Maddi Txintxurreta
Aktualitateko erredaktorea / redactora de actualidad

Camino a la vocación por la ciencia, de la mano de un Premio Nobel y dos científicas punteras

Un físico nobel y dos científicas punteras han respondido a las preguntas del alumnado de secundaria y bachillerato en la décima edición de los encuentros organizados por DIPC, que se ha celebrado este viernes en el museo de ciencias Eureka! de Donostia.

Encuentro entre científicas y alumnado celebrado este viernes en Donostia.
Encuentro entre científicas y alumnado celebrado este viernes en Donostia. (Andoni Canellada | FOKU)

El Premio Nobel de Física en 2007 Albert Fert, la bioquímica María Vallet-Regí y la paleoantropóloga María Martinón-Torres han sido los científicos protagonistas del evento de DIPC (Donostia International Physics center) que tiene como objetivo «impulsar la vocación hacia las ciencias del alumnado», como ha explicado en la apertura de las jornadas Larraitz Etxeberria, responsable del departamento de ciencias de Eureka.

Aunque la vocación, siempre calificada de innata, también se labra, como han hecho saber los tres profesionales cuando han repasado brevemente su currículum. Albert Fert, por ejemplo, quería ser cineasta de chaval, no le atraía la física. Él buscaba algo más imaginativo e inspirador que la ciencia, algo con lo que trabajar la creatividad. Le gustaba el director de cine Ingmar Bergman, e hizo una película inspirada en él. «Cuando vi la película dije, madre mía, esto no es lo mío», ha contado, y eso fue lo que le llevó, por un lado, a interesarse por la física y, por otro, descubrir que podía ser tan creativa como el cine.

«Sé que empecé siendo química, ahora no sé qué soy», ha bromeado Vallet-Regí. Ha trabajado con el magnetismo, ha preparado monocristales, estudiado nanopartículas, ideado sustitutos óseos y trabaja ahora en el mundo de la farmacéutica y la nanomedicina.

María Martinón-Torres: «La ciencia es exploratoria, no se trata de verdades, se trata de testar la realidad»

Martinón-Torres, por su parte, estudió medicina sabiendo que no se dedicaría a ello de manera convencional, pero convencida de que la sabiduría de este grado, también coronado como vocacional, le serviría para lo que finalmente ha acabado haciendo: la paleoantropología. Ahora es la directora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana.

Lo importante es el camino

Una de las preguntas formuladas por el alumnado presente en el museo denotaba la curiosidad de saber si realmente un científico y científica sabe lo que hace cuando comienza a investigar. Y la duda de si no les da miedo no obtener resultados. Pues bien, si la investigación «no sirve para nada, eso también es un descubrimiento», ha enfatizado María Martinón-Torres: «La ciencia es exploratoria, no se trata de verdades, se trata de testar la realidad».

Eso sí, «cuando nos metemos en el laboratorio es porque buscamos algo y si lo encontramos es un subidón que no os podéis imaginar», ha admitido Vallet-Regí. Pero el proceso importa, ha dicho y, además, algo que puede ocurrir en el camino es encontrarte con un descubrimiento que no buscabas; serendipia. Como cuando ella buscaba imanes permanentes de hierro neodimio y, «de repente», se encontró con los imanes hierro, neodimio y boro.

Albert Fert: «Es decepcionante, hemos visto bombas nucleares y hoy existe miedo de que se vayan a utilizar de nuevo. Es una característica de nuestra sociedad: la ciencia puede descubrir cosas interesantes, pero también se pueden usar para otros fines»

Por todo ello, «porque se puede hacer algo en el campo de la ciencia sin saber bien dónde vas a terminar», el consejo que ha dado Fert a los jóvenes ha sido que no sean «tímidos»: «Seguid vuestras ideas, vuestras pasiones, y siempre podréis conseguir algo en el campo de la ciencia».

Ciencia y guerra

Ante la pregunta de ¿qué opinan de que los avances científicos se utilicen en las guerras?, ha habido quien ha tragado saliva cuando Albert Fert respondía que estupendo: «Sé que algunos de mis descubrimientos se han utilizado en otros campos», ha dicho, hasta que han descubierto que ha entendido mal la pregunta. Era war (guerra en inglés), no world (mundo). «¡Ah, para la guerra! –ha exclamado–, había entendido para el mundo. Es decepcionante, hemos visto bombas nucleares y hoy existe miedo de que se vayan a utilizar de nuevo. Es una característica de nuestra sociedad: la ciencia puede descubrir cosas interesantes, pero también se pueden usar para otros fines».

Otros fines, como por ejemplo, frenar el calentamiento global, ha destacado. Fert trabaja en ello en la actualidad: investiga la manera de reducir el uso de la energía, en un momento en el que la masiva transferencia de datos ha dado lugar a «una explosión de consumo energético». Fert ha explicado que, mediante la espintrónica, se han descubierto «nuevos componentes para ordenadores, móviles, puede reducir consumo en más de 10%».

María Vallet-Regí: «Cuando nos metemos en el laboratorio es porque buscamos algo y si lo encontramos es un subidón que no os podéis imaginar»

Pero, volviendo al tema del uso de la ciencia para fines bélicos, la paleoantropóloga ha lanzado una pregunta al público: «¿Nosotros, en el contexto del mundo animal, podemos decir que somos violentos?» Ella misma ha respondido que no, el ser humano no es más violento «de lo que nos corresponde como un mamífero social». Pero una gran diferencia, «una esperanza» según Martinón-Torres, le separa del resto de los mamíferos: «Se ha visto que esos niveles de violencia cambian dependiendo del momento político, del sistema que manda en ese momento. Esa es la gran diferencia, no todo es innato, instinto. Somos capaces de modular y reconducir la violencia. Tenemos el arma y el antídoto».

La pregunta del día

La anécdota del evento la ha protagonizado Iban Castaño, alumno del colegio Zabalgana de Gasteiz y a quien Telefónica (empresa colaboradora en el evento) le ha otorgado el premio a la mejor pregunta por el que competían todos los alumnos y alumnas. Ha subido al escenario y se ha dirigido a Fert: «Se sabe que el tiempo se dilata con la velocidad y separa la velocidad de la luz. Para un fotón, que va a la velocidad de la luz, el tiempo no existe. Teniendo en cuenta que el espacio y el tiempo van de la mano, ¿cómo puede viajar un fotón en el espacio sin viajar a la vez en el tiempo?»

El público ha reído y ha aplaudido y, en esta ocasión, ha sido el Premio Nobel quien ha tragado saliva. «Es una pregunta sobre un campo que no es mi especialidad», ha dicho, y le ha pasado la pelota a Pedro Miguel Etxenike, catedrático de la UPV y presidente del DIPC que se ha encargado de moderar la mesa de los científicos. «Es una buena pregunta, porque nos obliga a pensar», ha dicho.

La explicación ha sido dilatada y compleja y, la conclusión, que a pesar de que el tiempo es lo que mide un reloj, es imposible medir la luz con un reloj. Pero ya que lo importante es el camino, se podría destacar el comentario que el catedrático a hecho al joven estudiante: «Einstein llega a la relatividad especial intentando contestar a una pregunta como la tuya».