al Estrella Roja, el CSKA de Moscú y el Real Madrid y el Zalgiris en Kaunas.

El domingo 7 de noviembre quizá fuera un punto de inflexión, o quizá no. Ya sabemos cuál es la apuesta de Dusko Ivanovic; ahora habrá que ver si sus jugadores consiguen repetir lo que lograron ante Unicaja, y cuantos más se sumen, mejor.