Koldo Landaluze
Especialista en cine y series de televisión

140 años después, ¿seguimos temiendo a Virginia Woolf?

Adeline Virginia Stephen, más conocida como Virginia Woolf, nació en Londres hace 140 años. Considerada como una de las precursoras del feminismo y referente del modernismo literario del siglo XX, su vida y obra continúan siendo fuente inspiradora y gozan de plena vigencia.

Retrato de Virginia Woolf.
Retrato de Virginia Woolf. (George Charles Beresford | Wikimedia Commons)

Virginia Woolf nació el 25 de enero de 1882 en Londres. Desarrolló su carrera literaria durante el periodo de entreguerras y años después, en la década de los 70, sus escritos se convirtieron en un referente del movimiento feminista. Considerada una de las figuras más destacadas del modernismo anglosajón, Woolf formó parte del Círculo de Bloomsbury, un grupo de intelectuales británicos del primer tercio del siglo XX.

La firmante de obras tan referenciales como ‘La señora Dalloway’ o ‘Al faro’ nunca pudo quitarse de la cabeza ‘el sonido’ de su propia escritura, una prosa poética que impregnó la prolífica y cautivadora obra de una mujer tan inteligente como enigmática. Woolf dejó escrito en una ocasión que «una mujer debe tener dinero y una habitación propia si va a escribir».

Una máxima a través de la cual, la escritora definió la necesidad de una conducta independiente pero quimérica en la opresiva sociedad victoriana que desafió.

La vigencia de su pensamiento también se asoma en su ideal de mente ‘andrógina’, una cuestión que reflejó en su novela ‘Orlando’ y que subrayó cuando dijo «quizá una mente del todo masculina no puede crear, como tampoco una mente totalmente femenina».

En los límites de la realidad y la ficción

Cumplidos 140 años de su nacimiento, Woolf vuelve a acaparar protagonismo con la publicación de ‘Memorias de una novelista’, un texto publicado por la editorial Nórdica que no supera las 40 páginas y que la escritora escribió a los 24 años.

Traducido por la filóloga Blanca Gago, esta obra es en su opinión fundamental por que «apunta los temas a los que Woolf se dedicaría toda su vida, a hablar de mujeres que se cuestionan su papel en la sociedad. Virginia Woolf quiso jugar con los límites entre la realidad y la ficción».

En 1917 Woolf escribió su primera novela, ‘Fin de viaje’, y junto a su marido Leonard Woolf –también miembro del Círculo de Bloomsbury– fundaron la editorial Hogarth Press, que editó su obra y de otras figuras tan importantes como Sigmund Freud o Katherine Mansfield.

En 1922 conoció a la escritora Vita Sackville-West, inspiración de su novela ‘Orlando’, con la que más tarde compartió una relación. La escritora Pilar Bellver publicó el pasado año su relato epistolar ‘A Virginia le gustaba Vita’ –Editorial Dos Bigotes–. Según esta autora «Virginia Woolf, la escritora ‘feminista por excelencia’, y Vita Sackville-West, ‘la lesbiana oficial de la aristocracia inglesa’, fueron revolucionarias y pioneras de la élite londinense del siglo XX, dos escritoras casadas que, a pesar de ello, ya se habían enamorado anteriormente de mujeres, unas experiencias que no evitaron que el romance que mantuvieron las ‘transformase’ radicalmente».

Woolf siempre destacó por su apuesta por el riesgo experimental y por abordar temáticas que no eran comunes por entonces, como el feminismo. Se convirtió en una referencia para muchas mujeres que compartían su anhelo por encontrar su identidad, su liberación, su independencia, y sobre todo, guiar a la mujer escritora hacia una habitación única y privada para cumplir su necesidad de escribir.

Sobre ello, Woolf dijo «cuando escribo no soy más que una sensibilidad. Escribir es lo único que equilibra mi manera de ser; nada me convierte en un todo unitario, en mí, salvo cuando escribo. Escribir como una mujer, pero como una mujer que ha olvidado tanto que es mujer, que sus páginas están rebosantes de ese carácter sexual que solo se manifiesta cuando el sexo no tiene conciencia de sí mismo».

A contracorriente

En su monumental biografía ‘Virginia Woolf. La vida por escrito’ –Editorial Taurus–, la autora argentina Irene Chikiar Bauer condensó en sus más de 900 páginas, fruto de más de seis años de investigación, la búsqueda de una mujer compleja a la que tantas veces se ha intentado etiquetar o, incluso, encasillar.

Le tocó vivir un tiempo, finales del siglo XIX y comienzos del XX, en el que incluso las mujeres de su nivel social, la aristocracia intelectual de la clase media-alta británica, estaban condenadas al matrimonio y a una educación basada en los buenos modales y la apariencia.

Para Chikiar Bauer «Virginia Woolf lamentó siempre la falta de educación formal –que no se discutía en los hombres– y vivió esta carencia con resentimiento, pero también como una debilidad que se esmeró en superar. A pesar de esa falta, o tal vez gracias a ella, pudo desarrollar su obra creativa de una manera rica y personal».

En su última etapa vital, no quiso o pudo embarcarse en nuevas singladuras literarias. Dijo que había perdido el arte, que las manecillas del reloj ya ni siquiera dictaban el tiempo. Las bombas alemanas también debilitaron su ánimo y a ello se sumó el desconsuelo que le produjo la muerte de su sobrino mientras combatía junto el bando republicano durante la Guerra del 36.

El 28 de marzo de 1941, la escritora abandonó su casa y tras de sí dejó sobre una mesa una serie de cartas que certificaron su última firma sobre un escrito. Al final de su viaje tan solo le aguardaba la corriente del río Ouse. Se puso su abrigo, cargó sus bolsillos con piedras y se sumergió en el río para no regresar jamás.