Mikel Insausti
Crítico cinematográfico

Ascensión y caída de una telepredicadora

LOS OJOS DE TAMMY FAYE
Canadá-EEUU. 2021. 126’. Tit. Orig.: ‘The Eyes of Tammy Fye’. Dtor.: Michael Showalter. Guion: Abe Sylvia. Prod.: Jessica Chastain, Kelly Carmichael, Rachel Shane y Gigi Pritzker. Int.: Jessica Chastain, Andrew Garfield, Vincent D’Onofrio, Cherry Jones, Sam Jaegger.

Jessica Chastain, Concha de Plata por este personaje.
Jessica Chastain, Concha de Plata por este personaje. (NAIZ)

Se puede afirmar que Jessica Chastain es la máxima hacedora de ‘Los ojos de Tammy Faye’ (2021) porque, además de ser la productora de la película, ha sido la primera actriz en conseguir en Donostia la Concha de Plata al nuevo premio de interpretación único o mixto, que elimina las categorías por sexos. 

Ella fue por extensión quien confió la dirección al humorista Michael Showalter, con una larga trayectoria televisiva, desde que compartía shows cómicos con David Wain e Ian Black a los que más recientemente ha realizado para el monologuista Ray Romano o para el comediante paquistaní Kumail Nanjiani. Pero si se fijó en su trabajo fue como director de actrices veteranas, con Sally Field en la película ‘Hola, mi nombre es Doris’ (2015), y con Jane Fonda y Lily Tomlin en la teleserie ‘Grace and Frankie’ (2015).

‘Los ojos de Tammy Faye’ (2021) se basa en el documental homónimo del año 2000 firmado por Fenton Bailey y Randy Barbato, que lograba captar las distintas facetas de una figura tan poliédrica y controvertida. Jessica Chastain lleva a la ficción con total verosimilitud a la compleja telepredicadora, gracias al parecido físico que obtiene mediante las oportunas prótesis y sus famosas pestañas postizas y cardados de pelo, imitando también su peculiarísima forma de cantar o de expresarse en público.

Ella es la total protagonista de este biopic de ascensión y caída, sobre un trozo de historia reciente de los Estados Unidos.

Tammy Faye arrastraba un trauma infantil que le llevó de adulta a querer impresionar a su madre, una mujer muy de iglesia apartada del culto por su divorcio. La hija estaba obsesionada por crear su propia congregación cristiana, y encontró una gran difusión durante los años 60 y 70 gracias al emporio mediático que levantó. Pero los sectores más ultraconservadores la atacaron y terminó de hundirse por culpa de delitos financieros.